lunes, 22 de mayo de 2006

Apología onírica

Las pesadillas trabajan para Leibniz. Cuando uno despierta, lo hace convencido de que está en el mejor de los mundos posibles, a pesar de que es lunes, de Montenegro y de que todavía no ha escrito nada de todo lo pendiente...

1 comentario:

Jesús Beades dijo...

Borges aventura, no sé dónde, una inquietante hipótesis: ¿y si en las pesadillas estuviéramos "de hecho" en el Infierno, colados por una rendijita, y no fuera una ilusión tan solo?. A la luz de la teología escatológica, no es nada heterodoxo. Si el infierno es un estado de la mente (de cuasi-aniquilación), una pesadilla sería como un anticipio, o un aviso, o simplemente una muestra del Infierno que cada uno llevamos dentro. Gracias a Dios, despertamos. Y esto también es un símbolo, esperanzador.