lunes, 6 de noviembre de 2006

Ciclotímico

La famosa vanidad del escritor, tan justamente ridiculizada, es un necesario intrumento de trabajo. Si uno no pensase --cegado por la euforia-- que tiene algo que aportar, para qué hablar. Lo digo por experiencias.

8 comentarios:

Adaldrida dijo...

Un poeta siempre tiene algo que decir, al menos, algo que decirse a sí mismo. Hay poemas escritos en voz baja y poemas escritos en voz alta. Y la vanidad... ya lo dijo el inefable Bono (el de U2, no): "a nadie le amarga un dulce..."

Juan Ignacio dijo...

Fíjate que justo hoy leo esto que pone Hernán, que es de tu querido Chesterton y empieza:

...un hombre joven puede, sin excesiva vanidad, llegar a la conclusión de que tiene algo para decir. Puede pensar que hay una verdad olvidada en las controversias del momento, y que él puede recordársela al mundo de una manera tolerablemente lúcida y significativa.

Y no puedo menos que sorprenderme.

Carlos RM dijo...

Puede ser difícil separar, con habilidad de cirujano, vanidad y fraternidad en el ánimo del escritor. En algunos casos, en otros está claro lo de la vanidad. Pero ¿es vanidad querer que a uno lo lean, sentirse acompañado, comprendido, incluso rebatido? Por otra parte, a veces uno cree haber escrito algo memorable y no tiene eco; y otras uno estornuda y le dan hasta las gracias. Misterios. Tú, por si acaso, sigue escribiendo que tienes mucho que aportar. Tanto como a nosotros nos queda por leer[te].

Anónimo dijo...

Dice Mario Vargas Llosa:

" El escritor siente íntimamente que escribir es lo mejor que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir, con prescindencia de las consecuencias sociales, políticas o económicas que puede lograr mediante lo que escribe".

Bastante parecido a lo de Chesterton.
Al menos en esencia parece que coincides con ambos.

Ángel Ruiz dijo...

A lo que remite Juan Ignacio es a un texto que me ha encantado de Chesterton, magnífico.

Anónimo dijo...

La entrada de hoy me recuerda mucho a un artículo memorable de Carmen Martín Gaite, titulado "La búsqueda de interlocutor". La tesis que sostenía, en esencia, era que, en el fondo, la literatura, tanto para el que escribe como para el que lee, constituye el mejor antídoto contra la soledad (lo cual, no está mal visto del todo).
Este lúcido pensamiento, a su vez, enlaza con la frase de un personaje (el alumno díscolo, ladrón de libros) de la maravillosa película "Tierras de penumbra", inspirada en la vida de C. S. Lewis: "Leemos para saber que no estamos solos".
De modo que, querido Enrique, no sólo es que tienes "algo" que decir, sino que, además, nos haces mucha compañía. ¡Gracias!

Anónimo dijo...

Hace un tiempo leí lo siguiente:
"Si quieres ser escritor , tienes que vivir, primero, mucho tiempo con los muertos. Y, después, guardar silencio muchos años. O siempre. Ya verás."
Y me desconcertó. Me ha alegrado encontrar aquí unos cuantos contrapuntos a la cita.

E. G-Máiquez dijo...

A mí tu cita, AnaCó, me parece espléndida. ¿Recuerdas de quién es?