jueves, 31 de mayo de 2007

En un pas pis

Que odien la religión
—siendo ellos— no me extraña;
ni las ganas contra España,
que están en su condición.
Lo que no tiene perdón
y va demasiado lejos
es que a la Poesía, el viejo
refugio que aún nos queda,
la asedien con Gamoneda
y los ripios de Bermejo.

P. S.- Como empieza a ser tradición en estos Truenos y rayos, los comentarios me superan. Aconsejo vivamente al desocupado lector (y también al ocupado) que lea infra la décima de autor anónimo y la de C.B.

miércoles, 30 de mayo de 2007

L’esprit de l’escalier

Después de mandar el artículo a la redacción del periódico, he visto que en Cádiz, debajo del lema “Haremos más”, han escrito con un rotulador: “... porque menos es imposible, pisha”. Me digo: están locos estos gaditanos. Sin embargo, por la tarde voy a Jerez y también. Nuevo patchwork sobre el mismo (lo siento, hubiese preferido la paridad, pero era el mismo) eslogan: han puesto delante un RO y han convertido la “h” en una “b”.

martes, 29 de mayo de 2007

Herme G. Donis

Dice Zorrilla (y con él, Valle-Inclán) que "un punto de contrición / da al alma la salvación". Eugenio d'Ors, en cambio, era partidario de una línea continua de heroísmo. Yo estoy con d'Ors, aunque no deje de encontrar muy consolador lo de Zorrilla.

Lo dicho para el alma vale -valga la redundancia- para la poesía. Un verso inolvidable puede salvar a un poeta y qué no hará ya un buen haiku. En la nueva revista El mirador de los vientos, Herme G. Donis, entre otros más normales, escribe éste:
La alondra caída
esconde su ala rota
avergonzada.

lunes, 28 de mayo de 2007

El barbero en la Escuela Popular de Docta Ignorancia

Mientras yo trabajaba en un artículo sobre La razón y otras dudas de José Mateos, el Barbero ha aprovechado para recortar estos fragmentos. Que les aprovechen.
¿Qué otra cosa es la libertad sino luchar constantemente por tenerla? Os lo aseguro: quienes dicen: “Somos libres”, ya han comenzado a no serlo.
*
La angustia no es algo de lo que tengamos que huir, sino algo de donde debemos partir.
*
“Lo políticamente correcto”, dijo don Juan, “es la mojigatería del demócrata y consiste en estirar lo sensato hasta la estupidez”.
*
Sólo daréis con la verdad si aprendéis a contradecirla. Hay que dudar hasta el fondo de todo. Por algo nuestro cerebro está metido entre esos dos signos de interrogación que son las orejas.
*
Andarse por las ramas es casi siempre andar más alto.
*
METAMORFOSIS.- Ovidio nos lo sugirió: en este mundo, aquello que deseamos, cuando al fin le damos alcance, siempre se convierte en otra cosa.
*
El odio procura empeorar lo que odia. A quien odiamos no sólo le deseamos lo peor sino —lo que es peor— que se comporte aún peor.
*
Poesía no es algo que se dice sino la única manera de decirlo.
*
Todo el vuelo de la poesía proviene, en cuanto a su continente, de la repetición y de la precisión; en cuanto a su contenido, de la inteligencia y la inspiración.
*
Lo malo ahora no es que la gente no lea, sino lo que la gente lee.
*
Las alabanzas dirigidas a otros cuesta poco decirlas, pero mucho escucharlas.
*
Y por supuesto, tienen razón los que dicen que los monstruos nunca mueren. Pero los héroes que los vencen, tampoco.

sábado, 26 de mayo de 2007

De la voracidad del blogg

Ayer alguien me pedía amablemente que entrase más a fondo en el libro de Juan Antonio González-Iglesias. Se le agradece de corazón el interés en lo que uno pueda decir, y más teniendo en cuenta que ese alguien es lector insaciable e inteligente al que no le voy a descubrir ningún Mediterráneo. Pero sucede que uno se gana, si no la vida, sí la biblioteca (mis nuevas lecturas) con reseñas para revistas y periódicos. Si las escribiese aquí, estaría haciéndome competencia desleal. O con palabras de J. S. Lec: "Oh, nudistas, ¿quién os va a contratar para un estriptís?"

Muchísimo más me preocupa que la voracidad del blogg se termine comiendo mi inspiración poética, tan chiquita y tierna. Si todo lo que pienso y siento lo expongo a estos Rayos y truenos, qué dejaré para mi próximo poemario. Copiaré las palabras de Walter Benjamin, recogidas en Pasos en el agua, el diario de Luna Borge: "El peligro del diario en general reside en descubrir precozmente los gérmenes del recuerdo en el alma y frustrar la maduración de sus frutos". Si es el peligro del diario en general, no digamos ya del blogg en particular, tan inmediato y público.

viernes, 25 de mayo de 2007

Eros y más

A pesar de todos los elogios que le tributan, Juan Antonio González-Iglesias es un poeta estupendo. Si no fuese por lo que ya sabemos, se le consideraría incluso un epígono, de ésos a los que yo me apresto a defender -más contento que unas pascuas- cuando hay talento, como es el caso.

Siendo el caso que ya han reseñado Eros es más en todas partes, no me queda otra que intentar resolver al menos un acertijo que el poeta propone desde el prólogo, donde declara, además, algo tan sorprendente y necesario como esto: "Un poeta es alguien que dice verdades elementales".

A lo que iba. En ese mismo prólogo, González-Iglesias confiesa: "Uno de los aspectos que ahora me resultan más llamativos es que alguno de los temas que más me han preocupado en los últimos años ocupa en este libro un solo verso. De once sílabas".

Mi apuesta personal es que ese misterioso endecasílabo único es:

la situación incierta de mi patria
[Que nadie me reproche haber dado la incierta solución, el libro es muchísimo más (como Eros). Y encima cabe la posibilidad de que yo esté equivocado, aunque no creo.]

jueves, 24 de mayo de 2007

La prosa en sí

Terminado el último diario de Trapiello. Cuando dejo de aplaudir, compruebo la cantidad de palabras que no conocía. La prosa fluye con tanta naturalidad que uno (yo) apenas se dio cuenta de que el otro (X), en su búsqueda de la exactitud, le pegó un repaso al vocabulario de impresión. Para no leer como si fuese inglés, yendo al diccionario, fui señalando las que no me sonaban de nada.

Y he pensando que, antes de acogerme al DRAE, podría colgarlas todas juntas y aquí. A ver cuántas os sabéis vosotros (sin buscarlas, eh). Y como ejercicio de humildad, que en el blogg uno siempre procura sacarse por el mejor perfil y el retrato hay que hacerlo también por el lado tuerto, el de los titubeos y la ignorancia.

Las palabras (y tenéis, desde luego, permiso para reíros de mí) son:

Retestinado.-

Hialino.-

Batihoja.-

Circuido.-

Giróvagos.-

Tumbagas.-

Pulquerías.-

Matalotaje.-

Ciclán.-

Bascas.-

Terne.-

Botigueros.-

Sicalipsis.-

Ñáñigo.-

Mesmérica.-

Erubescencia.-

Abogatada.-

Frenópata.-

Cazcaleo.-

Ectoplástico.-

Batahola.-

Broza.-

Fardeles.-

Dechados.-

Visco.-

Atropar.-

Bargueños.-

Abacería.-

Corondel.-

Esquicio.-

Avispar.-

Lardón.-

Melisma.-

Llana.-

Geoda.-

Indecidibilidad.-

Ciclónico.-

Obturador.-

Ocarina.-

Espelunca.-

Aneurisma.-

Subitáneo.-

Ocume.-

Fallebas.-

Apicales.-

Sardonia.-

Perendengues.-

Galbana.-

Barzoneando.-

Lígrimos.-

Melgar.-

Embolismo.-

Zaquizamí.-

Marfuces.-

Sirle.-

Alarife.-

Propincua.-

miércoles, 23 de mayo de 2007

Los últimos de la lista

Un deporte nacional nuestro es meternos con los políticos. Ellos corresponden dando motivos. Al menos en esto no defraudan las expectativas del pueblo soberano y cumplen con la afición. Sin embargo, de eso al desesperado estoicismo del “todos son iguales” media un trecho. Si fuesen idénticos, la democracia no tendría sentido y nos echaríamos a suertes a los alcaldes, como propuso paródicamente Chesterton en El Napoleón de Notting Hill. Algo ahorraríamos en campañas electorales, con sus kilos de basura en carteles y demagogia.

No es el objetivo de este artículo explicar qué políticos son más iguales que otros, que ya se ve, creo. Lo que sí pretendo es decir cuáles son los más diferentes y, por tanto, los mejores. Mis políticos favoritos son los que van los últimos de sus listas, o sea, los que jamás tocarán poder.

Al sacar de mi apretado buzón la propaganda electoral y echar un vertiginoso vistazo a las fotos de los candidatos, mis ojos se han parado con ternura en los puestos finales de cada lista. Allí están los que, sin ninguna esperanza de alcanzar su canonjía, prestan rostro, nombre, prestigio personal y profesional a un partido político que es bastante probable que no lo merezca. Incluso en el caso, tan frecuente, de que sus siglas no sean para nada las mías, siento gran admiración por quienes asumen un compromiso desinteresado.

Porque señalarse —y uno, como articulista, lo comprueba cada semana— no es lo más cómodo: ni siquiera los más o menos partidarios se quedan del todo contentos, o por más o por menos. Afortunadamente, en Andalucía, gracias a nuestra tolerancia congénita —uno de los grandes activos de esta tierra—, no es necesario llegar a los extremos heroicos de otras partes de España, donde defender según qué ideas o ir por según qué partidos puede costarte un disgusto muy serio; pero en cualquier caso también aquí supone dar un paso al frente. Como es imposible que todos compartan nuestras posturas, significa arrostrar en muchas miradas una mezcla de perplejidad y leve reproche.

Para los que saquen plaza de ediles, todo eso va en el sueldo, al menos en el sur, donde la sangre no llega al río. Para los que no, su único pago será la satisfacción del deber cumplido. Si hubiese listas abiertas, yo empezaría a votar de atrás para delante, pero como no me dejan, escribo este artículo. No puedo hacer otra cosa. Ni siquiera exclamar: “que gane el mejor”, porque sería reaccionario. En democracia gana el más votado y punto, o ni eso, que luego vienen los pactos post-electorales… De ninguna de las maneras ganarán los últimos, ay, que son los primeros en mi lista particular.
[Joly]

martes, 22 de mayo de 2007

Die Zauberflöte

Ayer fuimos a ver La flauta mágica. Sólo la conocía de oídas, aunque muy bien, en la versión de Karajan de sus szenen und arien. La representación fue una experiencia interesante, que me reafirmó en la admiración que ya traía puesta de casa y que a la vez disipó cualquier fascinación por el ocultismo que uno pudiera tener oculta. La alegoría de la luz y las pruebas purificadoras fueron un rollazo insoportable.
Pobre masonería, que ni la música de Mozart es capaz de levantar.

Feliz centenario

..................

..............LÍNEA CLARA

Dicen que hablamos claro, y que la poesía
no es comunicación, sino conocimiento,
y que sólo conoce quien renuncia a este mundo
y a sus pompas y obras —la amistad, la ternura,
la decepción, el fraude, la alegría, el coraje,

el humor y la fe, la lealtad, la envidia,
la esperanza, el amor, todo lo que no sea
intelectual, abstruso, místico, filosófico
y, desde luego, mínimo, silencioso y profundo—.
Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos
de lo claro que hablamos, y que la gente entiende
nuestros versos, [...]

Dicen, y menudean sus fieras embestidas.
Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.

............LuL. A. C.


lunes, 21 de mayo de 2007

Snob.

Entre los diversos acnés juveniles, padecí también cierto esnobismo. Lo confieso sin rubor porque hay cosas mucho peores (jamás me puse, por ejemplo, una camiseta del Che) y porque en ese mismo tic cayeron admirables escritores como Eugenio d’Ors y José Ortega y Gasset, y no por casualidad. Cuando se aspira a la excelencia, se es mucho más sensible al virus esnóbico. Ése fue el caso de los dos maestros y, salvando las distancias, un poco el mío.

De aquel esnobismo de la alta sociedad yo me curé por homeopatía. Tuve una novia estiradísima que no me había roto aún el corazón y ya me tenía saturado de remilgos. Se lo agradezco mucho, lo de los remilgos y la posterior rotura cardíaca, gracias a la cual estoy aquí, felizmente casado con otra.

Pero volvamos al esnobismo, que no hemos acabado con él. Si resulta risible, no es por las jerarquías ni por su aspiración a la nobleza, sino por un sistema equivocado de valores, donde a lo superficial se le presta una atención ridícula. En cambio, si apreciásemos con su mismo rigor insomne la bondad, el conocimiento, la creatividad o la entrega andaríamos por la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido.

Nadie podrá acusar a Antonio Machado, el del torpe aliño indumentario, de dandysmo, y, sin embargo, bien que nos avisó el hombre contra la chabacanería y el abandono: “Qué difícil es/ cuando todo baja/ no bajar también”. En estos tiempos que corren (cuesta abajo) habría que aspirar sin descanso a lo mejor, en la cultura y en la moral, sobre todo.

sábado, 19 de mayo de 2007

Donde advierte el Nuevo Mundo al mundo viejo

.....QUE TRATA DE ESPAÑA
........................Advierta al mundo nuevo el mundo viejo
..................................................................Fco. de Quevedo

Se están marchando, España,
los que en ti parecían
vivir y ser contigo.
También, como nosotros,
un día, sí, ¿te acuerdas?,
nos fuimos de tu lado.
Los llamas y no acuden:
aquellos, los de entonces,
hoy ya no son los mismos.

Inocentes, no saben
que acabarán fundando
también, como nosotros,
Españas pequeñitas,
Españas de juguete,
clandestinas Españas
viviendo en otros nombres.
Milena Rodríguez Gutiérrez (La Habana, 1971)
El otro lado (Renacimiento, Sevilla, 2006)

viernes, 18 de mayo de 2007

Cae o cayó

"La lluvia es una cosa / que sin duda sucede en el pasado", cantó Borges, pensando en el poder evocador del meteoro. Y al sonido de las lluvias virtuales de mi entrada de ayer, recordé una de mis meteduras de pata más (y ya es decir) antológicas. En aquella presentación de la Poesía Incompleta de Aquilino Duque, cité:
¡Qué pena que no viniera
un diluvio universal
y se ahogara del alcalde
al último concejal!

Con la peculiaridad de que aquel día, en la mesa, junto al autor y al presentador, estaba el flamante Concejal de Cultura de mi pueblo, que para colmo estaba oyendo y entendiendo, que ya fue mala suerte. El hombre hizo un gesto entre la protesta y la resignación: no quería ahogarse, no, aunque si lo pedía la cultura... Al público, como es lógico, aquello le pareció muy sugestivo y ya se estuvo sonriendo toda la presentación. Desde cierto punto de vista, fue un éxito: nunca he visto caras como ésas, tan de aprobación, en ninguna otra intervención pública mía.

jueves, 17 de mayo de 2007

La lluvia en Sevilla...

Es una maravilla ver llover en los campos andaluces. Se nos extrañaba Arp, hace dos días, de que Julio Mariscal considerase el súmmun de la melancolía un invierno seco. La extrañeza arpiense era con la boca chica, por supuesto, que no en vano es el sabio de esta constelación y sabe que un poeta es él y su circunstancia [o paisaje moral]. Lo decía, simplemente, para quejarse un poco (más) de la lluvia gallega. Pero a mí me ha dado excusa para volver a uno de mis temas favoritos, que es el de "la prueba del chaparrón", o sea, para copiaros aquí unas reflexiones que sobre el particular hice en una antigua presentación de la poesía de Aquilino Duque.

[...] Hay un símbolo muy típico de su poesía, presente desde el primer libro hasta el último, que sirve de ejemplo de su compromiso con la verdad. Se trata de la lluvia. Recuerdo la emoción y la sorpresa que me produjo en mi primera lectura de este poeta encontrarme con la alegría que la lluvia le provocaba, que era la mía, que es la de todos los andaluces. Tal vez por influencia de la poesía del Norte, la lluvia es un meteoro que actúa en la literatura como un elemento monótono, como una nube de tristeza, como el pozo de la melancolía. Es fácil recordar lo que la lluvia representa para el poeta gallego Miguel d’Ors. Sin embargo, Aquilino Duque la recibe (al igual que su tierra) como una bendición. En “Domingo de Ramos”, que fue aquel poema donde por primera vez recibí el alegre chaparrón, dice:
Señor, fue larga la sequía,
ven a nosotros, que es abril,
y corra el agua en romería
por las chumberas del carril.

/... /

¡Si esta lluvia es agua bendita!
¿No va a venirle al campo bien?
Aunque se moje la borriquita
y se arríe Jerusalén.
Más tarde, al leer sus primeros libros, descubrí que la lluvia ya estaba en ellos como una fuente de felicidad:
La lluvia que es tu dicha te lo dice,
la lluvia que te limpia de pecado.
Aquilino Duque, a pesar de ser un escritor cultísimo, no ha dejado que el prestigio del tópico literario le agüe la alegría andaluza, pegada a su tierra y a sus raíces, de la lluvia. Sabe mirar la realidad sin gafas librescas y supera así la prueba del chaparrón, tan crucial para los poetas meridionales:
La dicha es una palabra clara,
un encuentro, un milagro, una alegría;
el olor del tomillo y de la jara
y el chaparrón después de la sequía.
Antonio Machado en sus meditaciones rurales del “Poema de un día” también vio la alegría labradora que produce la lluvia. No quisiera, sin embargo, parecer exagerado. Este aspecto de la lluvia es sólo uno de los muchos ejemplos que se pueden poner del afán de verdad de este autor. Tal vez un ejemplo innecesario si uno piensa que al libro más antiguo de Aquilino, el que él empezó a escribir antes –aunque publicase primero La calle de la Luna- se llama precisamente El campo de la verdad. Pero, ¿cómo sustraerse al embrujo de esta relación entre lluvia, alegría y verdad que el poeta plantea constantemente?
Rompen los ánsares el vuelo
sorteando la tempestad
y hay un momento que en el cielo
relampaguea la verdad.

Siguiendo con mi particular deslumbramiento lluvioso, recordaré que en su primer libro claramente comprometido, Aire de Roma andaluza, une el poeta su amor por el agua a su decepción política y dice:
¡Qué pena que no viniera
un diluvio universal
y se ahogara del alcalde
al último concejal.
En la misma línea, también interviene el agua en ese magnífico y punzante poema que es “Manifestación disuelta por la lluvia”. [...]

La presentación seguía, ya por otros derroteros. Pero antes de que escampe mi entrada de hoy, quisiera apuntar que parte del encanto de Pampaluna, el poemario que Rocío Arana escribió en su estancia en Navarra, reside en la feliz conjunción del entusiasmo sureño por la lluvia con la climatología lluviosa. Aquel poema donde habla del arcear del arce bajo la llovizna es inolvidable.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Elogio de la hipocondría

De todas mis enfermedades, la única real es la imaginaria. Del mismo modo que no sé pasar por un poema o una novela sin hacer mías su emoción o sus vicisitudes, soy incapaz de leer las indicaciones del prospecto de un medicamento sin convencerme de que fue hecho específicamente para mí. Oír la descripción de una patología es sentirla en mis propias carnes.

Por fortuna, además de una fuente de ingresos para los médicos, la hipocondría es una fuente de felicidad. Quien acude a una consulta convencido de padecer cáncer de huesos y resulta que tiene, quizá, un conato de reuma, sale dando botes de contento. Ponerse en lo peor facilita que la realidad nos sorprenda, en la mayoría de los casos, para bien. Mi fervor realista se fundamenta en que la vida misma acostumbra a endulzarme, contra todo pronóstico, la existencia. (Se complace, en cambio, en amargar a los utópicos.) Asumo, desde luego, que alguna vez mis sospechas se mostrarán fundadas; pero entonces me consolaré del disgusto echando en cara a mis incrédulos, guasones, indiferentes familiares eso tan satisfactorio de: “Ya lo decía yo…”

Para la práctica de la lírica, la hipocondría es maravillosa. Antonio Machado pensaba que escribir sobre la muerte es una obligación profesional de los poetas y que hay quien la cumple como quien rellena un formulario. No así el hipocondríaco, que lo hace con mucho sentimiento. Sin hipocresía ninguna, yo me he escrito varios epitafios. Entre ellos, el que me gustaría que grabaran en mi mármol: “Esperanza, compañeros:/ las almas viven y encima/ resucitarán los cuerpos”. El mismo Machado, que sabía que el golpe de un ataúd en la tierra es una cosa perfectamente seria, nos perdonará la sonrisa. Si nos pusiésemos perfectamente metafísicos, habría que proscribirla. O todo lo contrario, que teniendo en cuenta lo inevitable de la cosa, cualquier humor es —bien mirado— humor negro.

La hora de la verdad nos planta, como su propio nombre indica, frente a la honestidad en punto, y la hipocondría hace el papel de aquel esclavo que en los triunfos romanos iba susurrándole al Emperador: “Recuerda que eres mortal”. Sería de agradecer que nuestros hombres públicos (políticos, fiscales, magistrados) dispusiesen de ese Pepito Grillo virtual, por no hablar de la conveniencia de haber leído al menos la primera parte de la Divina Commedia y de creer en el Juicio. De esa forma ejercerían sus funciones —por ejemplo, en el caso de la legalización a medias de la ANV— sin tantas concesiones al cálculo inmediato, con más valor y coherencia. Con otra responsabilidad. Un memento mori a tiempo es de lo más saludable.
[Joly]

martes, 15 de mayo de 2007

Spoon River, Arcos

De Spoon River Anthology me gustan sus secuelas. Lo mejor de aquel libro, tan chato en el fondo, fue la idea ésa de los muertos contando sus cosas, que al solaparse configuraban la historia del pueblo. Pero Edgar Lee Masters, más que un poeta, fue un maestro, y Juan Rulfo le sacó mucho más partido a la lección. García Márquez también bebió de aquel río. El mejor poema de Spoon River, para colmo, fluye por las Vascongadas y es de Jon Juaristi, el solitario:

...............SPOON RIVER, EUSKADI

¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
y por qué hemos matado tan estúpidamente?
Nuestros padres mintieron: eso es todo.

.....................................["Suma de varia intención", 1987]

Lo que ya no sé es si son esas mismas aguas las que corren por Corral de muertos (1954) de Julio Mariscal, en el que también traza la historia de un pueblo, en este caso Arcos de la Frontera, a través de sus difuntos. A emoción, desde luego, no le gana nadie:

.....................ROSA

Se leía "ROSA". Y más debajo:
"¿CÓMO PODRÉ OLVIDARTE?"

Era una historia larga y triste
como un invierno seco,
que yo os puedo contar en dos palabras:

llegó una tarde
con el trigo maduro de sus veinte veranos,
con su enorme pamela,
con su blanca sonrisa casi núbil.
pegada a un hombre seco,
ya maduro,
de estrellas, ordenanza, escalafones...
se la vio muchas veces
en los primeros bancos de la misa de doce,
en el baile artesano,
en esa plaza de todos los pueblos
hecha para la sosa, azucena alegría del domingo.
Tenían una casa, pequeña y recargada como una cornucopia
con su huerto y sus finos miradores...

Bueno y ahora, ¿qué importa todo eso?
Aquí, clavada a cuatro letras
y una interrogación
—"¿Cómo podré olvidarte?"—
que tú habrás injertado
en una estrella más, en otra estrella
no para el oro de la bocamanga,
sino para la oscura noche del recuerdo.

lunes, 14 de mayo de 2007

Sintiéndome interpelado

La honradez intelectual, como las otras, no trae cuenta. Ando inquieto ahora (dando vueltas) con el comienzo de una frase de E. M. Cioran, que me interpela personalmente:
El reaccionario, ese conservador que se ha quitado la máscara…
Para colmo, ni el lunes ni los periódicos ayudan a tomarme la frase con indiferencia. Y tampoco tiene mucho sentido mirar hacia otro lado, o con simpatía (El liberal, ese conservador que se ha soltado la melena), o con retranca (El nihilista, ese progre que se ha mirado al espejo), o con memoria histórica (El socialista, ese nihilista que se ha llenado el bolsillo) o simplemente con mala leche (El centrista, ese idiota que piensa que pensar es sacar medias aritméticas). Lo que de verdad me importa es la pregunta: ¿llevo yo máscara o no hay que tomarse a Cioran al pie de la letra? Él, consciente de mi resistencia a la reacción, a propósito nada más y nada menos que de Baudelaire, insiste donde más duele:
Si se examina el pasado de un escritor y sobre todo de un poeta, si se analizan detalladamente los elementos de su biografía intelectual, encontraremos siempre en ellos antecedentes reaccionarios… La memoria es el fundamento de la poesía; lo caduco, su substancia. ¿Y qué afirma la Reacción sino el valor supremo de lo caduco?

domingo, 13 de mayo de 2007

Pilla-pilla

¿De qué sirve un blogg si uno no viene aquí a contar milagros como el de ayer? Paseábamos, tras la manifestación de rigor, por Cádiz capital con los Argüelles y sus niños Rafa, Carmen y Anita. Nos enteramos entonces de que era el cumpleaños de Carmen (6 bravos años, 6), que ya lee estupendamente. Busqué ansioso una librería y les regalé Poesía para sobrinos de Inmaculada Moreno, Fiesta de Canciones de Ángel Mendoza y Canto y cuento de José Mateos. Para Rafa, Manuel Machado para niños. Anita como es analfabeta aún y tampoco era su cumple se quedó sin libro, aunque su padre le compró no sé que cartulina o algo, para disimular mis arbitrariedades de tío postizo. El milagro no es que yo me aflojara la cartera, no seáis mal pensados; sino asistir al descubrimiento de la poesía que allí mismo, en la Calle Ancha, justo el día de su cumpleaños, hizo Carmen Argüelles. Abrimos el libro de poesía infantil de Mateos por la sección de pictogramas, y guiada por mi dedo, la niña empezó a leer: "En moto por la cocina / se pasea una [y aquí el dibujo de un ave de corral]". "¡Una gallina!", gritó, emocionada, la lectora, asistiendo al prodigio de que con un click verbal se conjugasen a la perfección una imagen y un sonido y una música y una historia. En sus grandes ojos azules se veía que ya todo estaba entendido. No llegamos a Misa porque los niños iban lentísimos, leyendo sus libros por la calle, absortos como pequeños filósofos. Y cuando su madre consiguió que los cerrasen, Carmen repetía de memoria: "Jugamos al pilla-pilla / debajo de la ... ¡sombrilla!" Al despedirnos, con su timidez absolutamente vencida, me dijo: "Los libros me han encantado".

viernes, 11 de mayo de 2007

Nieblas

Al principio me pregunté si los republicanos verían la tarde luminosa gracias a las declaraciones de su Rey, pero no, no era algo psicosomático. La climatología se entretenía en revolver las frases hechas: mañanita de paseo, tarde de niebla cerrada. Pronto empezaron a oírse las sirenas de los barcos (vivo muy cerca del mar) que daban una nota de color (local) al cuadro blanco sobre fondo blanco. Qué blando y agradable parecía todo, hasta que recordé que nada es más peligroso en el mar que la niebla y que tras esas sirenas graves y hondas habría hombres que navegaban con más angustia de la habitual. Cuando me acosté, seguían sonando y se confundían con los poemas de Raymond Carver que leía. También éstos daban una nota de color (internacional) a mi acolchada biblioteca de las sábanas blancas, pero igualmente llegaban desde la niebla y la angustia.

jueves, 10 de mayo de 2007

Cathaysa

Llevaba quince días mordiéndome la lengua o, mejor dicho, los puños o, mejor dicho, el teclado del ordenador para no hablaros de Cathaysa. Quería que se publicara en "El País de los Estudiantes" la entrevista que me hizo para hablaros de ella con la excusa del enlace. La espera ha sido en vano, porque ahora, que ha salido, resulta que la página no se puede enlazar o no sé hacerlo. Pero no importa, porque en la entrevista yo no decía nada nuevo y hay que tener cuidado en los bloggs con que no nos estalle el autobombo entre las manos y, en fin, de lo que se trataba, ya digo, era de Cathaysa.

Es una alumna de mi Instituto a la que no doy clases y en la que incomprensiblemente no me había fijado hasta que entró en mi despacho acompañada de una grabadora y de un chico (casi) invisible. Lo más interesante de aquel día no sale en la entrevista inenlazable. Hablando con ella (y algo con él) me contó Cathaysa que, además de venir por las mañanas al Instituto y de hacer prácticas de Periodismo y de estudiar por las noches, dedicaba todas las tardes cinco horas a la Danza en el Conservatorio.

Cinco horas. Y yo, que voy de escritor y que iba a ser entrevistado dándome fuste, me revolví: ¿cuántos días --me dije-- le dedicas tú a lo tuyo lo que ella a su danza? Lo bueno de ser profesor es las lecciones que te dan. Y ahora, cada vez que me cruzo con Cathaysa por los pasillos, vaya si me fijo. Yo, y mi conciencia, que también se fija: ¡cinco horas!

miércoles, 9 de mayo de 2007

Europa

Es posible que usted, ocupado lector, no haya caído hasta ahora mismo en que hoy celebramos el día de Europa. Yo soy firme partidario de los días festivos, entre otras cosas, por esto. Si hay fiesta de la Patrona, a uno le crece la devoción; con las vacaciones de Navidad se despierta el espíritu navideño y por el puente del 28-F, casi nos creemos lo de Andalucía de primera. Hoy, sin haber ido al trabajo, en casa, tal vez todavía en pijama, seríamos profundamente europeístas.
[Continúa en el Grupo Joly]

martes, 8 de mayo de 2007

aPLAuso

De mi asistencia a la lectur A. de Fruela en Jerez salí con un propósito firme: leer a los jóvenes poetas de moda. Tampoco me iban a hacer perder mucho tiempo, que digamos, y estaría al día. Manos a la obra, las señoritas primero y ayer leí Tara de Elena Medel. Y vale, juro por la tierra roja que no voy a exagerar: mal no está.

Más tarde comí en casa de mis padres y por allí rodaba la reciente antología de Julio Mariscal (1922-1977) editada por Renacimiento. Supongo que Jaime se la dejó olvidada este fin de semana. La abrí al azar y ¡pum!:
Me decía mi madre:
"Ahora los libros que después tendrás tiempo.
Ahora los libros".
Y yo guardaba el corazón sin estrenar, ileso,
por teoremas y batallas.

Las tres, las cuatro y a las cinco en punto
la merienda: su leche con galletas.
Mis hermanos mayores perdiéndose en sus cosas
y el cartero de azul galoneado.
Pero a las seis cruzabas tú, el crepúsculo
te traía de la mano y ya Pitágoras
se empolvaba en mi olvido, y ya las rosas
clavadas en la página y el río
como un lejano, muerto crisantemo.

Eran las seis, cuando las nostalgias,
cuando el andar primero de las sombras,
y tú cruzabas y contigo el mundo
que mi madre quería para luego,
pero que yo llevaba entre los ojos.
Esto sí que sí, me dije, un poco avergonzado de mi falta de modernidad, de mis raíces de pueblo, de mi obstinación estética. Menos mal que cuando llegué a mi casa propia, otro pueblerino, Pla, me pasó el brazo por el hombro:
Las modas, a mí, siempre me han resbalado.

lunes, 7 de mayo de 2007

Lo contrario

Lo encontré en el tren cuando pensaba echar un rato estupendo de lectura, y aún así me dio alegría: fíjense si le tengo cariño. Fue mi preparador de oposiciones y derrochó una paciencia inagotable, de santo. Guardé el libro con una sonrisa. Plácidamente transcurría la conversación hasta que contó que ahora andaba en política. “Vaya, ¿en qué partido?”, respondí, confiado en el mal menor. Pero no, era el Partido Socialista de Andalucía (PSA), que es una cosa a mayor gloria de Pacheco, el antiguo alcalde de Jerez. Sólo las horas dedicadas (en los años de mis oposiciones) al póquer me permitieron poner cara de eso.

Días más tarde asistí a una lectura de Pedro Sevilla. Sus poemas hablaban —con una ternura a duras penas contenida— de la familia, del afán de trascendencia, del agradecimiento a los hermanos del colegio de La Salle e incluso del amor a España. Entre emoción y emoción, recordé de pronto que Pedro Sevilla fue cabeza de lista por Izquierda Unida (IU) para Arcos de la Frontera en las últimas municipales. Pero ni siquiera ese percance electoral consiguió empañar mi admiración por aquel poeta bueno (como poeta y como persona).

Estas experiencias le servirían a más de uno para hablar de la estupidez de las ideologías y para abogar por la indiferencia y el sincretismo político. Para mí es todo lo contrario: cuando se comprueba que en los partidos más inesperados (también en el del mal menor) hay gente extraordinaria, entran unas ganas irreprimibles de explicar a todos nuestra doctrina social: la del bien mejor.

domingo, 6 de mayo de 2007

La madre que parió el Día de la Ídem

Una tradición familiar es felicitarnos y regalarnos en los cumpleaños, los santos y, sobre todo, dejar que los Reyes Magos nos mimen a mansalva. Otra, contraria, es despotricar del Día del Padre, de la Madre y del Perrito que les Ladre. Y dolerme, de paso, de que no haya un Día del Hijo Primogénito, a lo que los demás hermanos podrían contestar que justamente, porque todos son los Días del Hijo Primogénito. Ahora bien, cuando venía a poner mi queja por escrito, me lo he pensado mejor, que para algo hemos quedado que a las tradiciones hay que depurarlas sin cesar. Aunque sea una táctica comercial que terminará solapando a la celebración de los santos, porque uno no puede estar haciendo regalos todas las semanas, también es verdad que produce sus buenas carretadas de ilusión y de dibujitos del cole y de versitos a mi mamá hermosa que huele como una rosa y que parece una mariposa, que quién sabe si serán el embrión del gran poeta del siglo XXI, o al menos así se lo parece a sus abuelas, que ya es bastante... Mejor pensado, me alegro del Día de Marras y le hago a mi madre este regalo de visión positiva de la vida, a ella que siempre protesta de que yo proteste siempre. Ea. Pues viva la madre que parió (aunque fuera don Ramón Areces) al Día de la Madre. ¡Viva!

[Y vergonzantes felicidades a todas las afectadas.]

sábado, 5 de mayo de 2007

Saber es ganar

Teníame ya pensada desde anoche la entradilla de hoy, hablando literalmente de pájaros y flores, cuando al leer la prensa muy de mañana he decidido guardarme mi cosa. Los agradecimientos diríjanse a esta crítica televisiva ejemplar del impagable Esparza. Saber es ganar, viene a decirnos. Y yo añado: y a menudo, callar.

Así que hoy os reenvío a los que saben: a esta entrevista con Hermann Tertsch, y, si os quedan fuerzas --que falta nos hacen--, a este artículo de Rosa Díez.

viernes, 4 de mayo de 2007

Terciando

Me debo haber perdido algo —no sé, que en un pueblo se hayan empeñado en conservar la vieja tradición de tirar una cabra desde el campanario o similar— porque, si no, se me escapan los motivos de las entradas de dos de mis más (y ya es decir) admirados contertulios de la blogosfera. De fondo tienen toda la razón, por supuesto. Dice uno: “Sólo habría que dar la batalla en favor de las tradiciones cuando éstas garantizan, frente a las innovaciones irreflexivas, la defensa de un orden moral”. A lo que yo respondo: “Amén”. Secunda el otro: “La labor regeneradora que debe hacer un conservador —para sí mismo, en primer lugar—, es considerar qué cosas merece la pena conservar”. Yo repito: “Amén”. Dichos los cuales amenes, confieso que a estas alturas de la historia tanto aviso me descoloca un poco, porque va de suyo. Quiero decir que en la misma entraña de la tradición está su depuración constante, a cargo de lo inexorable del olvido y el acabamiento. El conservador irremediablemente ha de preguntarse qué hay que conservar de entre lo mucho bueno, puesto que conservarlo todo es imposible y lo malo ya sobraba desde el principio. Además las innovaciones reflexivas de ayer terminan engrosando las tradiciones de hoy, que también habrá que defender mañana. El conservador lucha dentro y contra la corriente del tiempo una batalla que de antemano sabe perdida y que a la vez es inacabable, lo cual le da ese halo suyo de melancolía y de emoción y hasta, si se me permite, de heroísmo trágico. Sólo la memoria misericordiosa de Dios podrá salvar la suma de lo noble, lo hermoso o lo delicado que los calendarios revuelven sin parar y se llevan por delante. La compasión, por eso, es el alma del conservadurismo. Y tras la piedad, la acción, en la medida (muy pequeña) de lo posible. Lejos de estar vuelto de espaldas, el amor a las tradiciones mira de frente, preguntándose qué puede ofrecer al futuro. Estas notas apresuradas, mientras reconocen las necesarias críticas (claro, claro), no quieren dejar de decir que también tendríamos que conservar a los conservadores, esa especie en peligro de extinción.

jueves, 3 de mayo de 2007

Juez y parte

Mientras uno escribe una reseña, tiene la ilusión de que sirva a los lectores y también, con suerte, al autor del libro. Una vez publicada, se da uno cuenta de que a quien tiene que servirle (Medice, cura te ipsum) es a uno mismo.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Rubias

Llevaba tres cuartos de hora de atasco camino de la feria de El Puerto y, para evitar el ataque de nervios, hice repaso mental de los motivos por los que uno acude, excepción hecha de los deseos de mi señora, que para mí son órdenes. El año pasado ya hablé de los atascos, los pisotones, los pimientos y la afonía; así que concentrarme en lo positivo me vendría bien, además de para los nervios, para el artículo.

Lo pensé muy detenidamente entre punto muerto y breve acelerón, y uno de los encantos de la feria son las flores en el pelo. Generan una sinergia por la que la melena es más fresca y cada flor más singular. Se adornan entre sí. Es tan bonito que da pena que ellas no se pongan su clavel o su rosa para ir a la oficina. Nos ahorraríamos, quizá, el atasco y el jaleo y el polvo de la feria; y algo de la pereza de los lunes, que hoy, miércoles, tras el puente, es triple.

Como una cosa lleva a la otra y además es lo que tenía más cerca, en el asiento de al lado, di en las rubias. Contra las morenas no tengo nada en absoluto, por supuesto: la superioridad estética de las rubias no es un axioma universal, como demuestra con el ejemplo la vicepresidenta del Gobierno, en constante lucha contra toda discriminación. Ya habrá tiempo en la feria del año que viene de hablar de las morenas, siempre y cuando a mi señora, que cada vez es más rubia, le parezca bien. Y hablando de sus mechas, qué hoguera de conceptos ardientes en sonetos flamígeros habría encendido un poeta barroco con esa palabra explosiva: mechas.

El mayor prestigio de las rubias podría deberse al encanto de lo exótico. Cada vez menos exótico, por cierto, y no solo por las fulgurantes mechas. Desde que hemos entrado en la Unión Europea abundan los niños rubísimos, incluso de padres muy morenos. Las leyes de la genética respetan la jerarquía normativa y se someten al Tratado de Maastricht, digo yo. Aunque nacidos en los últimos años (vade retro!) del franquismo, nosotros también fuimos rubios. Con la edad, nos vamos morenizando y tal vez el pelo claro sea un símbolo más de la inocencia perdida.

Contra todas estas razones, las morenas, que suelen ser tremendas, contratacan con el mito, inteligentemente explotado por Marilyn Monroe, de que las rubias son tontas. La experiencia nos dice que ni más ni menos que las propias morenas, como predica con el ejemplo la ministra de Cultura, esa animosa luchadora contra el tópico con sus mismas armas. Mi mujer, en cambio, lucha con el ingenio. Cuando una vez le gastaron la broma de que las rubias son tontas, rápida como una mecha, contestó: “yo no lo soy, me lo hago”. Rubia o morena, con o sin flor, ella sí que es tremenda. Si lo sabrá uno que allí estaba, yendo a la feria…
[Grupo Joly]

martes, 1 de mayo de 2007

Las buenas formas (verbales)

En la Misa de las Concepcionistas, el sacerdote es un innovador. Ya no nos desea: "El Señor esté con vosotros"; a lo que nosotros antaño le contestábamos educadamente y de corazón: "Y con tu espíritu". Él, que debe tener información privilegiada, asegura: "El Señor está con vosotros". A lo que uno, perdiendo del todo las formas, suspira: "¡Ojalá!"