jueves, 1 de abril de 2010

La vida es lo junto

Anteayer fue un día esquinado; ayer, redondo. Cuando al acostarme me pregunté por la causa de tanta euforia, me encontré con un buen puñado de motivos. Sin descartar que alguno más se me escape, fueron éstos:

1- Después de dos días sin café, nos llegó por fin el paquete de Nespresso y, además, me tomé otro en el bar “El Rempujo”. Qué bien me sentaron, Dios mío; hasta recité en voz alta el único poema de un tío de mi abuela: AL CAFÉ: “Hazme promesa formal/ de no faltarme en la vida/ porque eres una bebida/ para mí fundamental”.

2- El problema con el IBI se solucionó (previo pago) y, entre unas gestiones y otras, se me ocurrió un artículo, titulado Magna latrocinia.

3- Para hacer las susodichas gestiones, Leonor y yo dimos varias vueltas andando por El Puerto, que estaba descascarillado por tanta lluvia, pero esponjoso bajo la luz azul de una primavera que se ha hecho de rogar.

4- “Virgen de la Macarena,/ ponte la cara bonita/ que ya sabemos to er mundo/ que el Domingo resucita”, parecían canturrear los botones verdes que han salido a dos de las glicinias que el año pasado saqué de unas semillas. ¡Han pasado el invierno!Entonces fueron para mí muy importantes porque sentí la vida nueva entre mis manos, y lo siguen siendo.

5- Fui leyendo vuestros comentarios aprobatorios a mi artículo, que me animan muchísimo. Gracias.

6- San Pablo, nada más empezar la lectura, me dijo: Debemus autem nos firmiores imbecilitates infirmorun sustinere, et non nobis placere (Rom 15, 1).

7- Los cristaleros trajeron la tapa de la mesa que he diseñado con el carpintero de mi ies, y quedó preciosa. Qué de cosas estupendas parece que uno va a poder escribir cuando estrena utensilio.

8- Leí al sol.

9- En misa, me encontré con varios veraneantes que ya van llegando, y a la salida nos saludamos efusivamente, sin fingir.

10- Con otros veraneantes fuimos a cenar (peces).

11- En la mesa de al lado estaban unos amigos de unos amigos y, de pronto, al saludar al marido, contra toda esperanza, a pesar de la fuerza de la costumbre y del índice de probabilidades, recordé su nombre. (Él me llamó Pedro.)

12- Durante toda la cena, dos de los veraneantes nos estuvieron contando a tres de los indígenas, que oíamos con la boca abierta, el deporte que hacen y su plan de entrenamientos y sus lesiones y fisioterapeutas y su material deportivo de última generación. Uno de ellos es maratoniano y el otro se prepara para el triatlón. Yo tuve la sensación de no haber hecho tanto ejercicio en mi vida, aunque fuese de oídas y, para ponerme a tono, no pedí postre.

Son cosas pequeñas. Casi ninguna de ellas explica esa alegría honda. Sin descartar tampoco que la dosis de felicidad correspondiente al día anterior, como no la usé, se almacenara para el siguiente. Releyendo uno por uno los motivos, me hago preguntas. Por ejemplo: ¿cómo puede ser que algo tan bioquímico como un chute de cafeína me cause efectos tan espirituales? Y me las contesto sobre la marcha: lo del café puede ser, y qué. El hombre es eso, la mezcla, y la vida es esto, lo junto, como señaló Luis Rosales. Además la bioquímica tiene su humor... Así que, en la estela de mi tío bisabuelo, le casqué una copla, ea:
Para la memoria, el fósforo…
¡Tiene gracia la bioquímica,
pues un recuerdo se enciende
como —zas— una cerilla!

3 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Me alegro mucho de tu alegría.
Yo también le estoy dando vueltas a los Magna latrocinia, que eso me parece el sistema español actual.
Y en la homilía de hoy del Papa (¡excelente!), el el tercer párrafo por el final

El Gran Surmano dijo...

Fascinante.

Mora Fandos dijo...

He disfrutado mucho leyéndolo.