jueves, 18 de julio de 2013

Ingeniero


Pero no forzaré yo que mis hijos estudien Letras, Dios me libre. Lo malo no es el área del saber sino la falta de amor por todas y cada una y la presión subsiguiente. Me lo digo porque no me extrañaría nada que Enrique rompiese en ingeniero. Es asombroso lo ordenado y sistemático que es, con dos años y en un ambiente poco propicio. Mi desorden es absoluto, el de su madre, relativo, y Carmen ha salido al padre. Enrique es de una precisión que nos pasma: si va de la mano derecha por la calle no permite un cambio de mano, ésa es la suya, o viceversa. Lo último es que ha dado en aparcar su moto junto a la mía. Como entorpece la salida del coche en nuestro estrecho aparcamiento, la quito, la pongo en el jardín y vuelvo a cerrar la cancela. Cuando vuelvo a salir, ahí está de nuevo, ya cuatro veces, esforzadamente colocada ¡en su sitio! por nuestro futuro ingeniero. 



3 comentarios:

Ignacio Trujillo dijo...

La foto es genial, por lo que tiene de conmovedora esa imitación del padre.
¡Ojú, qué responsabilidad¡

Dolores dijo...

jajajaja, ¡brillante! Uno de mis hermanos ingenieros deja (al menos de momento) la ingeniería para hacer un Máster de Guión, ¡nunca se sabe!

Juan Ignacio dijo...

sí, sí, genial