martes, 27 de agosto de 2013

Cuatro trazos


I
Observo los cuentos infantiles que ven mis hijos y son la base de su educación y quedo pasmado de un detalle. ¿Qué pasa en Hänsel und Gretel, en Cenicienta, en Blancanieves...? Sí, la madrastra, pero qué me dicen del padre natural, que es un calzonazos desnaturalizado. Vaya, con los cuentos tradicionales, cómo se nota que los contaban las abuelas, esto es, las suegras. Luego me extraña que llamen por las noches a mamá

II
Ya he asumido que hay años que no escribo y otros que sí escribo poesía. Bien, vale, de acuerdo. Y ahora me pregunto, ¿cuándo estoy en crisis, cuando sí, cuando no, siempre, nunca?

III
Hay una convención de las novelas policíacas que es una maravilla. Todos los personajes principales han de tener un peso final en la conclusión del caso para mal o para bien. El asesinato del Orient Express es paradigmático, pero debe pasar en todas las narraciones redondas. Lo cual tiene una lectura mística de profundo calado, elemental, querido Watson. 

IV
Y he tenido que asumir otra cosa este verano. No soy un narrador, en absoluto, ni un año ni en los venideros. He ahí una gracia que no quiso darme el cielo, Dios sabrá por qué. Y yo, sin saber por qué, le doy las gracias, como de todo, que ya sé que aquí, como en las novelas policíacas pero mejor, después del muerto, todo encajará. Lo malo es que yo pensaba contar algunas cosillas de golpe, pero disimulando tras la máscara de la narración, y ahora las tendré que contar, si las cuento, poco a poco, a tumba abierta. 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que para la pregunta II, la respuesta más sensata no está entre las propuestas. Todas ellas miran el asunto desde el punto de vista del autor. Y hay que mirarlo, a mi entender, desde el punto de vista de Ella, de la poesía. Se escribe... cuando ella quiere. Es, pues, Ella (no uno) la que manda. (Véase el punto I). Y respecto a la IV, una vez más, no se preocupe usté tanto por el yo. Narre, cuando tenga algo que narrar, y la que tendrá que valérselas como mejor pueda será la narración. Uno no es más que la firma al pie; cosa perfectamente suficiente, y quizá incluso un tantico excesiva. YO no es el personaje importante, ni en esto ni en aquello, y conviene vigilar su indudable proclividad a meterse en todas partes. Decirle de vez en cuando "¡niño, no toques eso!", me parece a mí de lo más sano. Y necesario.

Kris Kelvin dijo...

Bueno, don Enrique, pues no narre, pero siga contándonos sus cosas.