domingo, 31 de mayo de 2015

Jerez y el misterio







Cuando José Luis López Linares repite que él, con sus películas, no viene, a diferencia de sus colegas, a cambiar el mundo, no está siendo sólo cáustico con el intelectual contemporáneo. Está siendo irónico, porque escondidamente viene a susurrarnos sensu contrario: vengo a conservar el mundo, su belleza, sus historias que merecen ser contadas. Y, sobre todo, nos está dando la llave con la que ver su cine.




lunes, 25 de mayo de 2015

Donde yo mismo me ayudo


El domingo fuimos y cruzamos en coche la Baja Andalucía, y tanto a Leonor como a mí como a los niños, se nos hacía la boca agua con el campo. Qué buenos terratenientes haríamos Leonor y yo, nos supirábamos a cada curva, quedándosenos los ojos prendidos tras cada cortijo en cada curva. Los niños iban señalando caballos y vacas, ganaderitos en potencia, pobres. Al final del día, a la salida de misa, un saludo causal y un comentario indiferente acudieron en mi ayuda. En realidad, era yo mismo el que acudía a salvarme. Nos dijo una conocida, hablando de otra cosa: "En Aracena, tenemos un fincón [sic], pero no vamos. Nos pasa como tu artículo de la playa. Que nada más llegar, tras descargar y eso, ya tenemos que volvernos y es una paliza". No creo que me hubiese convencido lo más mínimo si no hubiese aducido el argumento de autoridad de mi artículo, y recordándolo tres años después, nada menos, pero así, puesto entre la espada y la vanidad, no pude menos que darle la razón. 


domingo, 24 de mayo de 2015

sábado, 23 de mayo de 2015

Transparencias


Leonor me pregunta si transparenta su blusa, con caladitos. Me acerco, tembloroso, me inclino sobre ella. "No sé, tal vez, un poco". Me contesta casi divertida: "No creo que nadie me escrute así".

Yo no las tengo todas conmigo.

*

Dejé esta mañana el periódico en el jardín y el viento se ha llevado las hojas, a falta de otras, que queda aún mucho para otoño, pero no se debe perder la costumbre. Ahora, recogiéndolas, me ha maravillado lo sistemático del viento o lo meticuloso del azar: había hojas en todos los rincones del jardín. He pensado en la mano sabia con que tiene que repartir las semillas y el polen.

*

No todo ha sido lírico. Qué asombrosa respuesta de Miquel Barceló. Cuanto más la pienso, más me río. Sólo que me queda la sospecha de que se esté riendo del entrevistador. Pero entonces no hablaría de una su amiga ni se haría esa sobrasada de amor propio.

*

Leo la reseña de Manuel Vilas a Santa Teresa de Jesús, con una voluntad de epatar tan obvia que roza lo ridículo. Y lo curioso es que coincide en el núcleo con la mía: el quijotismo vivido hasta sus últimas consecuencias y, por otra parte, la precursora de la literatura del yo. Creo que no colgué el artículo porque no decía nada estrictamente nuevo, era muy divulgativo. Ahora, tras el vilazo, me lanzo:



jueves, 21 de mayo de 2015

Sueños son


Hoy me soñaba que estaba ante una palmera llena de cotorras. Cargaba mi escopeta. Apuntaba con tino. Pero al apretar el gatillo, no sonaba el disparo. Me despertaba el silencio. Me ha pasado tres o cuatro veces. 

Si fuera freudiano, lo relacionaría con la campaña electoral. Pero estoy más en la sorpresa por la esa frontera entre la realidad y los sueños, tan dolorosa. Hace dos noches tenía que acabar un libro y me dije: "Me quedaré leyendo esta noche, pero imaginaré que sueño, que sueño el argumento del libro. Así, por la mañana, estaré descansado, como si hubiese dormido como un tronco y con sueños, si no felices, desde luego interesantes". No funcionó. A la mañana siguiente estaba hecho polvo. Eso sí, vacunado contra el tópico de que leer es soñar y los mundos de la imaginación y bla, bla, bla.


miércoles, 20 de mayo de 2015

Misterio en el hospital


Antes de entrar en la habitación del hospital, les digo que hay que portarse muy bien. Así que si sienten irrefrenables deseos de gritar que salgan al pasillo. Tocamos a la puerta y entramos cariacontecidos los cuatro, como corresponde. Quique, muy serio, sale despaciosamente a los cinco minutos sin que nos demos cuenta. Y escuchamos en el pasillo un alarido terrible: "¡Aaaaahhhhh!". Tras el que vuelve a entrar, severo y circunspecto. 

No he logrado aún que me aclare si su obediencia fue extrema o si se estaba quedando conmigo. Lo que está claro es que él muy de gritar nunca ha sido. 




martes, 19 de mayo de 2015

La gracia y las avispas


Me mandan este vídeo que es una crítica relativamente graciosa al sistema:


Bromas aparte, han puesto involuntariamente el dedo en la llaga. El problema de verdad no es la reforma laboral última ni la última reforma educativa, sino esa señora que dice "como el puto culo". Ahí está el mal.


lunes, 18 de mayo de 2015

Todo lo contrario


Encuentro por la calle. "Eh, Enrique, hola. ¿Qué vas, hablando solo?". No, todo lo contrario. Iba rezando el rosario. 


jueves, 14 de mayo de 2015

miércoles, 13 de mayo de 2015

Escatológico


Algo de lo que no te avisan cuando te hacen jefe de estudios de un ies (y mira que te advierten de cosas) es que tendrás que lidiar con todas las enfermedades de los alumnos del instituto, siendo el que da permisos para irse a casa. De manera que tengo un conocimiento exhaustivo de los problemas gastrointestinales de todos. Son muy frecuentes, alentados, me temo, por las ganas de salir. Lo malo es que reales o figurados todos tienen el mismo procedimiento. Ese hilillo de voz del alumno, que pone cara de pálido y se pasa la mano por la barriga. Yo firmo el pase sin dudar de su palabra ni un ápice, porque me gusta confiar en la gente y porque si me dan más explicaciones es peor. 


martes, 12 de mayo de 2015

La demostración implícita


Democracia y nihilismo de J. Miguel Serrano Ruiz-Calderón. Muy interesante ensayo (o ensayos reunidos) sobre Nicolás Gómez Dávila. El libro trae una demostración implícita: demuestra a las claras la superioridad de Gómez Dávila, porque sus escolios destacan no sólo sobre las muy solventes glosas e interpretaciones de Serrano, sino también sobre las de aquellos que trae a colación e, incluso, sobre el centón de citas (una antología implícita, por cierto) de autores reaccionarios. Aunque mi ficha era de este libro, el Barbero no pudo dejar de recoger estos escolios:

Stabilitas loci—como la regla benedictina lo ordena. El errante yerra. 
0 
El derecho se convierte fácilmente en simple arma política allí donde no es consuetudinario. 
0 
Camino entre tinieblas. Pero me guía el olor de la retama. 
0 
Al reaccionario nunca lo juzgan por lo que dice, sino por lo que suponen que dijo.
0 
¿Quién no teme que el más trivial de sus momentos presentes parezca un paraíso perdido en los años venideros? 
0 
Los que carecemos de talento traducimos meramente textos anónimos y públicos en el idioma de nuestras preocupaciones personales. [lo cita Serrano hablando de su falta de ambición de originalidad] 
0 
Quien acepte el léxico del enemigo se rinde sin saberlo. Antes de hacerse explícitos en las proposiciones, los juicios están implícitos en los vocablos.
0 
Todo pedagogo es furtivamente analfabeto. 
0 
La cultura no llenará jamás el ocio del trabajador, porque es el trabajo del ocioso. 
0 
Quienes defienden lo existente luchan por algo concreto: un privilegio, una estructura social, un bien encarnado; en contra, quien batalla por un programa abstracto puede creer que defiende lo universal. El izquierdista se cree generoso porque sus metas son borrosas. 
0 
Un técnico es un peón que por azada tiene una fórmula. 
0 
Todo fin diferente de Dios nos deshonra. 
0 
La democracia no es atea porque haya comprobado la irrealidad de Dios, sino porque necesita rigurosamente que Dios no exista. 
0 
De todos los modernos sucedáneos de la religión probablemente el menos abyecto es el vicio. 
0 
No hay que desesperar del ateo mientras no adore al hombre. 
0 
De progreso se podrá hablar si logra hacer al hombre menos feo, menos bruto, menos caco. 
0 
La palabra “humanidad” en boca del católico es signo de apostasía, en boca del incrédulo presagio de matanzas. 
0 
Cierto modo de hablar de la “moral evangélica” delata inmediatamente al ateo. 
0 
Siempre se trata de un suicidio cuando algo auténtico muere. 
0 
La ironía transforma en benevolencia el odio impotente. 
0 
La única cosa de la que nunca he dudado: la existencia de Dios. 



lunes, 11 de mayo de 2015

Un trozo de su Imperio



El buen amigo da la razón a mis miedos. Yo no quisiera que el artículo diario diese al traste con Rayos y truenos, que es lo que más aprecio, pero el blogg se resiente. Me ofrece su consejo. Tengo que seguir hablando de los libros que leo. El barbero del rey de Suecia es imprescindible. También algún atisbo de vida literaria, hombre. Algún aforismo suelto, desde luego. Me falta mala leche, eso está claro. Hablo demasiado de mis hijos. Cuelgo demasiados dibujos de Carmen. Lo entiende, porque lo demás lo vuelco en los artículos, pero aún así... Yo tomo notas mentales y doy cabezadas de asentimiento y de arrepentimiento, alternas.

Aprovecho que vuelvo en el tren leyendo Lugar de lo sagrado de Lutgardo García, para poner en práctica nuestras buenas intenciones. 

Carmen me quita el libro a cada rato. Dice, mirando la gran foto que abre el libro: "Qué guapo". A Leonor y a mí nos hace gracia tanto embelesamiento, y pedimos motivos. Contesta: "Eres tú de joven, ¿no?". Me río  (1) porque Lutgardo en un momento del libro habla de su cara de niño; (2) porque recuerdo a César Fernández Moreno que contaba que cuando un argentino lleva un libro bajo el brazo es el suyo, y Carmen parecía haber deducido lo mismo de su padre; y (3) porque, al enterarse de que no soy yo, retira el piropo. Pero no me devuelve aún el libro ni el lápiz:





Quizá fue otro empeño inútil tanto buscarme un ex libris. El mío tendrían que ser los garabatos de mis hijos, que marcan de veras los libros que sí leo. Dejan sin mácula, denunciantes, los que sólo compro: ésos que leo con los ojos

Por fin, en un oportuno traqueteo del tren, recupero el volumen. Ahora Enrique pide su porción de la herencia. Le enseño a leer la palabra "todo" sobre un verso de Lutgardo: "todo empieza en tus brazos". La t con la o, to, la d con la o, do: to-do, todo. Se pone muy contento. Intento hacer un chiste szymborskiano (a propósito, ¿alguien puede animarme a leer, por favor, la biografía que acaba de salir?). El chiste: "Quique, ya puedes leer "todo", ¡todo! ¿te das cuenta? ¡Sabes leer!". El chiste no lo coge. Ni su madre. Ni nadie del coche, aunque van todos atentos (qué remedio, los pobres) al jaleo que nos traemos. Atentos y muy serios.

A duras penas, voy avanzando en la lectura. Pero sin la concentración que requiere un afeitado apurado. Me divierte el sevillanismo militante de las dedicatorias: tiene un calor especial. Y me consuela pensar que con este manuelmachadiano poema que copio aquí os daré una idea del libro: su perfecta factura, sus referencias literarias y artísticas constantes, que incluyen hasta una de Juego de tronos, su ironía fina y, al final, una dulzura emocionante que nos dibuja una sonrisa en el rostro casi tras cada poema:

La Infanta Margarita en traje azul  

 Nadie más cortesana ni coqueta 
que esta pálida infanta de ojos fríos, 
de mano lacia y de barbilla quieta.  

 Tiene el azul antiguo de los ríos 
y cierta distracción en su semblante 
de niña encarcelada en poderíos  

 que quiere hacer volar su guardainfante. 
Hay mucho de realeza y de misterio 
en su modo sereno y elegante.  

 Mas sé que, aunque su rostro sea tan serio, 
por jugar con María o con Inés, 
cambiaría hoy un trozo de su Imperio.





domingo, 10 de mayo de 2015

Y termino


Hace varios años, hablando con mi hermano Jaime, a ambos se nos ocurrió a la vez el título de nuestro último poemario: Colorín colorado. Jaime lo dijo antes, y adquirió, por tanto, el derecho de propiedad intelectual. Es un título que lo tiene todo. Con un libro así, dará gusto morirse. Yo, anoche terminaba de oír esta conferencia, y viendo a Juan Bautista Fuentes decir (entre tantas otras cosas apasionantes), decir a cada rato: 'Y termino', vi que sería un título de libro último muy bueno, también. Lo que pierde de gracia (que tampoco es tanto) lo gana de dramatismo, que un poquito será natural, supongo. 


viernes, 8 de mayo de 2015

Que por mayo, era por mayo


Ayer perdí varios seguidores de Twitter en mi campaña a favor del chochín como pájaro nacional inglés. Serían partidarios del mirlo. Vivo en vilo, sin saber el resultado. Mientras tanto, un gorrión en celo, que es un pájaro muy mío, ha venido a consolar mis horas de despacho. No es ni el ruiseñor ni la calandria, pero yo tampoco soy el prisionero. Váyase, pues, lo uno por lo otro.



jueves, 7 de mayo de 2015

Elecciones en Albión



Qué interesante todo en Inglaterra. El incierto resultado, las muy británicas maniobras, los pactos... Y yo todavía vivo con el corazón en un puño por el otro proceso electoral:


¿A quién votaría yo, al chochín, al petirrojo? Qué mar de dudas, qué aire de dudas, mejor dicho, qué cielo. Quizá al petirrojo para Inglaterra, al jilguero para España, al verderón para pájaro autonómico de Andalucía, y al chochín para Portugal, que fue donde mejor lo vi, bebiendo de una fuente... En el PP nos salen ahora, hablando de pájaros, con que no es gaviota, no, qué va, sino charrán. Les alabo el gusto, porque el charrancito es una maravilla, la golondrina del mar, pero este viraje al centro, a estas alturas, ¿nos lo creemos o no?


miércoles, 6 de mayo de 2015

Detalle


Ayer almorcé en mi antiguo colegio por una reunión de antiguos alumnos (que todo me es antiguo ya). Uno de mis colegas de junta directiva de A.AA.AA. me dijo en un aparte, con verdadero deleite, mientras él y yo repetíamos: "Cómo ha mejorado la comida, eh". Me emocionó. No porque estuviese de acuerdo, sino por todo lo contrario. Yo ya escribí mi historia:



Vi que en ese comentario de mi amigo estaba implícita la estupenda comida de antaño de su madre... y lo mal que comerá ahora, el pobre. Y todo, para mayor delicia y delicadeza, inconsciente. 


***** ***** *****

Los deseos de Itxu Díaz para mí son órdenes, y ha protestado de la miniletra del artículo. Lo reproduzco aquí con letra normal, aunque a mí lo que me gusta es el comentario de mi amigo y su mar de fondo.

GOURMET GROSSO MODO

Casi todos califican la educación que recibieron en su casa como la mejor, oh. Uno los mira atónico, aunque lo entiende: siendo la instrucción de cada cual su baremo para juzgar a todas, la suya es juez y parte. A pesar de tener esto muy observado y reído —entre dientes—, no puedo tirar la primera piedra. Yo también consideré la mía intachable.

En la mesa, más que nada. Mis hermanos y yo comemos de todo y, al mínimo resquicio, repetimos. Mi vida ha sido un paseo triunfal por los comedores del mundo. Aún se les saltan las lágrimas a las cocineras de mi antiguo cole cuando nos saludamos. En el colegio mayor las chicas que trabajaban en el comedor enseguida me identificaron como su más fiel partidario. Incluso en la mili puse una pica en Flandes de aquella cantina desangelada. Pero el momento de mayor gloria ocurrió antes, cuando de niños visitamos Marruecos con varias familias amigas. Una noche nos dieron una sopa que traía dentro unas gallinas enteras, flotando, como en las riadas. Los Máiquez fuimos los únicos que cenamos, bajo la mirada orgullosa de mi padre, que llegó al estremecimiento cuando pedimos más. Estremecimiento de satisfacción del patriarca; de franco espanto del resto de comensales.

Durante muchos años pensé que todo se debía a nuestra educación espartana. No caí en que esas comidas (gallinas inclusive) nos parecían bastante buenas, de modo que de sacrificio y autocontrol nada de nada. En cuanto me casé, empecé a abrigar sospechas. En mi familia política son extremadamente exquisitos con la alimentación, y todo es elegantemente escaso, y está en su punto, y las materias primas resultan de una importancia primordial, sólo equiparable al cumplimiento estricto de las recetas más sofisticadas.

En casa, mi madre cocinaba grosso modo. Siendo una excelente cocinera, su especialidad eran los atajos. Y como farmacéutica, experimentaba. Si algo podía hacerse en menos tiempo y con menos complicaciones, por ahí. El interés estaba concentrado, sobre todo, en la cantidad y en la puntual periodicidad. Nosotros, con ese entrenamiento, llegamos a los comedores escolares, universitarios y militares como un cuerpo de combate, dispuestos a todo.


Ahora, degustando demoradamente los delicados y escogidos y contados manjares de mi familia política lo veo claro. Veo claras las diferencias de estilo, que en casa de mis padres, aunque falta ella, se han conservado, y veo que lo ideal sería no perder ni el estoicismo pantagruélico de mi sangre ni el recién adquirido hedonismo ascético. Las navidades, yendo a comer como una pelota de una casa a otra, en una gastronómica ducha escocesa, serán un buen entrenamiento. Lo mejor de la educación es que no acaba. Mi reto ahora es afinar el paladar hasta las sutilezas de mis nuevos parientes sin perder la amplitud de horizontes que heredé de mi madre. Y reconocer siempre en ambas cocinas el mismo ingrediente fundamental: el amor. Ése, que no falte. 

martes, 5 de mayo de 2015

Lo que importa. Rivero Taravillo


Creo que este libro suyo último, Lo que importa, es el que más me ha gustado de Antonio Rivero Taravillo. Para saberlo con certeza, tendría que ponerme a comparar y eso es feísimo, así que lo dejaremos en la vaga (en todos los sentidos) impresión.

Creo (vuelvo a creer) que la clave está en los versos que abren el libro:
You even avoided 
The monotony of perfection by leaving in certain flaws  
John Ashbery
En principio, estoy en contra de las citas metapoéticas y autojustificativas, pero aquí no, porque Rivero Taravillo luego cumple. Él, que si no es il miglior fabbro, le falta poco, trae incorporado de serie el riesgo de una perfección retórica (muy propia del consumado traductor que es) algo fría, que en esta entrega sortea por derecho. Algunas muestras:  

Borrasca  
Agobiado por negros pensamientos, 
el cielo 
se rasca la cabeza. 
 Los niños saltan con sus botas 
en las preocupaciones.
 *
  Hiedra en el suburbio, otoño 
Con tinta roja, 
la belleza corrige 
la realidad.
 *
 La rampa 
Cuando era joven, 
me parecía muy estrecha y empinada 
a rampa del aparcamiento de mi viejo. 
 Ahora que he heredado su plaza, 
Más empinada y estrecha me parece.
 *

Peso muerto  
Hago flexiones en la alfombra.  
Prolépticamente puedo decir  
cuánto pesa un cadáver. 
*

Sobre la tapia  
Amanecida, 
la adopta la pared, 
huérfana sombra.


 Me ha resultado más fácil copiar poemas cortos, pero también los tiene más largos igual de emocionantes. Una oda al teléfono de antes, con su tambor de números, por ejemplo; o el columpio final, que es extraordinario. 

lunes, 4 de mayo de 2015

Nostalgia del elogio del petirrojo


Aunque sea la metáfora menos apropiada para esta entrada, a las ideas hay que dispararles cuando pasan al vuelo, si no se escapan. La otra noche, cuando comprendí que había pasado otro invierno y que no había escuchado el canto del petirrojo, sentí una nostalgia muy intensa de mi casa anterior y del petirrojo diario. Una nostalgia que se podría convertir literatura con sólo dejarla suelta. No sé por qué no lo escribí enseguida. Me he acordado ahora, cuando ya es tarde, porque este fin de semana he vuelto al presente y cuánto he oído los cantos de los jilgueros y de los verderones o verdecillos, que no sé, y de otros pájaros que ya ni la duda tengo de cuáles pueden ser, pero qué fiesta. Adiós a aquella nostalgia tan pura, pues.




domingo, 3 de mayo de 2015

¿Qué se dice?


Fin de semana de plan familiar. Rodeados de atentos tíos a todas horas, mis hijos responden satisfactoriamente: besan y dan las gracias sin descanso ni desfallecimiento. De pronto, una nube de crítica oscurece mi radiante orgullo de progenitor. No es tan meritorio que den las gracias, pues ya han aprendido que ''gracias'' es la respuesta automática a nuestro raudo, ''¡Eh, qué se dice!'' El mérito por tanto es de Pavlov y su movimiento reflejo. 

Pero un rayo de metapoesía rasga el nubarrón de autocrítica y asisto a un repentino rompimiento de gloria. No son sólo los niños. Nosotros también, cada vez que nos preguntemos qué digo o qué se dice ante esto o ante aquello. No tendríamos que dudarlo un segundo, sino saltar, raudos y radiantes, y exclamar: ''¡Gracias!''