sábado, 31 de diciembre de 2016

Llaguitas


No esperaba acabar el año con una lección moral, pero qué le vamos a hacer. Leonor se quejaba de una llaguita en la boca y, abriéndola (la boca, no la llaga) me la enseñaba. Son cosas que hay que ser muy guapa para permitirse: la boca abierta, los labios doblados y tirantes, reversibles, por la acción firme de los pulgares (empujando de abajo arriba) y los índices (dando la vuelta), lenguaje ahogado, etc.

Yo miraba con gafas, sin gafas, a la luz, en el espejo, con  la linterna del móvil, y nada, no veía nada. Al final, le decía que sí, mintiéndole, porque, al fin y al cabo, no necesitaba contemplar la llaga para sentir la empatía.

Pero ahora me ha salido a mí una llaguita, y he ido al espejo, y me la he visto a la primera. Asombroso.

A Leonor no le voy a decir nada porque no creo que me la vea y porque la operación de la boca abierta yo no me la puedo permitir.


viernes, 30 de diciembre de 2016

Para eso eres rojo de corazón


[Poema de Carmen]


—Fuego rojo rojo,
fuego rojo rojo,
déjame un deseo
que para eso eres rojo de corazón.

El fuego me contestó:
—Vale. Dime cuál es tu deseo.

Yo le contesté:
—Es que me devuelvas a mi novia.

—Vale —dijo el fuego.

—Gracias —le contesté.


jueves, 29 de diciembre de 2016

Pueblerino


Pá qué ser nacionalista
pudiendo ser provinciano 
o, aún mejor, pueblerino. 
La catetez es la misma,
mas todo está más a mano 
y, más o menos, más lírico.

Me encanta pasear por mi pueblo. Me encontré con un amigo que iba a pasar el fin de año a Viena. "Yo me quedaría aquí más a gusto que un arbusto, pero a mi mujer le hace ilusión..." Si hubiese sabido pronunciar francés le hubiese dicho: "— Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère! —"  Le di un abrazo.

En la cafetería, la cantinera —aguardentosa y maquillada— cierra un ojo, agacha la cabeza y mira hacia afuera: "El día se está poniendo muy feo". El día es de diciembre y ya está. Lo que tiene de feo es que no es marzo, pero vale. Su marido le dice: "¿Por qué siempre dices "muy feo" mirando hacia Paco?" Paco, el típico cliente habitual, contesta, muy halagado: "Feo sí que soy, pero gracioso". 

Sin duda, mucho más que el que le plantó este nombre a su negocio:




Aunque tiene una ingenuidad de la que también te tienes  que reír.

Compré un número de la lotería del Niño, por la Epifanía y por si me toca y me puedo dedicar a pasear por mi pueblo. 




miércoles, 28 de diciembre de 2016

Campana sobre campana


Hace un tiempo que escribí el artículo para Nuestro Tiempo. Me llega ahora publicado y le descubro que tenía un secreto e inconsciente espíritu navideño. Qué bien.


El artículo del Diario sí tiene intencionadamente un espíritu navideño familiar, aunque trufado de aliento mosaico y tablas de la ley.

Y como no callo la boca ni bajo agua, un tercer campanazo, sobre las campanillas del final de año y el rito de escoger sus personajes principales. 

martes, 27 de diciembre de 2016

Auto-psicoanálisis


Me he descubierto una asociación subconsciente inquietante. Para mí, la muerte es, sobre todo, el accidente que interrumpirá mi lectura, dejándome tres o cuatro libros sin terminar. Será otras cosas, claro que sí, pero en el corazón o en los riñones, la veo, a bote pronto, así. Y entonces cuando alguien viene a interrumpirme la lectura sin una justificación trascendente no puedo evitar el susto: es como si hubiese visto a la parca, con su guadaña y todo. No es un simple fastidio, es un memento mori con todos sus avíos.


domingo, 25 de diciembre de 2016

La prueba


Se dice en el colofón de este año que el villancico lo escribimos en familia. Puede parecer un tanto presuntuoso, pero yo tengo la prueba. El pie métrico lo dio Carmen y tanto ella como Quique lo fueron siguiendo con compás. No escribo yo tanto en pentasílabos. Y "Jesusito", que tan bien queda en el texto, no es una palabra mía, sino de Carmen.

Aquí un villancico sólo de ella, muestra su querencia por la palabra "Jesusito" y su afición por el verso pentasílabo. Es una prueba infalible.




Con Jesusito 
todo está fino: 
san José toca 
la pandereta, 
mientras María 
se echa una siesta.

Estamos quizá ante el primer prodigio del Niño, que trae paz y alegría a la Sagrada Familia. San José podía el hombre tocar la pandereta a todo trapo sin interferir con el merecido descanso de la Virgen. Un milagro conyugal.

***

Cortesías.- Nos escribe CRM: Me ha venido a la cabeza esta pintura del siglo XV. Aquí la Virgen lee, quizá antes de la siesta. Feliz Navidad.




miércoles, 21 de diciembre de 2016

Sospechoso



Me está pasando últimamente con frecuencia, como si quisieran dejarme clara esa lección antes de que acabe el año. Voy a escribir algo y se corta la conexión. Cuando vuelve, lo he pensado mejor y aquello era una tontería. Me devuelven una carta porque la dirección estaba mal y suspiro porque el contenido estaba peor. Voy a llamar a uno y no tengo su teléfono y luego descubro que no hacía falta y que hubiese sido contraproducente. 

Lo sospechoso es que todas estas gestiones y comunicaciones interrumpidas eran innecesarias o dañinas, todas, de modo que empiezo a pensar si no lo serán también las que no se interrumpen. Es sospechoso este acierto en el error en el 100% de los casos. 

La lección es el silencio (aunque eso es fácil —valga la paradoja— decirlo).


jueves, 15 de diciembre de 2016

No tiene precio


Que tu hija te despierte a las cinco y pico de la mañana llorando, gritando bajito, pero que te diga: "Papá, en mis pesadillas, eres superbueno..."

*

"No puedo dejar de llorar porque tengo los ojos llorosos". Y uno duda si es una relación de proximidad, o por aprovechar que los tiene llorosos ya para llorarlos, o qué. Pero se explica: cómo va a hacer de hebrea en el portal viviente del cole con los ojos llorosos. ¿Dónde se ha visto una hebrea llorosa? Puede ser, Carmen, le digo, que la hebrea llore de emoción y alegría. Eso la consuela.

*

A las doce de la noche, ya se había levantado con fiebre (que espero que no me contagie precisamente ahora) y con vértigos (que espero no haberle contagiado yo, por imitación). No quería volverse a la cama y yo no quería que despertase a su madre. Decidimos dormir en el salón, avivando la moribunda chimenea que era una gloria. Quique se despertó y se sumó a la fiesta. "Parecemos vaqueros, durmiendo alrededor de la hoguera, con mantas", les dije. "U hombres primitivos", corrigió Quique, menos peliculero. Carmen no tenía sueño y pretendía charlar. Yo corté por lo sano: "Esto no es una fiesta de pijamas, ojo. O jugamos a los vaqueros que duermen junto a la hoguera porque mañana les espera un día larguísimo de caravana y comanches borrachos o no jugamos. Que la hoguera es mía". 

*

Acabamos cada mochuelo en su litera, hasta las cinco y pico del grito llorando maravilloso de Carmen.


martes, 13 de diciembre de 2016

La vuelta como un calcetín


Un clásico es el escritor, sobre todo, el poeta que se pregunta si mereció la pena su vocación. Yo ya jamás me haré ese pregunta, porque me bastará releer la delicia que me ofrece un amigo:



Vale la pena haber sido escritor (con todas sus servidumbres aparejadas y miserias) por esa sonrisa. Que, como quien no quiere la cosa, hace dos cosas contradictorias a la vez. Entiende profundamente mi aforismo y me lo vuelve al revés como un calcetín. Yo pretendía escribir una crítica a la excentricidad y ha resultado una defensa y un homenaje. Me gusta más ahora.


lunes, 12 de diciembre de 2016

119 Salmo


(Esto no es una tesis, eh, sino una intuición, apenas.)

Estaba leyendo el Salmo 119 donde con hermosas palabras y a varias voces el salmista va cantando las alabanzas de la ley de Dios y la emoción y plenitud de su cumplimiento exacto.


Con mis labios proclamo 
todas las normas de tu boca. 
[...] 
En tus estatutos pongo mi gozo.   
[...] 
Mi alma se consume anhelando 
de continuo tus leyes. 
[...] 
Corro por el camino de tus mandamientos 
porque has dilatado mi corazón. 
[...] 
Dame inteligencia para guardar tu ley. 
[...] 
He llegado a ser más docto que todos mis maestros 
porque tus preceptos son mi meditación. 

Nadie diría que el salmista considera estrechos los mandamientos de Dios ni mezquino su cumplimiento, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando tras tanta exactitud exclama "Venga a mí tu misericordia, Señor". Ah, me dije, fulminado, esto es. La misericordia no es lo que excusa del cumplimiento de la ley, sino la manera con que Dios mira al hombre, gracias a Dios. Poner a la misericordia como la excusita para dar una esquinazo a la ley no sólo rebaja la ley, sino a la misericordia, que se convierte, paradójicamente, en una auxiliar de la ley en su versión incumplimiento. 

La misericordia es perfecta, libre, autónoma, el regalo de Dios a buenos y malos, pero a todos. Y la ley es otro regalazo. No son la cara y la cruz, no son medios regalos, ni piezas de un puzzle.


domingo, 11 de diciembre de 2016

Cervicales


Últimamente algo en las cervicales me da unos ligerísimos mareos. Lo curioso es que recuerdan mucho al leve flotar que producen tres o cuatro copitas de jerez. Recuerdan tanto, que por un efecto contagio en los vasos (o catavinos) comunicantes del subconsciente, me parece que me las he tomado. Y, por tanto, el mareíto me lleva cogido de la mano a una alegría chispeante y a un optimismo universal, como si el mundo fuese más ligero y bailante.  En vez del vino sin alcohol he dado con el vino sin el vino, que, tontería por tontería, es más respetuosa con el vino.

Constatado lo cual, me apresuro a decir que eso no quita nada en absoluto para que lo mejor de lo mejor sea el vino, vino


sábado, 10 de diciembre de 2016

Pocas experiencias más sutiles y mágicas


Lo dice Trapiello en Sólo hechos:

Pocas experiencias más sutiles y mágicas que micciones en pleno campo, en comunicación con la naturaleza, sobre las hojas secas, en las tapias de un templo abandonado, detrás de unas zarzas, oculto por el tronco de una encina vetusta, y no digamos bajo la luna llena, respirando el aire puro y frío de la noche, con el sonido de la micción sobre la tierra.

El texto sigue hablando de los haiyines y la belleza y es una maravilla. Lo he disfrutado mucho, sin que me distrajese la cobertura literario-moral al puro placer que cuenta, porque yo no la necesitaba. Es algo que sabía desde niño y en lo que me había hecho fuerte, además, una experiencia previa.

Hace unos años nos contó una amiga que se despertó por la noche y su marido no estaba y bajó a buscarlo y lo encontró orinando en el jardín, arrimado a un ciprés, bajo la luna llena. Aquello la pasmó. Pero el marido, que es un tipo rápido, le explicó que lo hacía por ecología, para no gastar tontamente el agua de la cisterna. Y ella nos lo contaba, a medias para comprobar si dábamos por buena la coartada, a medias para presumir, arrobada, de la inesperada conciencia ecológica de su cónyuge. Yo, que me sabía lo que cuenta Trapiello, sonreí por lo bajo y por lo alto me hice lenguas de la cantidad de litros de agua potable que se habrán ahorrado al mundo.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Ajedrez


Mientras repaso mi artículo, mi hermana María, que viene todas las mañanas al alba para llevar a los niños a la parada del autobús, juega al ajedrez con Quique. Les escucho hablar.

—Te voy a perdonar el caballo, Quique...
—Gracias, tía María. Yo tampoco te voy a comer este peón.
—Qué detalle. Muy agradecida.
—De nada... Pero la próxima, sintiéndolo mucho no te voy a poder perdonar...
—Claro, lo entiendo. No te preocupes.

Más que el juego del ajedrez, ámbito donde se odian dos colores, según Borges, parece un minué. No sé si resultará muy educativo. Yo, por mí, sé decir que cada vez que alguien en la vida me come de golpe y porrazo un alfil me quedo perplejo de su voracidad furiosa y su ordinariez. Se ve que jugaba igual al ajedrez cuando pequeño.



martes, 29 de noviembre de 2016

Arca de Noé


Diluviaba. La lluvia nos mantuvo todo el fin de semana en casa, felizmente. Yo salía a por leña, calándome hasta los tuétanos, y colmaba así mis ansias de aventura y vida campestre. A los niños les gustó jugar al dominó y no se quejaron del encierro, aunque se les notó.

Quique iba refunfuñando por el pasillo de mí: "Sólo le importa el dinero, sólo le importa el dinero". Me lo contó su madre, asombrada. Por no pegarle una torta y darle explicaciones racionales como un moderno pedagogo, yo le había rogado que no saltase por los sofás, que son muy caros, y que las cosas se estropean. Y que no jugase con el balón dentro de casa, que podía romper alguna lámpara. De todo lo cual, dedujo, con cinco años, mi atroz materialismo, que despreciaba, el tío, con un ardor sesentayochista.

Carmen, de mejor humor, dio en reírse de mí y de mis angustias. Sin piedad:



Tan real era mi angustia que hoy le he tenido que solicitar a Cervantes que me escriba la columna, lo que ha hecho, solícito.

El domingo por la noche, todos dormidos, me entró otra angustia. ¿No estaría condenando a Leonor a unos fines de semana de enclaustramiento estanco, que a mí me encantan? Pero el lunes, al alba, cuando nos habíamos levantado para trabajar, como la paloma y el cuervo que Noé soltaba por la ventanilla del arca, ella me dijo: "Qué pereza salir, con lo bien que lo hemos pasado los cuatro juntos todo el fin de semana". Y me compensó la guasa de mis hijos, y todo.



domingo, 27 de noviembre de 2016

P.P.P.

De Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas, que repasé para mi artículo de hoy, entresaco estas ideas:





A mayor descubrimiento interior, corresponde una mayor profundidad y un mayor descubrimiento lingüístico, y viceversa. Veremos la enorme importancia que puede tener la poesía cuando activa el mecanismo mental que conduce de la introspección a la expresión y viceversa. 
*
Dichosos los vanguardistas que aún son tan ingenuos como para creer en esas cosas. 
*
¿Por qué ya no escribo [poesía]? Porque he perdido el destinatario. No veo con quién dialogar usando esa sinceridad, cruel incluso, propia de la poesía. […] La poesía exige que haya una sociedad (es decir, un destinatario ideal) capaz de dialogar con el propio poeta. 
*
De los comunistas de salón pienso lo mismo que pienso del salón. Mierda. 
*
Un individuo que haga algo proponiéndose “mejorar el mundo” es un cretino. En la mayoría de los casos, quienes trabajan públicamente “para mejorar el mundo” acaban en la cárcel por fraude.
*
 La mansedumbre y la bondad, para ser tales, han de ser intrépidas (me lo decía mi madre, quizá no con sus palabras, pero sí con su ser).
*
¡Hay que hacer semiología de la realidad y no del cine! Pero si la realidad habla, ¿quién habla y con quién habla? 
*
La realidad es la única que puede ser, o ser vista, de una forma nueva. Si un director tiene una idea nueva de la realidad, dirá cosas nuevas en sus películas.
*
 [Cuando "el hermoso tropel de intelectuales, sociólogos, expertos y periodistas de nobilísimas intenciones" que hablan del fascismo continuamente treinta años después del fin de la segunda guerra mundial] Les digo: dejad de hablarme del mar mientras estamos en la montaña. 
*
¿Es un nostálgico el enfermo que sueña con la salud que tenía antes, aunque antes fuese un estúpido y un desgraciado? 
*
Para mí es más fácil escribir que hablar. Te dejo las notas que añado para mañana por la mañana. [Le dijo a quien estaba haciéndole una entrevista. Al día siguiente, apareció asesinado. Pueden considerarse sus últimas palabras.]



sábado, 26 de noviembre de 2016

Novela de amor



Inesperadamente, Carmen ha escrito una novela de amor, lo que me inquieta. Supongo que la culpa es mía por por ponerla a ver Como gustéis, como os conté

La novela es gráfica. "Érase un niño y una niña. Se enamoraron sin saberlo. Estaban en el colegio y eran de Europa" (obsérvese la bandera).





 Por las noches, antes de acostarse, el niño pensaba en la niña.



Reunió valor y la invitó a un plan estupendo. Al vivero:





 Por la noche fueron a la discoteca, que está muy setenteramente dibujada, por cierto. Lo mejor es cómo escribe Carmen "discoteca". Se ve que está condicionada por su padre.




 Tras el baile les entró hambre, y fueron a cenar a un restaurante.
 Tras tanto tiempo, ya no serían tan niños, porque él le pidió que se casarán y ella dijo "Sí".



La novela tiene su colofón, que es lo que prefiero (mejor que tanto amor) con su defensa de la relectura.


"Si os ha gustado, volver a leerlo".


viernes, 25 de noviembre de 2016

Precioso error

En mi antología sobre la poesía del padre, de inminente publicación, rehuí en la medida de lo posible la consulta con los autores, porque algunos, si te descuidas, te escogen los poemas que has de incluir y te vetan otros que te gustan mucho. Es un sacrificio, porque implica renunciar a una información de primera mano y de enorme interés. Para complicarlo todo, esa información, a veces, será veraz, pero dolorosa. Éste es el poema que yo había escogido de Jacobo Cortines:




A tiempo me entero de que el poema no está escrito, en realidad, a la muerte de un padre, sino a la de un amigo. Me confundió la belleza del texto, las iniciales de la dedicatoria, la serenidad elegíaca, el mundo rural...

Sabiéndolo, ya no me queda más remedio que quitar el poema, ay, pero no deja de haber sido un error precioso que plantea dos problemas, uno general y otro personal. El mío es si tengo menos atento el oído para la amistad que para la familia, me pregunto, escamado. ¿Por qué consideré que era, necesariamente, un poema filial? Aunque quizá me sirva como excusa, como sugiere Jacob Iglesias, que, al estar haciendo una antología sobre el tema, me haya pasado dos años viendo padres en todas las elegías. El problema general y metapoético es más enjundioso: ¿hasta qué punto hubiese sido legítima, basándose en el texto, esa lectura equivocada?

Por suerte, el nuevo poema de Cortines, que sustituirá a éste, también es estupendo.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Qué gran noticia


La historia parece imaginada por el  hijo de John Shakespeare. ¡Qué gran tipo tuvo que ser el padre de Hamlet, digo, de Shakespeare! John, por culpa de su cargo, era el encargado de cargarse las imágenes sagradas, según prescripción real, pero él las escondió cuidadosamente, como hace su hijo en las obras, ni más y menos.  Y cuatrocientos cincuenta años han aguantado ahí debajo, esperándonos, sin perder el color ni la sonrisa. Qué maravilla. A disfrutarlas.









miércoles, 23 de noviembre de 2016

Los nuevos aristócratas



Es el segundo libro que leo de Michel de Saint Pierre, y no será el último. Igual que Los nuevos curas, Los nuevos aristócratas no es una novela perfecta. A veces, por falta de talento del autor, que lo tiene otras veces; y también porque esa manera de dejar las cosas en el aire es, para él, la forma de dejarlas en manos de Dios. Él tiene la última palabra y, por eso, se le entregan los finales de los libros, que ni se escriben. La otra novela era muy aconsejable para los sacerdotes, y esta lo es, extraordinariamente, para los profesores. Vean:

... porque enseñaba algo más que literatura: admiración.
*
El padre Maubrun formuló in mentis el voto de no aceptar jamás el cargo de Jefe de Estudios en ninguno de los colegios de la compañía.
 
Vivimos en una época de relajamiento y una educación autoritaria encierra, al menos, el mérito de ser original.
*
Son siempre almas lo que se encuentra entre las cuatro paredes de una clase.
*
Padre Charmot: “Ofrecerse a los superiores de los colegios era una tradición de honor similar a la de ofrecerse misionera en las Indias”.
 
Nadie es digno de enseñar.
 
El Jefe de Estudios continuó abriendo el correo: cartas de padres de alumnos, certificados médicos, demandas de profesores, boletines de notas, papeles diversos. Suspiró.
 
... existe una alocada abundancia de asignaturas...
 
El destino, que es justo, quiere a veces que un niño sienta hacia su  madre un afecto maternal.
 
[el jefe de Estudios riñe al joven protagonista y le indica] Y sus notas en Psicología no cambiarán nada. Al contrario. […] Sobresaliente en Psicología no es un título de gloria. Es una responsabilidad.
 
El profesor Padre Felipe de Maubrun: “Hay algo que no soportaré nunca: que habléis del aburrimiento con la convicción de que existe”. […] Estimo, por encima de todo, el valor. La suprema virtud de los héroes, los mártires y los profesores.
 
La educación es un oficio que deja mucho al azar.
 
[Al mismo joven] —Cree usted que se puede reemplazar impunemente la cultura y la energía por la insolencia.
 
Te voy a decir lo que no tolero: los mea culpa de los burgues de hoy […] su aplanamiento ante el famoso “sentido único” de la historia, que es un buen camelo (todo el mundo tiene derecho a poder escribir la historia); y esa vergüenza que no llega a ser un remordimiento […] esa cobardía suicida, amigo mío, ese temor pavoroso que atrae invenciblemente a la metralleta y al cuchillo...
 
[profesor] uno se encuentra así, como San Cristóbal, temblando bajo el peso de un niño.

martes, 22 de noviembre de 2016

La listez y la tontez


Aconsejé a mis hijos que se aprendiesen de memoria este aforismo de Nicolás Gómez Dávila, de inmensa utilidad: "La inteligencia aísla; la estupidez congrega". Quique, como no escribe, tuvo que confiar en su memoria y en su comprensión. Por la noche me lo repitió: "La listez isla; la tontez agrega", que está muy bien. Carmen decidió tomarme apuntes: 



Luego nos pusimos a ver Como gustéis en la versión de Kenneth Branagh. Y Carmen, como hago yo, siguió con los apuntes. Fueron iluminadores, porque le llamó mucho la atención cuando le preguntan a Orlando qué hace y este responde a su hermano mayor: "Nada, porque nada me habéis enseñado". Yo no habría caído, pero tiene razón Carmen en subrayarlo. Es un toque de atención a los educadores y, sobre todo, a los padres y también a los hermanos mayores. El nihilismo es un problema de educación.

Luego le encantó la palabra "Fidelidad", como a mí, y me encantó que le encantara. Y me vio tan encantado, que apuntó a renglón seguido su frase preferida, que resultó que ser: "Cada uno en su casa, y Dios en la de todos". No pude estar más de acuerdo. Era mi cita de Nicolás Gómez Dávila, pero muy mejorada por la caridad. Y esa misantropía debe de correr en la sangre, pues la casa de mis padres se llama "Cal y canto", fíjense.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Elogio de la censura


"Sin cesura ni censura,/ no hay buena literatura", nos recordaba el marqués de Tamarón. La famosa anécdota del futuro San Pedro (Muñoz Seca) lo demuestra. 

El primer epitafio a los porteros de su piso fue una cosa muy endeble y tópica para salir del paso:


Por suerte, en aquellos buenos tiempos resultaba necesaria la aprobación eclesiástica a los epitafios, y el Obispo con buen criterio teológico (quién sabe con seguridad qué nos depara el Juicio) y, sobre todo, poético. No lo dio. Esto generó una primera mejora:


Que tampoco satisfizo al Sr. Obispo, que confesó que él no era nadie para negar el Paraíso a nadie. Aquello había que cambiarlo. Y entonces se produjo el buen resultado poético. Sin censura, señores y señoras, nos habríamos quedado sin esta media verónica:


Los difuntos, eso sí, se quedaron sin epitafio.


domingo, 20 de noviembre de 2016

Depende


Si mi mujer me pregunta qué ropa me gusta más, la que lleva puesta o la que trae en la mano, mi contestación depende. Si estamos en el cuarto, me gusta más la otra ropa, para que se cambie. Si estamos en el salón, me gusta más la que lleva puesta, por la percha.


viernes, 18 de noviembre de 2016

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Leerse


Estoy, en mis ratos no-libres, levantando actas de las declaraciones sobre un posible caso de acoso. Lo bueno es que su gravedad se disipa poco a poco. Lo mejor es comprobar el efecto favorecedor de la literatura. Los alumnos, padres e incluso profesores declaran como pueden y yo voy tomando notas con cierto afán, lo confieso, de perfeccionamiento. Cuando leen sus declaraciones, se sorprenden, sonríen y aprueban. Se quedan muy satisfechos de lo bien que se han explicado. Firman con un plus de satisfacción. 

Tiene una dimensión metaliteraria y feliz.


martes, 15 de noviembre de 2016

Notas


La superluna 
aliviada suspira... 
¡Cupo en el haiku!

*

Carmen: "¿Y mamá?
Yo: "Tenía mucho trabajo. No ha venido a comer".
Carmen: "Ya sabía yo que hoy no iba a ser un buen día"

*

Impresiona lo que humaniza a ambos encontrarse con un compañero fuera del puesto de trabajo.

*

Quien me pregunta por mis hijos me hace un favor. Me recuerda mi escala de valores.

*

Sería bonito que alguien nos preguntase también: "¿Cómo está Dios?" "Estupendamente", responderíamos, mejorados.


sábado, 12 de noviembre de 2016

De vuelta


Este artículo iba a ser una entrada de este blogg, pero me salió un poquito largo y decidí, prudentemente, guardármelo por si acaso. Ayer tuve que tirar de él para el periódico, seco como estaba. Pero hoy lo devuelvo a su sitio, que era éste.

Ojalá la señora que me atendió tanto en el aparcamiento subterráneo lo lea y se reconozca. 

viernes, 11 de noviembre de 2016

Estrártor


—Papá, ¿sabes lo que es un "estrártor"?
—No, Quique, ¿un extractor?
—¡Un estrártor!
—Dime...
—Un dibujo al que se echan los colores y luego, con negro, se ponen círculos, y luego más colores, donde quieras.
—Ah, un cuadro abstracto
—No, no, un cuadro extrártor: un extrártor.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Vida en familia



Carmen. Como su madre, la niña se duerme enseguida por las noches. De modo que todas las mañanas tengo que contarle el final del cuento que les leí. Un punto Sherezade tiene la cosa. Quique colabora conmigo. Se lo contamos a dos voces. A veces tengo la sospecha de que se hace la dormida por la doble ración doble del desayuno.

Quique. Me acompaña a misa. A la vuelta de comulgar, (me) hace esta comunión espiritual, que suele hacer cada vez que viene. Le pido que la repita y se la grabo. 



[Actualización. Vuelvo a oírle y veo en el tartamudeo en el que cambia el pan por el Cuerpo de Cristo, un signo de la transubstanciación.]

Leonor. Hemos tenido que cortar un árbol que planté hace unos años y que había agarrado de maravilla. Me ha dado mucha pena. Esta mañana Leonor ha salido a por el pan, y ha vuelto diciendo: "Ahora que no está el árbol se ven muchísimo mejor las estrellas". Me ha parecido tan bonito como lo de Rabindranath Tagore, pero menos cursi.

Yo. La tarde del jueves 17 no podré ir a la presentación de Huésped de mi viña, la reedición del libro de Vicente Fernández de Bobadilla, porque estaré fuera, pero cómo me ha gustado el dibujo (de Livia Bustillo Fernández de Bobadilla) que acompaña a la invitación. 



Viéndolo, ya es uno huésped de su viña, realmente.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

Muerte de un mosquito


Me acaba de pasar. Pasaba un mosquito por mi mesa y he tratado de aplastarlo de un manotazo. He fallado. Pero el mosquito se ha desplomado, supongo que víctima de un infarto o un soponcio. Ha caído como una hoja de otoño, meciéndose en la muerte. Como el día está muy raro, he pensado de inmediato en tantos a los que les puede pasar como al mosquito. El manotazo de Trump es de aúpa, de acuerdo, pero cuántos están desmayándose y no les ha dado ni les dará. 




lunes, 7 de noviembre de 2016

Ha nacido un crítico


Les leo en voz alta Las crónicas de Narnia. Estamos en el trepidante El caballo y el muchacho. Los héroes han huido, por fin, de Tashbaan y van a galope tendido por el desierto, entre el calor y la sed:
Lo mejor de todo, cuando se miraba atrás, era que Tashbaan resultaba ya pequeña y lejana; las Tumbas, invisibles, engullidas en el solitario montículo de laderas irregulares que era la ciudad del Tisroc. 
Quique me para en seco y me pregunta: "¿Cómo podían ver, cuando miraban atrás, las Tumbas, si eran invisibles?" Desde luego, tiene su explicación, claro que sí, pero Quique tiene cinco años y hace las preguntas propias de un crítico literario o de un estilista. ¿O no?


domingo, 6 de noviembre de 2016

Compensación



A Leonor no le agrada que deje los zapatos por medio. Hecho que tiene tristes implicaciones pedagógicas. Ayer, con la lluvia, los zapatos calados y la emoción de la chimenea, volví a las andadas (descalzas). 




Cuando me acostaba tarde y hacía la ronda de cerrar todos los pestillos (ahora un recuerdo inesperado a mi padre, que hacía lo mismo, echando las trancas de la casa y era un ruido delicioso, a hierro y seguridad, en mitad de la noche), yo hacía la ronda, digo, y de pronto se me ocurrió un relato compensatorio.

Entran a robar a casa unos sanguinarios albanos-kosovares. Nuestras vidas están en grave peligro. Entonces, en la oscuridad, tropiezan con mis botines, y el que lleva la metralleta se cae, se le dispara el arma y, por un desgraciado accidente, siega la vida de sus compañeros el de los cuchillos y el de la pistola con silenciador. Los otros, espantados, huyen, tropezando con mis zapatillas y mis tenis. Leonor se despierta, comprende lo que ha pasado y alaba mi prudencia y sabiduría, dejando trampas de seguridad por toda la casa. Me besa. Fin.

Y con estos sueños tan consoladores, dulcemente, me dormí.


sábado, 5 de noviembre de 2016

Multitud


Con un amigo no se puede estar a solas.  La amistad implica un mundo compartido y una multitud de familiares, amigos, conocidos, saludados más o menos de lejos, leídos y releídos que salen y entran atropelladamente de la conversación como Pedros por su casa.



viernes, 4 de noviembre de 2016

Patadas a los pollitos y mucho más

No soy fanático savateriano, pero esta entrevista es extraordinaria. Es también una entrevista un tanto sorda, cada uno hablando de lo suyo, lo que resulta más chocante en Jonás Trueba, que fue, parece, a hablar de cine, y al que, por fortuna, Savater no hace demasiado caso. Yo tampoco. Me he quedado con estas respuestas de Savater, que copio (empecé con una, a ver si adivináis cuál) para memoriazarlas:


Otro de los efectos malos de la culpabilización es que la gente no se atreve a hacer cosas. Al hacer cosas te pueden criticar. Este país está lleno de gente que acierta siempre porque no mueve un dedo para nada.
*
El educador educa para que el educado pueda irse y prescindir de él. 
*
Yo siempre he querido que haya héroes y santos, me gusta que los héroes sean héroes y  que los santos  sean santos, que haya figuras que enseñan que se puede ser hombre siendo un poco más que hombre.
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La diferencia entre una película mala, que a mí a veces me encantan, y una buena, es que la película mala te cuenta una cosa, y la película buena te cuenta una cosa y algo más. 
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Decir que no hay que dar patadas a los pollitos está muy bien, pero no estamos hablando de eso.
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[Antes de la muerte de su mujer, Savater] tenía un fondo de alegría siempre. Aunque tuviera un cólico nefrítico o estuviera en la cárcel, estaba alegre porque hay cosas nuevas que pasan en la cárcel. Ahora es al revés. Hace dos años que no tengo ni una sola hora alegre.
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Esa es una teoría de Spinoza: la virtud y la alegría son lo mismo; la alegría de alguna manera es el signo de salud moral. O Montaigne cuando dice “Yo no hago nada sin la alegría”
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[Sobre el luto y la tristeza por la viudez, que algunos le dicen que resulta exagerada] Es como si a alguien le cortan una pierna y a la semana siguiente te dicen “Oiga, sigue usted cojeando”. “¡Fíjese que no me ha crecido otra!”.
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[Sueña con sus padres y con su mujer] Sueño con horror, aparecen, me preocupo: “¡Ay, se van a morir!”. Y luego digo: “No, no, menos mal que se han muerto”. 
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El entusiasmo no se transmite, se contagia. A mi madre le gustaba mucho leer pero su ídolo literario era Agatha Christie. Christie cada dos años sacaba una novela que vendía en todos los idiomas del mundo, y mi madre compraba la novela. Aparecía la novela, mi madre la compraba y desaparecía y ya no la volvíamos a ver hasta que acababa el libro. Ella, que estaba siempre hiperpresente en la casa, desaparecía hasta que terminaba la novela. Yo no necesitaba que mi madre me dijera: “Cuánto me gusta leer novelas de Agatha Christie”.
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Hannah Arendt: si los profesores son revolucionarios los alumnos están jodidos, porque las opciones son o bien imitar al profesor en lo revolucionario, y por tanto ya no ser revolucionario, o revolucionarse contra el profesor, en cuyo caso tendrían que convertirse en reaccionarios para llevarle la contraria.
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No creo que la educación lo resuelva todo, pero creo que en la solución de cada problema siempre hay una parte de educación.
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La secta de los que creen en la ley de la gravedad es mejor que la de los que creen que Superman vuela.
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He llegado a pensar que había muerto yo y no ella [Sara, su mujer], y que la pena que yo tenía en el infierno era pensar que estaba vivo y que ella se había muerto.
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En cambio, con mis alumnos nunca he tenido mal genio. Todos los profesores que sabían que tengo mal genio se asombraban de lo dulce y lo paciente que era con ellos. Y yo decía: “Es que vosotros no tenéis derecho a decir gilipolleces. Ellos sí. A mí me pagan por enseñarles cosas. Si ellos fueran sabios yo tendría que dedicarme a otra cosa”.