jueves, 29 de junio de 2017

Vía purgativa


Me preocupaba ver a Carmen menos rezadora que Quique. Pero en la misa conmemorativa de San Josemaría Escrivá de Balaguer tuve el consuelo de comprender que son espiritualidades distintas. Quique se hace preguntas teológicas muy profundas y le inquieta el más allá. Sueña con el día de su Primera Comunión. Carmen, no. Pero al verme en la cola de confesar me preguntó qué hacía. "Esperar para contarle al sacerdote las cosas que he hecho mal y que me ponga una penitencia y que Dios me perdone". No dijo, como habría hecho una modernita, que yo no hago nada mal. Se le iluminó la mirada. "Quiero confesarme". Y cogió una perra tremenda con su deseo de confesar. Yo estaba enternecido y orgulloso porque veía mi herencia psicológica y admiraba la vía purgativa, que es, por lo visto, la de Carmen. Me costó Dios y ayuda (literalmente) convencerla de que había que esperar aún un poco. Pero ahora está deseando que llegue el día de su primera confesión. Quique, más en la vía iluminativa, como su madre, me preguntó: "Y si yo no he hecho nada mal, ¿de qué me confieso?" Es un alma pura.


lunes, 26 de junio de 2017

Felicitas Casillo (poemas al padre)


La joven poeta Felicitas Casillo (Bahía Blanca, 1986) ha publicado El gran enero. Un gran libro. Enseguida di con un poema para mi carpeta retroactiva de Poemas al padre. 


ZAPATOS 

 Para trabajar en el jardín 
me calzo unos gruesos zapatos de montaña 
que fueron de papá. 
Después volveré a las pantallas que nos absorben. 
Pero mis pasos sonarán con su andar regio, 
sobre la tierra y las hojas, 
bajo un sol que nace de lo alto.

Y estaba como un niño con zapatos nuevos. Antes ya había leído un poema que podría ser a un padre, pero lo imagino mucho más a una madre, no sé bien por qué:


ACENTO 

 Tenía en la memoria de la voz 
otro relieve. 

 Dentro de la boca, los Alpes 
le impedían modular la pampa. 

 El nombre de sus hijos 
fue una cartografía entre dos lenguas. 



Llegando ya al final, otro poema que me gustó aún más, si cabe:


CANTO TODAVÍA SOBRE EL BOTE 

Tengo nueve años y otra vez es verano. 
Con el mentón sobre el costado del bote, 
acaricio el agua. 
Mi mano no le quitaría el sueño a un pájaro. 
Abajo, vértigo de terciopelo. 
Un rayo de sol despierta limones 
entre los troncos del lecho. 

 ¿Qué barco hundimos en este pozo? 
¿Qué cofre olvidamos bajo la lápida de este lago? 
Pero esto lo pensaré recién cuando pasen los años 
y me esfuerce por escribir un tesoro. 

 Ahora canto todavía sobre el bote 
una canción que aprendí en el colegio. 
La caña de papá se arquea 
como una ceja, una risa, una ola, 
y una aleta corta la superficie azul.


 De algo no cabía duda: he mordido el anzuelo de esta poeta. 



domingo, 25 de junio de 2017

Hierro


Carmen y Quique juegan a ser mamá y papá. Se han puesto nuestros zapatos y van arrastrando los pies por la casa imitándonos. Me encuentro a Quique tumbado en el chester con un libro entre las manos y con mi cadena con el escapulario y la cruz sobre el polo. "Soy tú", me explica. 

"Ser yo es muy duro: no compensa", me sincero. "Tienes que escribir un artículo, que preparar una presentación que está levantando muchas expectativas, que pagar los impuestos y, a la vez, el IBI, que educaros a todas horas --baja los pies del sofá, tú, por cierto--. Está la angustia del trabajo: los horarios del año que viene que ahora hay que preparar. El descenso de la natalidad, que caerá sobre vuestros hombros en el futuro. Mis dudas, con la ola de calor, de si no habré sido muy frívolo con el calentamiento global. La cuestión catalanista, que a ti te da todavía igual, pero que yo sufro. La mala conciencia del algarrobo que corté. La medrosa esperanza de que vuelva a crecer. Las meteduras de pata. Los compromisos. El dolor de cabeza..."

Y cuando creo que va a ponerse a llorar, se echa a reír. 

Su risa le quita mucho hierro a la cosa. 

Le doy las gracias y no le pido la cadena de vuelta. La lleva muy bien.




sábado, 24 de junio de 2017

No cansa


Si hay algo que no es verdad en el último libro de aforismos de José Luis García Martín es el título: Todo lo que se prodiga cansa. Es verdad que él a veces se prodiga y establece una especie de tertulia distendida: baja la tensión literaria, para no ser permanentemente ingenioso; otras, juega al microcuento; otras, a epatar; pero cansar, nunca cansa. El barbero de Sevilla os ha escogido estos aforismos:


En las páginas en blanco nunca hay erratas.
*
La vida no es un cuento de hadas dicen los que saben poco de los cuentos de hadas y menos aún de la vida.
*
POESíA: Antídoto contra palabras muertas, dúo de poeta y lector, prosa que canta, pensamiento que danza, cosa de niños, fugaz eternidad, puente sobre aguas turbulentas, soledades juntas, lo que el lenguaje calla, el tiempo entre las manos, el silencio que sigue a la palabra, lo que el poeta encuentra en el lector, lo que queda después de haber vivido.
*
Hasta que no los retoca la memoria los poemas están a medio hacer.
 
La diferencia entre un buen poeta y un mal poeta no está al alcance de todos los críticos, pero sí de la mayoría de los lectores.
 
No decepciones a quien te detesta.
 
Una mala persona puede ser cualquier cosa, salvo buena persona.
 
La dificultad para escribir es una de las más claras señales del verdadero escritor. [Se repite en la pág. 61  y en la 152, pero es que escribir es difícil y un hallazgo cuesta tanto...)
 
Aprender a escribir es casi tan difícil como aprender a leer.
 
Tres amores equivalen a un incendio.
 
En una cabeza vacía no cabe ni la más pequeña idea.
 
Lo que no se tiene también puede perderse.
*
Me gusta cumplir las promesas que no he hecho.
*
Si nadie te detesta, no eres nadie.
*
El premio Nobel no es más que un premio Planeta planetario.
*
A los espejos les gusta Narciso.
 
La poesía ilumina, pero quemando.
*
No me gustan las historias que acaban bien porque acaban. 



viernes, 23 de junio de 2017

No es nada y otras maravillas


Antes contaba viajes a Madrid, ahora a Sevilla. Acabaré como Xavier de Maistre, con suerte.

¡Y la que tuve! Había ido al médico y oí las palabras más hermosas del mundo (para un hipocondríaco): "No es nada". Observen la plenitud a la que aboca la doble negación.

Más suerte aún: como la mayoría de la tarde-noche la pasé con Ángel Ruiz y con Ignacio Trujillo, ellos la contarán más y mejor.

Antes del médico, fui a misa a la Magdalena. Antonio Machado dijo que el golpe que hace un ataúd sobre la tierra es algo perfectamente serio. Estoy de acuerdo. En cambio, el ruido en la Magdalena era el clac-clac que hacía la tapa de mármol blasonado de una tumba mal encajada. El primero que la pisó, dio un respingo. El segundo, otro. No me extraña. Supongo que al difunto, ya hecho a todo desde el siglo XVII, le dará igual, pero yo sugeriría recogerla con un poquito de cemento.

Más tarde, ya con Ignacio y Ángel, vislumbré una teoría del conservadurismo. ¿No tendría que habernos influido más a los españoles nuestra vieja costumbre de conservar el patio de las abluciones de la mezquita (¡maravilloso el del Salvador!) o el minarete almohade, que luego se remata con la Giralda, nada menos, o el palacio de Carlos V en la Alhambra o la mezquita de Córdoba?

Del majestuoso paso de plata de El Salvador donde habían situado una maravillosa custodia, yo fotografié la pequeña figura de un caballero coronado, entre tantas. No tengo remedio:



La lectura de Alfredo Félix-Díaz, a la que fuimos sin prisa y sin más que algunas pausas puntuales, estuvo extraordinaria. Y aunque volví a llegar tarde, está vez ni tuve que salir pronto ni tropecé con el columpio


La cena fue estupenda, como la noche, y esperemos que mis amigos nos la cuenten. Por si acaso se les olvida un detalle, lo recojo. Fuimos a tomarnos una copa a una terraza con una vista de la Giralda que mareaba. Tendrían que haber llamado a la terraza "Síndrome de Stendhal". Vino a atendernos, precisamente, una camarera con las piernas muy largas, la falda muy corta y el trajecito calado por la espalda. Impresionaba. Pero de Sabina tenía sólo la fachada, como se verá. Le dije que me quedaba una hora y media de coche y que no me venía bien seguir tomando alcohol. Repasó las (escasas) posibilidades que ofrecía la carta y, de pronto, me ofreció un café frío en una copa de cóctel, con una naranja cortada. "Yo lo tomo siempre por las noches para aguantar", nos confesó. Me estaba, pues, ofreciendo su secreto. Cuando me lo trajo, dijo "Esto en mi casa se llama un "engañabobos"". Porque parecía una bebida sofisticada y bien alcohólica, pero no, y supongo que a ella le divertirá poner cara de mujer fatal, con la bebida a juego con sus ojos y con su traje negro, pero sin ceder ni un ápice a los peligros de beber en su trabajo. La mención a su casa fue enternecedora. Volvió luego a preguntarme qué me parecía, y le alegró que me encantase. Y ya no volvió más [lo digo por si Leonor lee esto], pero la vi cuando nos íbamos con una chaqueta vaquera sobre los hombros, y se reafirmó mi idea de que era una estupenda chica de su casa.

El cóctel engañabobos engañó a la perfección al sueño y al cansancio. La autopista parecía cuesta abajo. No veía a la luna, pero sabía que me acompañaba, tan alta como siempre, tan en vela: 

La luna nueva, 
un cóctel de café 
engañabobos.







miércoles, 21 de junio de 2017

Rompimiento


Me he hecho el firme propósito de no echarle la culpa de nada [de la que no lo tenga] a la jefatura de estudios, que se me había convertido en la coartada universal. Tampoco la culparé a partir de ahora de la falta de continuidad de este blogg. 

Que enfrenta sus propios problemas interiores, como yo. En su caso, el de la repetición. Ayer vi al Rey, desde mi posición esquinada de caballo o peón, pero eso es de columna de opinión, y también vi a dos pájaros carpinteros, y eso sería de Rayos y truenos, porque tuvo mucho de rompimiento de gloria. Y porque se puede poner una foto:



El problema es que, foto aparte, la historia se parece a la que ya he contando mil veces. 

Me quedé un rato más en el IES para mandar mi artículo (supra) y salí tarde. A medio camino, me entró la duda de si había apagado o no el aire acondicionado del despacho. Como iba a la fresca del aire acondicionado del coche, no me costó casi nada volverme. Fue entonces, en el IES, cuando descubrí [que sí había apagado el aire acondicionado y] a dos pollos crecidos de pájaros carpinteros. El de la foto, que no es mía, podría ser su padre. Me hizo gran ilusión, porque los había oído muchas veces, pero visto ninguna. Como el calor que hacía era aplastante, estaban muy quietos y posados y yo los veía desde el coche muy cerca y muy tranquilo, aunque sin bajar la ventanilla. Tenían tanto calor que parecía que su cresta roja era que les había salido ardiendo el cerebro. Ahora pienso que si llego a abrir la ventanilla lo mismo se me meten al abrigo (ejem) del aire acondicionado del coche. 

Lo que he contado mil veces ya es lo maravillosa que es la vida. Uno se da la vuelta como un idiota en un día duro y se encuentra el regalo de unos pájaros bellísimos sólo para él. Pero ¿cómo resolver el problema diarístico de la repetición? Los pájaros carpinteros no se calentarían la cabeza: martillearían siempre con lo mismo.


sábado, 17 de junio de 2017

Celebración


Se nos amontonan las celebraciones. El toro de Osborne hoy y ayer los 150 años del Diario de Cádiz. Un curiosidad gaditana: Osborne es la segunda empresa más antigua de España y el Diario de Cádiz el segundo periódico más antiguo de España. A mí lo de ser el primero me parece un poco ostentoso, así que más elegancia no cabe.

Aunque yo venía a hablar de mí. La anécdota me quedó un poco apretada, porque me pedían un breve artículo conmemorativo, y por eso no resisto la tentación de subrayarla aquí. Igual que al nacer en Murcia, mi primer viaje fue de vuelta, un viaje reaccionario, como quien dice; yo publiqué en el Diario antes de escribir nada. Mi vocación de columnista, que sentí en la boca del estómago durante todo aquel episodio y especialmente al leerme publicado, nació por reacción. Fue en ese instante. Lo sentí claro y no lo he olvidado.

Y otra cosa que no cupo en el artículo. El concejal de juventud contra el que estaba escrito aquel escrito, comentó en la prensa: "Qué joven más viejuno". Y, al menos estilísticamente, tenía más razón que un santo. De modo que en mi experiencia inaugural con el periodismo de opinión aprendí que la crítica a menudo tiene muchísima razón y da con la verdad. Tampoco lo he olvidado.




viernes, 16 de junio de 2017

La fuerza de la sangre


Carmen sigue usando "dignifica" por "significa", y eso, para un padre que siempre ha tratado de escribir palabras claras y combativas, resulta una alegría y una exigencia.

*

Le pregunto a Quique que a qué ha jugado en el recreo y con quién. "Con nadie, me he sentado solo, tranquilito". Y cómo podría parecerme mal a mí, precisamente.

*

Les pregunto si no se dan cuenta de lo duro que es educarles, con tan escaso rendimiento. Me lo conceden: "Es duro. Es demasiada crítica".




jueves, 15 de junio de 2017

Rafael Benítez Toledano


Hoy presento a Rafael Benítez Toledano y están todos ustedes invitados:




Y para los que estén lejos, corto y pego tres poemas. El primero, por su maravilloso encabalgamiento del verso 3, que habría satisfecho a Josep Pla y a Gabriel Miró juntos; y por el verso final, inesperado y grandioso: 




El segundo retrata muy bien la estrechez de la vida provinciana, rematada en un vino que termina en tiza.


Y la última soleá es tan graciosa como desgarradora, y viceversa: 





miércoles, 14 de junio de 2017

El horror


Presumo que soy yo el que anima la conversación de las cenas familiares, y Leonor me lo reconoce. Pero está fuera, y en la cena de ayer estaba completamente desinflado, mohíno. Los niños preguntaban: "¿Cuándo llega mamá?".

*

Me puse a recoger pétalos del jardín con Carmen para la celebración del Corpus Christi en el colegio. Por más que recogíamos no lográbamos llenar la cesta. "Enseguida se quedan pochos". Pocos y pochos.



Normalmente es su madre quien se sienta con ellos a ver la tele por la noche un rato, mientras yo escribo el artículo. Esta vez, tras el horror de la cena y las flores, les puse Anne con E y me recliné en el sofá. La serie no les gustaba y a mí me estaba encantando, de modo que había una disonancia más. Echados sobre mí me hacían unas desagradables cosquillas y yo les decía, malhumorado a mi pesar: "Estaos quietos. Molestar es lo último".



Esta mañana no había escrito el artículo de anoche y estaba enfrascado. Cuando han venido a darme el beso de buenos días, les he dicho: "Vale, vale", con cierto nerviosismo.

*

Se han ido a ver dibujitos animados en la tele. De pronto he oído: "Tú vestirás de rosa y lucharás contra el patriarcado". Mi cargo de conciencia por tenerlos viendo la tele ha sido insoportable.

*

Parece que seré jefe de estudios otro curso más.


lunes, 12 de junio de 2017

Agente doble


Vale, por fin admito que se escribe por una vida frustrante, como me habéis dicho tantas veces; pero, ojo, vista desde la espalda. Quiero decir, que no escribo desde la frustración, eso nunca, pero sí, agente doble, para que, cuando esté frustrado o agobiado por enormes minucias, como lo estoy con frecuencia, haya alguien salvándome al leerme, dándole otro sentido al tiempo que mato y me mata.

Hoy mismo: en una reunión muy larga y poco resolutiva, mirando de reojo mi móvil, me he encontrado con que Juan Marqués había dado con un yo mejor. Qué descanso. Pude volver a la reunión con una meticulosa atención alienante y con un ímprobo esfuerzo que me vaciaba. Perdí el miedo a la aniquilación. Alguien velaba por mí.




domingo, 11 de junio de 2017

Reloj sincronizado (Daniel Cotta)


No podía ir a la presentación del poemario Como si nada de Daniel Cotta, porque me tocaba quedarme con mis niños, pero sincronicé nuestros relojes y a la hora exacta de la presentación abrí su libro y me puse a leer al borde de una piscina infantil.



Es gozoso, hímnico. Descubrí que hay una poesía que me dispensa a cada verso de tener que escribir. Otras, me gustan igual, pero no me producen ese efecto tan benéfico y efervescente. Otras, incluso, al contrario: me empujan a (tratar de) escribir. Como lo acabo de descubrir no lo he pensado todavía mucho en esta sistematización, pero sé que Como si nada de Daniel Cotta es de la primera categoría, sin duda.
 ARRIBA

El santo sonriente de granito, 
allá en la aguja gótica, 
desborda su sonrisa. ¿Para quién? 
¿Qué anónimo cincel te hizo ese gozo? 
¿Quién te hizo esa paz 
que nadie miraría 
salvo las aves, 
y quizá una nube? 
¡Qué tenuemente eres, 
jilguero gris que eternamente canta 
allá en la aguja gótica 
por la que el son enhebra su aurora cotidiana! 

Ahora copiaré algunos fragmentos:

[Tras cruzarse con una música en la calle y dejarla atrás] "algo en mi corazón sigue sonando".

[En un río…]
Él me da su fluir; yo, mi quedarme. 
Yo le doy mis pupilas; él, su risa. 
Ahora el río aprenderá a no irse; 
y yo, a cambio, 
ahora seré otro y seré otro y seré otro. 

[doblando una sábana con su mujer, “qué nieve hecha rectángulos”] "El último doblez lo haré en tus labios". Qué bien.

Y dos poemas enteros, uno sin título y el otro con título prestigioso:

¡Qué chica es la mañana que penetra 
por la rendija rota! 
Y con todo, 
es tan mañana o más 
que la que ahora 
despunta en los satélites de Júpiter.

 ARS LONGA, VITA BREVIS

 En aquel pueblo que se ve a lo lejos 
 está el austero santuario gótico 
que no visitaré. 
Tras esas sierras, 
nace una fuente de la roca viva   
que nunca beberé. 
No sé en qué libro 
duerme el poema memorable y único 
en el que nunca llegaré a quemarme. 
Y dentro del silencio, 
me espera una sonata irrepetible 
que nunca me hablará. 
Y mientras, el otoño 
me va amarilleando, 

 hoja en el bosque inmenso de este mundo.

Pero esta mañana tan de verano yo he burlado al otoño. Se me escapaba una lectura de poemas estupenda, y la hice. No estaba, pero estuve. Quería haber ido, y vino.



sábado, 10 de junio de 2017

José Jiménez Lozano. Entrevisto


Con lo que me gustan mis viajes a mi Madrid y contarlos, éste ha sido tan rápido, que no ha parecido viaje. Estaba en el IES, en Puerto Real y, de pronto, en la UFV de Madrid, haciéndole una entrevista a don José, y, de golpe, otra vez en el IES. 

En la entrevista, sin embargo, el tiempo se remansó. Yo, entre pregunta y pregunta, cogía apuntes, que Jiménez Lozano pensaba que eran todavía más preguntas que se me iban ocurriendo sobre la marcha y me miraba por el rabillo del ojo con terror. Por eso, no tomé tantas notas. Y ahora me arrepiento.

Dijo que el escritor no sólo ha de respetar el derecho al honor de las personas reales que te puedan poner una demanda. También el honor humano. 

Simone Weil le dijo a Trotsky -y casi lo mata de un soponcio- que no hay clases sociales. Tenía razón.

Robert Frost explicaba así la diferencia entre los poemas corrientes y los verdaderos: la misma que hay entre un árbol municipal, plantado en un alcorque por un excelentísimo ayuntamiento, y el ejemplar que uno se encuentra paseando por el campo, esponjado, luminoso, poderoso y paradójicamente libre. [Los adjetivos son míos, eh, la idea es de Frost.]

También contó don José que Horacio decía (¡y yo no lo sabía o, mucho peor aún, lo había olvidado!) que había que desconfiar del buen gusto de aquel al que le presentan un vino en una copa de oro y en otra de plata, y escoge la de oro, cuando la de plata hace su papel estupendamente. [Tengo el presentimiento de que Shakespeare bebió directamente del vaso de plata de Horacio para su escena de Portia y los tres cofres.]

Comentamos la sorpresa de San Bernardo, que iba huyendo de la belleza y se dio con otra belleza aún más limpia y trasparente. Don José dijo: "La columna desnuda". Y nos estremecimos todos de pura belleza cuando la trazó con la mano en el aire.

Nos regaló la receta de su literatura. Así, como quien no quiere la cosa. Y advirtió que era muy eficaz. Guarda todo lo que escribe en un cajón, como también aconsejaba Horacio y, al cabo de los años, lo saca. Lee. Si le parece suyo, lo tira, porque, si es suyo, lo puede hacer de nuevo. Sólo si le asombra y se le antoja fuera de su alcance, lo publica.

Citó varias veces la idea de Carlos Marx de que el progresista es "el idiota del calendario", por las esperanzas puestas en el simple pasar de las hojas del taco. Para que no pareciese que no tenía piedad, en un momento dado, don José nos reconoció que él mismo había sido un tiempo progresista, esto es, del calendario.

D. Ramón Carande era un maestro de la economía y recomendaba no leer tratados económicos, sino tener dos cajones. En uno, el metálico. En otro, los papeles para pedir un préstamo. Éste hay que cerrarlo con llave y dársela a una vecina para que la pierda. [Quizá yo no habría traído aquí este apunte, pero es que hace diez minutos me acaban de llamar de un banco para ofrecerme un préstamo en unas condiciones muy ventajosas y tal.]

Ahora voy y no entiendo mi letra. ¡Lo que me habré perdido, ay, por culpa de no cuidar la caligrafía!



Para ayudarme a entender mi letra, Victoria Hernández, que estuvo me apunta que entre Marx y el pensador honesto (que hay un abismo) ella anotó que hablamos de que (el robo de la muerte quita dignidad a la vida); y de que la esperanza es como una niña pequeña a la que hay que reñir cuando se ensucia, pero que crece y crece en belleza (y no anoté el dueño de la cita). . No encaja con mis garabatos, pero qué bien está y aquí lo copio. 

La postura del pensador honesto, nos advirtió: "Neutralidad, no; objetividad, sí, que es lealtad a los hechos".

Contó que tiene mucho interés en no poner nada en sus libros que él haya experimentado. Hasta esos extremos lleva sus prevenciones contra la intromisión del yo. Yo llevaba un mes preparando la entrevista y leyendo cosas suyas. Con esto me sorprendió de veras. Quedé pasmado.

Tan pasmado que olvidé apuntar quién decía que "Cualquiera que decide que va a escribir un poema, no escribe "un poema"".

Hasta qué punto la poesía es patrimonio de todo hablante sensible por muy iletrado que sea. JJL recordaba de su infancia cómo una chica que trabajaba en su casa llamó a otra, con la que se llevaba muy mal y que era renegrida, "blanca flor de chimenea". Un gongorismo  malicioso y exquisito.

Qué bien glosó, con cuánto gozo y admiración por los dos cabos, las diferencias entre católicos y protestantes. Nosotros tan carnales y disfrutones; ellos tan severos y dignos. Puso el ejemplo de los dos baños de Betsabé, el de Rubens (una diosa) y el de Rembrandt (una mujer, con su marca de la liga y todo). Entre las preguntas que llevaba preparadas y no pude hacer, había una sobre su fascinación de católico por la cultura protestante o por un rigorismo extremo. Ya no hizo falta. No quiere dejar de admirar nada verdadero y bueno.







Asunto que le llevó a recordar, entre otras cosas del vivir, del comer y del beber, a Werner Heisenberg. Tenía el físico un principio de certidumbre: el hombre que ha olvidado las tortillitas de su madre ya no tiene remedio. Mientras queda esa fidelidad a las raíces y al placer, todo puede salvarse.


viernes, 9 de junio de 2017

Funeral


Fuimos al funeral de su madre. Nuestra amiga es de Zaragoza, aunque lleva ya muchos años aquí. Todos en la iglesia, por tanto, eran amigos de nuestra amiga, que no tiene familia en el Puerto. Me impresionó mucho ver con qué callada generosidad ella y su marido habían ido compartiendo sus amigos con nosotros. Donde posaba la vista me encontraba a alguien que ellos me habían presentado, y al que me habían unido. 

Recé por su madre con una acción de gracias por su hija.




jueves, 8 de junio de 2017

Sobre campo de gules, monopatín de plata


Hoy ha querido la casualidad que hable de escudos aquí y de apellidos allá, aunque sigo con la cabeza y el corazón en Ignacio Echeverría. Quizá por eso me ha emocionado leer a Ignacio Trujillo: Sobre campo de gules, monopatín de plata.

A mí lo de la medalla del mérito civil me parece muy poca cosa y demasiado ilustrada; y lo de la calle, vale. Ignacio Echeverría merece un título nobiliario. Hay precedentes de su exacta gesta en  Vargas-Machuca (léase El Quijote) y en Sancho Fernández de Tejada (léase el Romance de la batalla de Clavijo).





***





El homenaje de Nieto lo deja claro y lo entronca a la perfección:




martes, 6 de junio de 2017

Dos poemas de Jiménez Lozano


Ni contradicción flagrante ni repetición evidente, sino un justo medio en el que caben la continua reflexión del poeta y su corazón inquieto. Yo prefiero la primera entrega, pero le reconozco la honestidad a la segunda. Ambas sirven para hacernos una idea de la categoría de Jiménez Lozano como poeta y como pensador:


CARTA A KIERKEGAARD 

 Le escribo a Soren Kierkegaard
 
las últimas noticias: disolución del mundo. 
Mas hay aves en el cielo, 
lirios en el campo. No ocurre 
nada. 
 ..........................Anunciaciones, 2008

 * * *

LEYENDO A KIERKEGAARD 

 Leyendo en Soren Kierkegaard
 
las razones últimas de la disolución del mundo, 
pienso que aún hay aves en el cielo, 
y en el campo lirios. “¿Qué ha ocurrido, 
entonces?”, pregunto. “¿Puede ocurrir algo? 
No contesta, y tiemblo. 
 ...............................Los retales del tiempo, 2015

lunes, 5 de junio de 2017

Gran poema de Chesterton (de Juan Bonilla)


Me he mordido la lengua (los dedos) para no decir nada de este gran poema de Chesterton de Juan Bonilla esperando a que saliese mi reseña del libro Poemas pequeñoburgueses en Nueva Revista. Pero ha salido la reseña y no hay enlace que llevarse a la boca. Tampoco importa demasiado: digo que el libro está muy bien, aunque a primera vista parezca que está bien y ya. Y está este poema chestertoniano, que es asombroso. Porque da una voltereta de sentido majestuosa: el camello es una imagen, claro. Qué maravilla. Léase:





viernes, 2 de junio de 2017

Ángeles, Ángelos y Ángelas


Siempre he admirado la sensibilidad ontológica de nuestro Ángel Ruíz al buscarse como santo patrón a San Ángel de Sicilia. Hace unos días, leyendo Medida por medida descubrí que Ángel también tenía una sensibilidad shakesperiana. Y quién sabe si habría entendido bien del todo la guasa del Bardo con el "Angelo" si no hubiese estado advertido por Ángel. Cosa que no me sirvió esta mañana cuando Quique, quizá por pura telepatía, me preguntó en el coche cuando los llevaba a la parada, sin venir a cuento: "Papá, ¿hay o no hay ángeles-niña?". Me he puesto a explicarle, con muchos titubeos, que los ángeles no tienen sexo, porque no tienen cuerpo, porque son espíritu puro, pero sin querer extremar la nota, no vaya a sobrevalorar la asexualidad, que tampoco es. Carmen me ha visto tan liado que se ha apiadado de mí y ha zanjado: "Que no hay ángeles-chicas y ya está". Desde un punto de visto orstodoxo, es ortodoxo. Si no hay especialidad sexual, o sea, plus femenino, son todos masculinos, los ángeles, y ya está. Por eso, a Ángel, a Shakespeare y a mí, grandes devotos de los ángeles y de los arcángeles, nos gustan tantos los hombres (ellos y ellas).