jueves, 31 de agosto de 2017

Breva


Yo no descartaría que este edificio fuese un monumento reaccionario al mundo moderno. Es una celda acolchada. Pero imaginemos que, por dentro, estuviese perfectamente amueblado y decorado, con buen gusto, discreción y algunos cuadros heredados, con una estupenda biblioteca, y una capilla, incluso. Querría decir que lo que está para que lo encierren en un manicomio es el mundo y que la verdadera cordura tiene que guardarse en casa. Sería estupendo.

Pero no ha caído esa breva. Explica Miguel García Hervas, al que debo la foto y la noticia:


En el nuevo barrio Port Marianne de Montpellier existe un espectacular edificio, obra del famoso diseñador francés Philippe Starck, que está dedicado sobre todo al cuidado físico, la salud y el bienestar de las personas. El sofisticado centro deportivo "Le Nuage" es el primer edificio inflable de Europa, y un hito para el eco-barrio en que se encuentra. El edificio cuenta con unos 44.000 m2, resultando tan singular en su exterior como acogedor en su interior, con acabados cuidados y exquisita decoración.

Pues nada.


miércoles, 30 de agosto de 2017

Gravedad


Han operado a mi padre de la espalda y todos nos decíamos: "No es nada, no es grave", muy convencidos. La segunda noche, tras la operación, dormía yo con él en el hospital. Estaba estupendamente e incluso colgamos fotos en el chat familiar bromeando con su postura en la cama, como si estuviese en la playa. Echó una noche muy buena. Al día siguiente, el médico le dio unos consejos de rigor (no agacharse, no coger peso, no conducir, no, no, no) y nos dio el alta y nos fuimos tan contentos. Pero al día siguiente estaba en misa dos o tres bancos por delante de mí. Cuando llegó la hora de la consagración, no se arrodilló, porque no puede, y me imaginé lo que le dolería (no arrodillarse) y caí en la cuenta, de un modo físico, de la gravedad de la operación.

Di gracias.




martes, 29 de agosto de 2017

Hazte escuchar


Fui al acto de Hazte Oír en calidad de columnista y de cariátide (a dar la cara).  Pero, cuando los del Hazte Oír se hicieron una foto de grupo, yo no quise acercarme, porque no quería confundirme con la organización, que no es la mía. A la mañana siguiente, qué sobresalto, salí retratado en toda la portada:


Ahí, en tierra de nadie, casi como único público de apoyo entre los organizadores y los boicoteadores. ¿No me ven? Miren:


Y me pareció bien porque a eso sí había ido, no a esconderme, a estar.


domingo, 27 de agosto de 2017

Un tipo


Carmencita me cuenta, como de pasada, lo que le pasó hace tres días. Se acercó a alguien que estaba leyendo en el chiringuito de la playa el Diario de Jerez y le dijo:

--Disculpe, señor, ¿ha leído a un tipo que se llama Enrique García-Máiquez?
--No, guapa, ¿por qué?
--Es mi padre, y escribe en ese periódico...
--Ah, a ver... ¿A que tu padre tiene gafas?
--Sí.
--Y es moreno... 
--¡Sí!
--Seguro que lo que dice es muy interesante. ¿Qué se siente al tener un padre tan importante?
--Nada, estoy acostumbrada.

[No creo que el señor lea este blogg, pero desde aquí quiero agradecerle muchísimo su delicadeza.]


viernes, 25 de agosto de 2017

Hermes en el Puerto


Hace muchísimo tiempo que me di cuenta de que la dedicación obsesiva e intensiva a la literatura interfería con mis habilidades orales. Acostumbrado a pensar y a expresarme por escrito, cuando tengo que hacerlo de palabra tartamudeo y hesito, hecho a un ritmo mucho más lento y a una reflexión más reposada, donde la corrección --un paso adelante, uno atrás-- tiene tanta importancia como el desarrollo. Ayer asumí que la anomalía ha alcanzado a mis habilidades sociales, que empiezan a verse seriamente perjudicadas. Quién pudiera relacionarse por escrito. Me pasa como a Hermes, el de Las XII pruebas de Asterix. De tanto escribir, tengo la mano derecha mucho más desarrollada que la mano izquierda, que ni sabe lo que hace la derecha ni nada de nada y se me va quedando raquítica.



jueves, 24 de agosto de 2017

Especie en extinción


Un amabilísimo comentarista me decía que echaba en falta alguna entrada más en el blogg, aunque sea en agosto. Yo también. Pero es la ley de la jungla. Esta mañana, por hacernos caso a él o a ella y a mí, traía dos ideas al blogg. Una se me quedó en aforismo, y ha ido a la carpeta correspondiente; y la otra, alargándola, alargándola, será el artículo de pasado mañana, D. m. Creo que esto ya lo comenté. Lo que es otro problema añadido: la de cosas mías que ya os he dicho, madre mía. Haría falta una paciencia conyugal, que no puede exigírsele a ningún lector, para que yo pudiera repetirme impunemente.

Los blogs están en peligro de extinción, como se percibe en la red, y no es por moda, sino porque los depredadores (twitter, facebook) abundan y porque su alimento (la vida íntima) escasea y el pudor veta los asuntos más íntimos, que van a un cuaderno de la era pre-cibernética. Yo, además, tengo que alimentar las columnas del periódico, cada día más voraces.  Casi sólo me quedan las cosas de mis niños, y no quiero abusar, porque el sentido crítico, mezclado con la paternidad, provoca excesos. Pero soy conservacionista, ya lo sabéis, y vamos a cuidar el blogg para que no se nos extinga. Gracias por los ánimos.

martes, 15 de agosto de 2017

¡Adopte un gato, leñe!


La idea del artículo de hoy me la inspiró vagamente un anónimo que le deja comida a los gatos en la esquina de mi casa. Se creerá muy altruista, pero sería mejor que admitiese su vocación de señor de casa grande con animales domésticos. Que adopte él o ella a los gatitos y los tenga a cuerpo de rey. Dándoles de comer, nos llena el barrio de felinos. No quiero ni pensar, para no caer en la turismofobia, que sea, encima, un veraneante, que se vaya a ir dentro de cinco días, el elemento, dejándonos esto como el set de rodaje de los aristogatos.



domingo, 13 de agosto de 2017

Una llamada


Al finalizar el funeral, mi amigo me contó que la mañana del entierro de su madre se levantó tranquilo y alegre. Por como lo dijo, recordé involuntaria e inmediatamente esta frase: "'You're looking unusually cheerful today', said the second-in-command". No me falló el instinto. Había soñado que su madre le llamaba por teléfono y le contaba: "Aquí estoy en la gloria. Está todo muy bien puesto. Con mucho gusto. Y todo el mundo es muy elegante y muy natural. Me he encontrado a Carmen García-Máiquez y me está presentado a gente muy cariñosa..." Entendí perfectamente que mi amigo se sintiese consolado. Yo, que estaba muy consolado después de tantos años, recibí un relámpago de emoción casi tumbativo. Acordarme ahora de su madre, a la que le tenía bastante cariño, me va a costar muy poco, muy poco.


jueves, 10 de agosto de 2017

Encuentro espiritual


Leonor ha comenzado la vendimia. Eso es bueno para el jerez, pero malo para mí. Otro año más, me toca bajar solo a la playa con los niños. Todo va bien hasta que levanto la cabeza del libro y no veo a Quique. Miro más y nada. Me levanto y nada. Me echo a la orilla, con el agua por las rodillas y nada. Un sinfín de cabecitas de niños en todo el litoral que mi vista abarca. Una sombra de preocupación. Y, de pronto, identifico la cabecita de Quique. No ha sido una identificación física, porque estaba de espaldas y porque con el pelo mojado todos tienen el mismo color e idéntico peinado. Ha sido una identificación espiritual, por el halo de imaginación desbordante con que va el niño, por el aire de su actividad mental. Lo estoy explicando mal, pero he quedado muy impresionado. Y tranquilo, claro.


Un poema de amor, de Carmen


Me admiró que Carmen me entregase, muy tímida, un poema; y más, que fuese de amor; pero, sobre todo, el poema mismo.

Es romántico y racional, como debe ser. El misterio de la flor a la que se le pregunta "¿Me quiere? ¿No me quiere?", por supuesto, pero, sin renunciar, ni al simbolismo (cinco pétalos, que es número bien bonito, una mano que se ofrece) ni al misterio (¿me quiere?) ni al suspense (¿no me quiere?) ni a la merecida y sorprendente e irónica celebración: "¡Oh, sí, sí, me quiere!"

Me habría encantado escribirlo a mí, pero, más que nada, nos conviene leerlo muy bien: haciéndonos el propósito de ni perder el encanto nunca ni dejar de ser listos. Pétalo a pétalo.




martes, 1 de agosto de 2017

Golondrinas


Sigue el pulso con Manolo. Ahora se ha ido una válvula del riego automático y me ha vuelto a proponer arreglármelo por libre, pagándole yo por libre, y no en las horas de mantenimiento. Me he mantenido firme. Y él, escurridizo, ha dicho: "Vale", y no sé cuándo llegarán esas horas de mantenimiento, porque los aspersores gotean y se han hecho tres o cuatro charcos en el jardín.

En principio, yo estaba fastidiado.

Pero hace dos o tres días vimos a unas golondrinas revolotear por el jardín y posarse en el suelo, junto a un tupido matorral. Iban y venían, frenando en su última vuelta. Pensé que iban a hacer un nido en el matorral, incluso. Y busqué en internet si las golondrinas hacen sus nidos tan bajos. Incluso empecé a preocuparme por los gatos que cruzan el jardín de vez en cuando, como tigres en miniatura, pero enormes para mis golondrinas. (Ya eran mías.)

Luego no eran dos, sino seis, ocho, doce...

De pronto,  caí. Venían a por el barro, para llevárselo limpiamente en su pico al nido que estarán haciendo o reparando en otra parte. Di gracias a la válvula rota y a la guerra sorda con Manolo. Dan unas vueltas al principio enormes, que se hacen más chicas, y más lentas, hasta que se posan. Yo veo en las vueltas las vueltas del mundo que han recorrido para llegar a casa; y en el momento tan delicado de posarse, un canto nostálgico al sedentarismo.

Le va a extrañar mucho a Manolo que ya no le meta la prisa con el arreglo.


***
[Ilustración de Carmen García-Máiquez]