martes, 24 de octubre de 2017

Una nueva lectura


Cada lectura es novísima. No sé por qué nos atrevemos a hablar de relectura. En esta de El rey Lear dos cosas. 

Qué razón tiene la malvada Regan: "Las burlas a menudo resultan profecías". Medio en broma, le puse a Carmen de nombre secreto Cordelia , esperando que resultase la hija perfecta, como es, pero sin imaginar, ay de mí, que me saldría tan poco aduladora de su padre como su shakespereana patrona. Y ha salido clavada.

La segunda cosa es que un detalle anecdótico ha trastocado del todo mi lectura. Resulta que Kent tiene exactamente mi edad:






No es sólo la edad, sino los efectos de la edad, además. Me he sentido (vanidosamente) identificado con el personaje. Qué emoción cuando se describe como un peón que pone, como don Rodrigo Manrique [esto lo digo yo], su vida en el tablero tantas veces por su rey verdadero. El acierto de Shakespeare está en concretar que es un peón, con humildad y muchísimo valor. O cuando él se describe fiel hasta extremos que un esclavo desdeñaría. Y con qué furia y gracia insulta. Parece el capitán Haddock.

Me he pasado la obra buscando a Kent por todos lados como un ejemplo de la actitud que debe tener un hombre de mi edad, y me ha animado mucho. Cuando he terminado, me he ido a buscarlo, y me lo encontrado así de gallardo en un dibujo de Mstislav Valerianovich Dobuzhinsky, y me he alegrado mucho:







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