lunes, 27 de noviembre de 2017

Buenos días


Un compañero de lides mediáticas dice "Buenos días" y pone la foto de un jardín que suponemos suyo con tres arbolitos jóvenes, destartalados como preadolescentes, y poco más. La foto, como foto, es bastante mala, poco encuadrada y con juegos de luces sin gracia. El jardín tampoco es Versalles. Y, sin embargo, precisamente por eso, tiene una enorme fuerza poética.

El observador avisado sabe que lo que vale de esa foto es la emoción mañanera del que la hizo y la colgó. Es una emoción contagiosa, que te levanta el ánimo, precisamente, para encarar tu día, igual de poco versallesco, de mal encuadrado y de luces contradictorias.

Qué complicado es el arte y qué complicado, simétricamente, el ser humano. Si la foto hubiese sido excelente, no habríamos sentido nada. Habríamos pensado que el autor quería presumir de cámara o de jardín o, incluso, de sensibilidad. Todo lo contrario, por suerte.




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