jueves, 1 de marzo de 2018

Queja e imagen


Yo tendría que ser mucho más ordenado, pero mi desorden no me deja. Quería pagar inmediatamente una factura, pero, cuando fui hacerlo, había perdido la factura. Tuve que llamar (sin éxito) a la empresa, escribirles un correo electrónico, esperar y pagarles después. Eso paso hace tres días. Ayer, abro un libro que quiero leer todos los días un poco, y allí, de marcapáginas y recordatorio estaba la factura. No había podido leer el libro, entre otras cosas, por el ajetreo de la factura perdida.

Al menos he ganado una imagen de lo que, si no, parecería un juego de palabras: el desorden me impide ser ordenado, definitivamente.




2 comentarios:

El curioso parlante dijo...

Yo detesto tanto perder el tiempo buscando algo, que he acabado dejando de ser desordenado.

Tengo más de 10.000 libros y sólo una parte ordenada (para ordenar el resto necesitaría quedarme solo varios días y cambiar la configuración de medio piso). Cuando alguien me pide un libro que sé que tengo en 3 o 4 ediciones distintas (un clásico, por ejemplo) prefiero ir a sacarlo a la biblioteca municipal de mi barrio que buscarlo en casa, porque pierdo muchísimo menos tiempo y el resultado está asegurado.

Pero también hay un lado positivo en ese desorden de libros: cuando no tengo más remedio que buscar uno, me encuentro con muchos excelentes que había olvidado que tenía - lo cual me produce una gran alegría (aunque no siempre, porque a veces me doy cuenta de que más de un libro comprado recientemente ya lo tenía).

El tema daría para escribir un texto que podría titularse: Las paradojas del desordenado.

Josefina dijo...

Jaja, tan tal cual...
Me pareció estar mirándome en un espejo mientras iba leyendo.
Y lo peor es que la cosa se va agravando con los años pues al desorden se agregan el olvido y las distracciones.
Saludos.