domingo, 23 de julio de 2006

Nuevo ensayo dantesco (VI)

Mi admiración por la Divina Commedia no me impide ver sus fallos (si los hubiera). Para demostrarlo, dedicaré mi dantesca entrada de hoy a comentar un pequeño error técnico, que Dante hubiese solucionado sin mayor dificultad, pero que no se le ocurrió.

Su obra, a pesar de dividida en las tres canticas que están en la mente de todos, es una unidad: un solo viaje, una evolución espiritual de un mismo personaje y una concepción unitaria e indivisible del universo. Ósip Mandelstam lo ha visto claro en su pequeño ensayo sobre la Commedia, donde lo ha visto todo.

Pues bien, para reflejar mejor esa unidad, el poeta debería haber enlazado cada canto con el siguiente. Hubiese sido tan fácil como seguir encadenando los tercetos (que tan bien nos señalan que todo es una realidad entretejida) por encima de los diferentes cantos, en vez de terminar cada uno con ese cuarteto donde el último verso se vuelve contra corriente y cierra de sopetón la serie.

Dante lo habría visto más claro si hubiese podido leer El Quijote, donde Cervantes hace un espléndido uso del zeugma, incluso para enlazar un capítulo con otro, desbordando así las convenciones literarias.

Así habría llegado Dante al final de la Divina Commedia sin crear —ni en las rimas— compartimentos estancos. En el final tampoco convenía ese verso cerrado como un broche, porque allá se nos está diciendo que la bienaventuranza en el Paraíso es inacabable y dinámica. No quiero dar a entender que el final no sea inmejorable, un prodigio:
l’amor che move il sol e l’altre stelle
, sino sólo que el cuarteto final, cerrado herméticamente, es una mala solución técnica para el sentido trascendente de los versos, un molesto contrasentido.

Tal vez si Dante hubiese podido leer a Manuel Machado habría encontrado una salida extraordinaria para no dejar el último eslabón vuelto sobre sí ni tampoco el penúltimo suelto o cojo. La solución era una rima interna, como en el poema “Felipe IV”, que conjura ambos peligros con un leve toque elegante:
con desmayo galán un guante de ante

3 comentarios:

Aquilino Duque dijo...

Muy agudo y atinado, Aquilino

Aquilino Duque dijo...

Aguda observación, pero no le toquéis ya más, que así es el Dante. Aquilino

E. G-Máiquez dijo...

Buen consejo, Miguel Ángel, no he leído a Asín Palacios de primera mano, pero lo haré en cuanto encuentre el libro.

Mora-Fandos, no pretendía más que hacer, como detecta el agudo Aquilino, una observación, pero sin más pretensiones. La razón de que el Dante cerrase así cada canto es por la métrica de entonces. Yo perpetro en realidad un anacronismo proponiéndole soluciones de muchos siglos después. Lo que tiene mucho más interés es la idea de la circularidad, propia del mundo antiguo y por tanto recogida por Eliot, que yo creo que no existe en la Commedia, donde, en espiral o en línea recta, siempre se avanza hacia la Rosa Mística. Sería un tema para profundizar en él.