sábado, 22 de septiembre de 2007

No es excusa

La falta
de ortografía era perfecta.
El orador dubitativo coje
la palabra, no coge, que la coje-
a cojeando
de frase en frase en frase,
torpezando hasta el punto
final, redondo y aliviado del aplauso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien reconocido, Enrique. Yo pensé que había sido un desliz juanramoniano. Más me chocó lo de "detrás mía"...

E. G-Máiquez dijo...

Ay de mí.

Lo corrijo ahora mismo: cierta dislexia.