domingo, 24 de mayo de 2009

Si lo hubiera sabido, futbolista

Estábamos en un ambiente bucólico: almorzando en una casa de madera y de campo. Éramos un grupo bastante grande de amigos o, para ser exactos, tres grupos bastante estancos de amigos. En el mío la conversación se centraba, naturalmente, en los hijos, supongo que como en los otros dos. Una amiga se quejaba preocupada-preocupadísima de que a su hijo no le gustaba el fútbol, y eso era una tara, no quería que fuese un raro, tenía que integrarse... Yo, queriendo animar, conté que a mí tampoco me gustaba. La madre entonces abrió los ojos con pavor --un rictus de sufrimiento cruzó su cara como un relámpago--, y suspiró. Otra, le pasó la mano por la espalda, confortándola.

7 comentarios:

Miguel Ángel Borrego Soto dijo...

Jamás entenderé por qué existe gente a la que no le gusta el fútbol; aunque tampoco comprendo cómo la Bibi ha llegado a ministra. Bueno, esto último podría explicarse. Enhorabuena por el articulo, que bien podría haberse titulado Biba Bibiana...

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Enrique, es cojonudo el post, y el artículo.

Y a Bibi, de nuestra tierra, deberían amarrarla a un poste del Carranza.

Outsider friar dijo...

Pues si la escena hubiese acontecido cuando el postre es para que a uno se le caiga el Magnum al suelo y en un golpe de sol se quede ahí desleído, como la autoestima...

Ignacio dijo...

Yo, cuando digo que soy muy pero muy futbolero, que veo los partidos del betis en la tele con la bufanda verdiblanca puesta, invariablemente me encuentro con el mismo comentario: pues no te pega nada.

Anónimo dijo...

¿Y esta retractatio?

Anónimo dijo...

Insisto...¿esta retractatio?

E. G-Máiquez dijo...

Supongo que se refiere al título de la entrada, que no es talmente una retractio sino una cita de un poema de Abel Feu que le gustaría mucho a la madre en cuestión. Va:
SI LO HUBIERA SABIDO, FUTBOLISTASi lo hubiera sabido, futbolista.

Un deportivo hortera y una rubia
todavía más hortera a la salida
de los entrenamientos. Un pendiente
en la orejita izquierda y el flequillo
tenaz que cae y cae sobre mis ojos
y yo aparto-¡qué tío!-con ese gesto
que hasta imitan los niños...

En fin, vida
vidorra, anuncios, goles, entrevistas,
vaya mansión, autógrafos y etcétera...

Lo juro: futbolista. No estos versos
ramplones y prosaicos. No estos años
cabrones. Ni las suposiciones. Ni esperar
a que nunca pase nada...

Y no
poeta, no, ¡no!, no poeta sobre todo,
cualquier cosa antes que este camelo
que mira a lo que lleva: a lamentarse mucho
de uno mismo, a exhibir trapos sucios,
a este strip-tease grotesco, qué vergüenza