miércoles, 17 de febrero de 2010

Villansaco

Ceniza sobre ceniza
y sobre cenizas, polvo.
Este año hasta en el clima,
hay Cuaresma para todos.
[O dicho en prosa]

3 comentarios:

Cristina Brackelmanns dijo...

De siempre me ha gustado más la fórmula "recuerda que eres polvo...", como si me ayudara más a entrar en materia; pero este año, por lo que dices, porque ya estamos hechos polvo, cuánto he agradecido la segunda versión, la de "conviértete y cree en el evangelio". Un conviértete que en vez de sonar a "no" (que un poco siempre suena a "no"...), ya sólo me ha sonado a "sí". Qué alegría, oye.

No hay sacco (¿iba por ahí?) que por bien no venga.

Manupé dijo...

En mi casa la cuaresma tenía también una significación gastronómica, de platos que sólo se hacían en este tiempo.

Recuerdo especialmente el bacalao con garbanzos, las torrijas y sobre todo los viernes de arroz con leche y canela.
Mientras nos daba deliciosas alternativas, mi madre nos recordaba que no se podía comer carne y que el chorizo y la mortadela del bocata, por mucho que quisiéramos ignorarlo, era carne.

Yo ceniza aparte, intento inculcarle a mis hijos esos mismos valores para que se conviertan en recuerdos, al menos en lo del bocata de mortadela y las fuentes de arroz con leche. El bacalao me temo, tendrá que esperar a tiempos mejores, que hasta en esto se nota la crisis.

E. G-Máiquez dijo...

Va por ahí, CB. Y a ver si me marco, igual que cada Navidad un villancico, un villansaco cada Cuaresma.

En mi iglesia, han usado las dos fórmulas: el polvo lo decía el sacerdote y luego, con la mano sobre el Evangelio (me fijé y hablaba de Cristo Rey) el conviértete. El dos en uno me ha encantado.

Y qué bueno tu comentario, en los dos sentidos. La pobreza es suculenta, se sabe. Mucha gastronomía nuestra (véase tortillita de camarones, consiste en sacarle sabor a lo que había). El pie forzado de la abstinencia dio lugar a platos maravillosos, como los que citas. Qué bien te educó tu madre, y suerte de tus hijos con esa abuela.