sábado, 24 de septiembre de 2011

Elogio de la subjetividad


A mi hija la vemos guapísima, inteligente, graciosa, divertida, con una personalidad asombrosa. En la casilla “virtudes” de la ficha de su cole-guardería nos quedamos sin espacio. A mi mujer, sin embargo, ha empezado a preocuparle que sólo nosotros la veamos así de maravillosa. La gente en la calle no se para a nuestro paso a aplaudir y nuestros amigos  sólo hablan, inconcebiblemente, de sus propios hijos. ¿Será —me pregunta mi mujer— que no es tan extraordinaria? Si no lo fuera, que lo es, contesto, qué importa: irá encontrando quienes la vean con los ojos del amor y, así mirada, será siempre excelente para quien más le importe. Lo digo, le digo, por experiencia, porque a mí me ha sucedido. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro que sí. Ya lo dice NGD, que el amor no esconde imperfecciones sino que revela perfecciones que para lo demás permanecen ocultas.
Hablando de las fichas estas, sé de una niña llamada Martina que ha tenido que rellenar hace poco una ficha a doble columna con las cosas que se le dan bien y las que se le dan mal.
En la columna de cosas que se le dan bien sólo ha puesto "cazo moscas".

José Luis

Mora Fandos dijo...

La belleza es un encuentro de dos bellezas a través de la mirada. ¿Verdad?

cb dijo...

Es extraordinaria, lo que pasa es que la gente va por ahí con mucha prisa.
Y los ojos del amor no sé si serán subjetivos o los únicos objetivos, pero lo que sí que hacen es que el mirado acabe siendo como se le mira. Todos los ojos tienen un poco ese poder conformador, pero los del amor mucho más, afortunadamente.