jueves, 31 de mayo de 2012

lunes, 28 de mayo de 2012

Para mi lápida

Tras escribirme tantos epitafios, uno por libro, como mínimo, tan peinaditos y rimados, caigo en que lo que quiero que pongan en mi lápida del cementerio es sólo esto, por favor: 


VUELVO ENSEGUIDA


jueves, 24 de mayo de 2012

Sobreactuación

Dentro de la materia de este examen entra el lenguaje no verbal. Así que me parece muy bien que el alumno lo ponga en práctica, demostrando su conocimiento significativo. Se comentó en clase que mirar hacia arriba era un signo de hacer memoria, de saber que se sabía algo, que se buscaba o quería buscar por entre los rincones del cerebro. Eso al menos lo recuerda éste, que cada vez que lo miro, levanta la mirada, acompañándola de un gesto lastimero, que suspira: "Cómo me ha podido pasar esto a mí, quedarme en blanco, con lo mucho que he estudiado, ay". En blanco lo que se le quedan indudablemente son los ojos. Sobreactúa con el levantamiento de la mirada y le dan la vuelta en las órbitas. Ahora son dos globos oculares de zombi que estremecen. Qué ganas (auténticas, compulsivas, instintivas) de aprobarle como sea: en parte, en premio por la proeza fisiológica; en parte, para no enfrentarme en junio a otras dos horas frente a esos ojos acojonantes.

Si el pensador no le sale demasiado bien a mi alumno, tampoco a Rodin, y fíjate dónde ha llegado.  

martes, 22 de mayo de 2012

Examen tipo test

Chamfort tiene nombre de chaise-longue; da gusto reclinarse en su lectura. Pero como estamos de exámenes, hagamos una pregunta tipo test: ¿por qué no he incluido estas dos citas en la reseña?
A- Me resultaban demasiado personales: la primera, desde un punto de vista biográfico y la segunda, ay, profesional, que escribo libros y soy profe.
B- Porque eran muy largas.
C- Porque las reseñas las cobro yo y no puedo dejarme llevar por la querencia de hacer que me la escriba el autor reseñado. Decía Camba que la entrevista era un género curioso porque trabajaba uno y las cobraba el otro. A veces me pregunto si con las reseñas literarias no pasa tres cuartos de lo mismo, o más, incluso.
D- Todas las anteriores son correctas.  
Cuando era joven, apremiado por las pasiones y atraído por ellas a la vida mundana, obligado a buscar en la sociedad y en los placeres alguna distracción de crueles sinsabores de la existencia, solían predicarme el amor a la vida retirada, al trabajo, y me abrumaban con pedantescos sermones al respecto. Llegado a los cuarenta años, una vez perdidas las pasiones que hacen soportable la sociedad, sin ver ya en ella otra cosa que miseria y futilidad, y al no tener ya necesidad del mundo para escapar a sinsabores que habían dejado de existir, se ha vuelto sumamente vivo en mí el gusto por la vida retirada y por el trabajo, y ha sustituido a todo lo demás. He dejado de frecuentar el mundo. Y entonces no han cesado de importunarme para que vuelva. Se me ha tildado de misántropo, etc. ¿Qué conclusión habría que sacar de esta curiosa diferencia? La necesidad que tienen los hombres de censurarlo todo. 
**
Lo mejor que sabe uno es: 1) lo que ha adivinado; 2) lo que ha aprendido merced a la experiencia de los hombres y de las cosas; 3) lo que ha aprendido, no en los libros sino gracias a los libros, es decir a las reflexiones a las que éstos le han llevado; 4) lo que ha aprendido en los libros y 5) con los maestros.

lunes, 21 de mayo de 2012

Fórmula

Deseo + Bondad = Amor

Dejándome caer de espaldas

Uno de los problemas que me ha dado este blogg desde que, a principios del verano pasado me puse a reunir, seleccionar, rechazar y corregir las entradas de El pábilo vacilante, ha sido el de seguir escribiéndolo. Me lo perturba la seguridad de que el hilo —tenue, pero hilo: los hilos suelen ser finos, que si no son cables— narrativo del libro ya no lo volveré a conseguir jamás, ni su densidad de sucesos ni la condición casi cervantina (con perdón) de maravillas y encantamientos, aunque cotidianos y casi secretos. A cambio, me consolaba y divertía pensar que, mientras que Lo que ha llovido salió publicado en unos cuadernos de poesía, El pábilo vacilante lo haría en una colección de narrativa. Qué a propósito.

Y sin embargo aquí sigo, como puede comprobar el amable lector. Ya veremos qué sale esta vez y dónde acabo. Se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás, como dijo Joseph Joubert o Soren Kierkegaard, tanto monta. Se escribe hacia adelante, pero se publica hacia atrás, podría ser una variante ad hoc. Aunque no, porque aquí escribo dejándome caer de espaldas. Se trata de un ejercicio práctico de confianza. Alguien me recogerá.

domingo, 20 de mayo de 2012

Definición de snob

Energúmeno de la alta sociedad y de las buenas maneras. 

Resaca

No bebí apenas nada, pero en la cena de ayer gasté dos o tres bromas que esta mañana, que he amanecido un tanto severo y rígido, punzan en mi cabeza con muy malas ideas. Lo mismo ocurre con los juegos de palabras: a la mañana siguiente, más espeso, siempre te arrepientes. En el artículo de hoy (los puntos y apartes me los debe de haber confiscado Hacienda) el juego de manos de "la reversión de la inversión y la consunción del consumo" me los podría haber ahorrado. ¡Para algo que podía ahorrar!

sábado, 19 de mayo de 2012

Terror

Las películas y los libros de miedo me dejan frío. Es bueno, sin embargo, comprender al prójimo, incluso al aficionado al género. Por eso, estoy muy contento del susto de anteayer. Doblé en el ceda al paso a la derecha, así que miré sólo a mi izquierda, por si venía alguien. No. Le di. Entonces, al incorporarme a la calle, vi que venía por su carril, pero muy cerca, otro coche. Me fijé en el conductor y me sobrevinieron unos segundos terroríficos. Era una chica rubia, pálida, casi translúcida. Iba recostada en su sillón, con los ojos semicerrados, aunque se le veían de un azul acuoso. Su inmovilidad contrastaba con el movimiento del coche, creando una sensación de pesadilla y hasta de ultratumba. Me fijé más y vi que era un coche inglés y que en el asiento del copiloto iba un conductor atento, incluso un poco más atento de lo normal. La chica, no sé si porque se había dado cuenta de todo en su duermevela o por puras buenas maneras, me dedicó una desmayada sonrisa desvaída. Respiré aliviado. O no tanto: había sentido algo inédito, el extraño placer del vértigo del terror. 

viernes, 18 de mayo de 2012

Diálogo

Buscando un respiro, huyendo del bochorno de la noche, salgo al jardín a las 6:30 a tomarme el café. Qué fresquito. Y cómo cantan los pajarillos, a pleno plumón. Qué pena no reconocer uno a uno a los maestros cantores, y sólo echar de menos a los menos madrugadores: con nostalgia, al jilguero; con alivio, a la tórtola turca; y con sentimientos encontrados, cono siempre, al mirlo. Aun faltando el jilguero, el aire es una fiesta. Recuerdo entonces un comentario lejano de CB en el blog de un reverendo ornitólogo: a propósito del "Romance del prisionero", llamaba nuestra amiga la atención sobre la aliteración, tan maravillosamente musical como sugerentemente sexuada, de "cuando canta la calandria / y responde el ruiseñor". A raíz de esos dos versos, se preguntaba ella si los pájaros en verdad dialogan. El globero respondía que no, y, si él lo niega, habrá que decir: "Amén". Pero aquí, esta mañana, parecía desde luego, en medio de la algarabía, que unos y otros se turnaban y respondían, a veces rivalizando, sí, mas otras por puro gusto. Claro que el ser humano es tan carne de diálogo (imagen del Dios trino) que lo ve, al diálogo, por todas partes, ¿o no parecen que conversen también los árboles con sus ramas que se menean hermana, humanamente en la brisa? Una cosa está clara: qué fresquito. Y otra se aclara: el día. Hay que ponerse a correr ya. Esta noche, me animo, saldré a escuchar la charleta de las estrellas. 

jueves, 17 de mayo de 2012

Era un gran deportista

El ancianísimo sacerdote --bien lo sabemos de otras homilías-- es un sentimental y, por tanto, un elegíaco. Debe de frisar los 90 y todavía se le saltan las lágrimas cuando recuerda a su madre, con lo que se gana todas mis simpatías, y le falta poco para definirse como "un pobre huerfanito", tal y como hacía aquel mendigo viejo que vio Eugenio d'Ors con aprobación. Ayer, al empezar la misa, nos dijo que llegaba conmocionado porque se había enterado de la muerte de un compañero de clase, allá en Huelva, con el que jugaba a la pelota, al fútbol. En el memento de difuntos volvió a hablarnos de él, y nos pidió que rezáramos "por ese chico [sic]". Yo me sonreí. Añadió a modo de contundente epitafio y elogio moral definitivo: "Era un gran deportista". Y no dijo: "Oh", pero se vio que lo pensaba. A pesar de la inquietud que me produce esa manía, muy de colegio de curas antiguo, aunque ahora extendida por todas partes, de considerar el deporte como una virtud moral de enorme superioridad, volví a sonreírme. Primero, porque recordé que el enérgico san Pablo, a quien yo le perdono todo, dio pie a esa mixtificación al comparar el camino a la santidad con una carrera olímpica; segundo, porque estaba convencido de que en los setenta y tantos años que mediaban entre aquellos partidos de fútbol y el deceso, el chico habría tenido tiempo de hacer muchísimos más méritos; y tercero, porque vislumbré en un fogonazo fugaz dos o tres regates y un golazo por todo la escuadra de un muchacho en blanco y negro tal y como los estaba viendo nítidamente y a colores el viejo jesuíta.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cumpleaños


Dos años ya
—tan pronto—
de eternidad.
**
La noche en que Carmen fue aforista. Esta noche, a Carmen le dio por llorar de 2 a 4. Yo —que estoy asténico, de exámenes, con dos encargos editoriales que me están matando, abrumado por la situación económica, aplastado por los impuestos— tardé bastante en levantarme y creo que no me desperté del todo en ningún momento. Tuve durante toda la noche y he tenido esta mañana hasta después del segundo café la absoluta certeza de que Carmen estuvo diciendo aforismos. Yo le decía: "Ea, ea, duérmete", pero a la vez pensaba: "Qué buenos aforismos piensa la niña, tendría que apuntarlos, qué inteligente éste, qué gracioso aquél". La moraleja del sueño, del sueño en duermevela es evidente: la vida es breve, pero además es arte y lo larga todo a poco que estemos atentos, aunque sea llorando, sólo con existir. La explicación racionalista es mucho más simple: indigestión. Durante el día de ayer leí el especial de aforismos (bastante prolijo) de Babelia, los de Chamfort, los de Pessoa —que me gustaría reseñar en Ambos mundos con el título "Del baúl al bolsillo"— y la demolición implacable de Baltanás y los de Manuel Neila. Los de Carmen, ¿hace falta que lo diga?, eran mucho mejores, dónde va a parar. 

martes, 15 de mayo de 2012

Bene escolta chi la nota

No me cabe todo en el artículo, naturalmente. Me he dejado sin subrayar el seco toque de atención que le da Virgilio a Dante en el verso 99 cuando éste se hace el estoico ante las profecías de Brunetto Latini. Es un detalle delicioso por varios motivos:
  1.  El acierto psicológico de ver cómo los discípulos les salen respondones a los profes, sin mucho fundamento.
  2.  El pagano que le dice al cristiano: "El estoicismo lo dejas para nosotros, tú".
  3. El detalle de Dante con su querido Latini, que hace que lo homenajee nada menos que Virgilio.
  4. El maestro que, con cierto corporativismo, recuerda al discípulo que hay que respetar a los anteriores profesores.
  5. Y la defensa de la memoria. "Bien escucha quien lo memoriza", subraya Virgilio, memorablemente.

lunes, 14 de mayo de 2012

Lo de las rosas

Lo de las espinas de las rosas quizá sea una variante botánica del "cándidos como palomas y astutos como serpientes". Qué bien se lo han aplicado ellas.

domingo, 13 de mayo de 2012

sábado, 12 de mayo de 2012

Johnson & Johnson

Qué tentación para cualquier barbero, incluyendo al del Rey de Suecia, titular así una entrada. No tiene que forzarse mucho. Del libro Humoristas de Paul Johnson, las páginas más vibrantes son las dedicadas a Samuel Johnson, que dijo:


Ahora hay menos azotes en nuestras escuelas que antes, pero también se aprende menos. Así que lo que los chicos ganan por un lado, lo pierden por el otro.
*
Me pregunto si todas las mujeres no serán papistas.
*
[Le pidieron un ejemplo de burla grosera] Caballero, vuestra esposa, bajo la tapadera de un prostíbulo, comercia con mercancía robada.
*
Caballero, os he dado conversación, lo que no puedo daros es inteligencia.
*
¿Acaso es un mecenas, milord, el que contempla con indiferencia a un hombre que se afana por no ahogarse en el mar y que, cuando llega a tierra, le ofrece una ayuda que ya no necesita?
*
[A David Hume, pero de valor universal] En verdad, no sé si es que primero era idiota y eso lo ha convertido en un canalla o si ya era un canalla y eso lo ha hecho un idiota.
*
[Sobre la Calzada del Gigante, en Irlanda] ¿Vale la pena verlo? Sí. Pero no vale la pena ir a verlo.
*
El tamaño de la inteligencia de un hombre siempre puede conocerse a través de su alegría.
*
Un hombre, caballero, debería mantener su amistad en constante reparación.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Telepatia (pasiva)

He esperado pacientemente toda la tarde a que me ocurriese por tercera vez. Dos podría ser sólo una inquietante casualidad, pero no ha terminado de ocurrir. La vida pasa de las triadas. Lo cuento, pues, como me pasó: dos veces.

Esta madrugada pensé que se podía leer mi pensamiento. A Enriquito le dio por llorar y, mientras su madre lo acunaba pacientemente, yo envolvía mi cabeza con la almohada y pensaba: "Qué cabroncete, no calla ni bajo agua". Justo entonces la madre suspiró: "Hay que ver lo que se parece a su padre el niño". 

Al final de la mañana, en el IES, me cruzo con la camarera de la cafetería, que parece escapada de una de las ventas del Quijote: rubiasca, baja, gordilla, brutota. Es graciosa de puro mal humor que gasta. Y es lo único que gasta, porque generalmente contesta con una sola palabra. Le pregunto: "¿Qué tal, Lupe?". Me replica con cara de hastío o de estío: "Calor". Por dentro, me parto de risa: "Hace tres días me hubiese dicho: 'Frío'; el caso es quejarse con laconismo". Y portentosamente, usando varias palabras y haciendo una pirueta de auto ironía espectacular, me contesta, como si me hubiese leído el pensamiento: "El caso es que siempre tenemos que ir huyendo de algo". Me quedo frío. 

Y ahora que lo pienso, menos mal que no me ocurrido por tercera vez. Ya me habría dado yuyu. 

Pobre Reina Sofía

El premio, digo. 

martes, 8 de mayo de 2012

Contar un cuento

Después de contar "Los tres cerditos", qué poca pereza para cerrar con llave las puertas de la casa y las ventanas y poner la alarma. No sé a Carmen, pero a su padre la moraleja de los cuentos le va calando muy hondo a fuerza de repetirlos. 

Un éxito

Yo lo leería, sí, no la reseña, sino el librito. 

lunes, 7 de mayo de 2012

Sus labores


El tren a Sevilla de las 12 de la mañana va lleno de universitarios que han alargado un poco más su fin de semana. En los asientos de delante, charlan animadamente unas chicas. Hablan de sus respectivos pisos de estudiantes y comentan con minuciosidad y todo lujo de detalles cómo de limpios o de sucios son sus compañeros, cómo de blanca o no les queda la ropa, la plancha, el reparto de labores domésticas, el incumplimiento de unos y los desvelos de otros, los enfados de todos, los enfados de todos y de cada uno. Según pasa el tiempo compruebo atónito —mientras intento leer— que no agotan el tema, ni muchísimo menos. Es más se crecen. De pronto, empiezo a sentir una honda nostalgia por los bedders de Cambridge, por los scouts oxonienses. Yo no los conocí más que en las novelas, claro, pero la delicada administración —rayana en la invisibilidad— de mi Colegio Mayor cumplía la misma función, quizá con creces. Antes de que alguno me acuse de elitista, advertiré que, para evitarnos disgustos, esto puede leerse cum grano salis, de sal del lavavajillas, específicamente, que de eso también hablaron. Al final, dieron el salto —yo lo había esperado mucho antes— a las redes sociales, sí, pero muy al final, y es una hora y media de viaje. De lo que no hablaron nada es de las carreras que estudian (me quedé con las ganas de saberlo) ni de las asignaturas ni de alguna conferencia ni de ningún libro. Nada. En blanco. Una hora y media. 

Dentistas

En mi dentista entro siempre con la boca semiabierta, como para ir ganando tiempo. Es la infalible sonrisa por lo apropiado de su apellido: el doctor Quijada. Luego, la anestesia hace el resto, y puedo seguir sonriendo. Mientras él se ganaba el pan con el dolor de mi diente, pensé que la mejor publicidad es el boca a boca. Para todos, y ya la quisiera yo para mi libro, pero para un dentista un poco más. Se lo tendría que proponer como eslogan para un buzoneo, pensé, a cambio de una rebaja: "Dentista Quijada. Su mejor publicidad, el boca a boca", pero no me atreví. A la salida, se me iba pasando el efecto de la anestesia, ay, pero vi el cartel de otra dentista de mi pueblo, la Dra. Pulido, y me animé: también me pareció un nombre brillante y pertinente.

viernes, 4 de mayo de 2012

La del Alba sería

En el semanario Alba de esta semana sale mi última colaboración. He tenido durante más de un año una sección llamada "Letras puras", compuesta por cuatro glosas, tituladas: ¡Ah!, ¡Eh!, ¡Oh! y ¡Uh!. La i la hacían, en el centro y grandísima, un círculo, "La vuelta al mundo en blog", donde recogía algo de la volandera blogosfera y el palito de la i era un poema y un levísimo comentario. Nunca he subido la sección entera aquí, pero sí bastantes glosas, las más rayostronantes. Hoy, como excepción, despedida y, sobre todo, homenaje a mi hospitalaria casa durante un buen puñado de años, va entera: 

Ah) Adiós, gracias, adiós, donaires
El mejor método para el trabajo literario se lo he leído a Millôr Fernandes, aforista brasileño que acaba de morir: “Después de bien ajustado el precio, se debe trabajar siempre por amor al arte”. Creo que nunca lo cumplí más exactamente que con esta sección de "Letras puras", que tanto he querido y que hoy llega —porque todo llega— a su fin. Quisiera dar las gracias al semanario Alba por su hospitalidad: publicar y comentar un poema semanal es algo insólito en la prensa. Y a ustedes, mi ¡ah! y mi ¡oh! más sorprendido y admirado, por su impagable compañía. Ojalá hayan disfrutado la mitad que yo, que ya sería muchísimo.

Eh) El espíritu de la escalera.
Con lo que me he devanado los sesos para encontrar temas para “Letras puras”. Y ahora, sin embargo, se me van a ocurrir un montón. Es el dichoso espíritu de la escalera, que dicen los franceses. Ya saben: a uno siempre se le ocurre lo que tuvo que decir en el salón cuando está bajando ya la escalera hacia la calle. Qué fantasma tan burlón. Seguro que ahora me visita sin cesar. Aunque me quedará un consuelo: la de veces que le engañé. Me soplaba en la escalera un tema bonito para el número pasado, como él acostumbra, y yo me daba la vuelta y lo escribía en el siguiente. Si ahora se burla un poco de mí, lo tengo merecido.

Oh) Las últimas palabras
Las últimas palabras gozan de gran predicamento. Ana Bolena, cuando iban a decapitarla, le dijo al verdugo: “No os daré ningún trabajo. Tengo el cuello muy fino”. En idéntica circunstancia, al aristócrata francés Henri de Xavière le ofrecieron un vaso de vino. Respondió: “No, gracias. Cuando bebo suelo perder la cabeza”. Yo quisiera lucirme en el trance mío, cuando me toque, que espero que tarde, y ahora, en estas "Letras puras", que ya toca, porque acaban. Pero no creo, porque mis últimas palabras favoritas no son brillantes, sino tiernas. Son las de Pancho Villa a un periodista americano: “Diga usted que dije algo”.


Uh) Suplementos culturales
Dicen que los suplementos culturales son muy malos. Menos mal. Yo de su lectura salgo agobiado bajo el peso de mis deseos. Cuántos libros que leer, cuántos asuntos sobre los que reflexionar, aniversarios que celebrar, discos que oír, exposiciones en las que internarse, películas que ver y clásicos que releer, que remirar y que rever, según sean libros, cuadros o películas. ¿No deberían ser trimestrales los suplementos? ¿Se les puede seguir el ritmo semanal si nos los tomamos en serio? ¿O quedaremos hundido bajo tantas recomendaciones? Lo bueno de cerrar esta sección es que dejaré ya de recomendarles lecturas. Descansen.


Blog) El mío por fin

Qué tentación todos estos números de Letras puras aprovechar esta sección para colar alguna de las cosas que casi diariamente voy sacando en mi blog, llamado Rayos y truenos, donde tienen ustedes su casa. La tuvieron siempre, por supuesto; pero a partir de ahora, quizá con más motivo. Alguna vez he recordado hablando de mi blog lo que González-Ruano contaba de Mariano José de Larra, de su "ilusión típicamente figarina de poseer un periódico propio, un órgano de expresión —ilusión máxima de propiedad de un escritor—. Ilusión superior a la de poseer un reino político. Fígaro murió en 1837 a punto de conseguir un periódico —Fígaro— que hubiera sido su "Boletín de teatros, música, modas, Bellas Artes, costumbres, amena literatura, política, Cortes, noticias, anuncios, etc.". ¿Y no nos cumplen a nosotros los blogs —me preguntaba— esa ilusión máxima, superior a la de poseer un reino político? En realidad, no, porque el papel es mucho papel, y la compañía de tantos buenos compañeros y de los lectores reposados que internet quizá no da. Alba me ha dado todo eso y más: un cuidado exquisito en la edición de mis páginas, un equipo de dirección que me mimó con la ternura ruda que sólo se ve en las pelis de periodistas, un puñado de amigos para siempre, casi un grupo literario-periodístico-generacional y, sobre todo, unos lectores atentos y fervorosos en toda la ancha España. Pero si el blog no es un reino, es una pequeña república, y más vale eso que ser un apátrida de la pluma.

Poema) La muerte del Maestre

[…]
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos, y hermanos,
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la ponga en el cielo
en su gloria.
Que aunque la vida perdió,
nos dexó harto consuelo
su memoria.

Las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique (1440-1479) son un poema insuperable, una de las cumbres de la poesía universal, que dan además una nota específicamente española y cristiana en el canon. Su sobriedad y claridad expresivas, su exactitud, su música recia, su sentimiento viril marcan un camino a la poesía española de todos los tiempos, que no debería perder de vista nunca jamás. Y, centrándonos ya en lo nuestro, que son estas dos sextillas manriqueñas finales, la descripción de la muerte del Maestre don Rodrigo es un ejemplo perfecto de lo que tiene que ser una buena muerte: rodeado de la familia, sin lamentaciones inútiles, con la inmensa suerte de disponer aún de todas las capacidades, con los ojos puestos en lo Alto, que es lo que importa, y dejándonos además de propina el consuelo humano y literario por excelencia: la memoria.

Todo un éxito

He dicho mil veces (hasta la saciedad) que un lector para mí es cien mil si es el mejor, he recordado a Cernuda y su poema a su lector futuro y he perdido la paciencia con los autores quejumbrosos que publican y tienen su público: ·¿qué más quieren?·, clamaba, exasperado. Bien, pues llegó el momento de la verdad, el terrible momento de predicar con el ejemplo.

Y a falta de un lector, dos, no, espera, otro: ¡tres!. Tendría, si quiero cumplir mi palabra, que acabar ya mismo con mis pabilaciones, que cada dos días llamo a mi hermano Jaime para preguntarle si de verdad le gusta el libro, pobrecillo.

Y son tres lecturas no sólo generosas --vienen de amigos--, sino literarias y hondas. (Que vengan de amigos no les quita mérito, porque al final el buen lector acaba siéndolo, y el orden de los factores no altera el producto.) ¿Qué más puedo pedir? Nada, nada más.

Muchas gracias.

jueves, 3 de mayo de 2012

Del ultra al retro



Quitando algunos poemas estupendos por aquí, y mucha quincalla por allá, en líneas generales, uno lee Las cosas se han roto. Antología de la poesía ultraísta con un sentimiento agridulce. Por un lado, el agradecimiento a Bonet, que nos ha nos ha dejado esta poesía desmelenada al alcance de la mano con una brillante alopecia académica. Y, por el otro, la siempre pequeña amargura de la envidia. En qué grandes blogueros hubiesen roto buena parte de estos poetas menores. 
Para muestra, basten unos botones. Un puñado de aforismos de las series "Ventanilla" de Juan Gutiérrez Gili (1894-1939), que ya me hubiese gustado escribir a mí, que tanto me tira el encanto retro del tren. 


LUNA
Roto que ha dejado en el cielo
la Torre de Babel.


CLAUSTRO
En el cubo de agua fría
sube su rostro puro
de novia la novicia.


YERMO
Emigración perpetua del paisaje.


REBAÑO
Página del Antiguo Testamento.


LLUVIA
Pedazos de la noche en todas las manos.


ACUEDUCTO
Peine del sol.


NEVADA
Manteamiento de estrellas.


LABIOS
Barquichuelas que oscilan
en el agua de la sonrisa.


INTROSPECCIÓN
En el fondo de los espejos
hay una máscara impasible.


ASCENSOR
Angustia de no estar en ninguna parte.


CRUCE
Los cristales han saltado de una ventana a otra.


FILO DE LUNA
¿Qué pegaso de cristal ha pisado en el cielo?


SOL
Alcancía de estrellas.


TRUENO
Es el silencio que se desmorona.


ÉGLOGA
Al pasar las mozas con ánforas
llenas de crepúsculo, risas y trinos,
pugna por desasirse de las zarzas
—para seguirlas— el camino. 


POZO
Chimenea del cielo.


ACTUALISMO
Hay que construir el reloj de doce manecillas.