jueves, 31 de enero de 2013

Feliz Navidad


Las pasadas navidades olvidé mi llavero en casa de mi suegra, en Madrid. Pensando que ella vendría pronto o nosotros iríamos, le dije que no se preocupara de enviarlo. He ido tirando de llaves de repuesto sin demasiados problemas. Sin embargo, la llave del buzón se quedó en la capital y yo metía la mano con esfuerzo y, tras varias contorsiones, pescaba algunas cartas, pero sólo las más voluminosas. En recogiendo los libros, estaba tranquilo y no me importaba que se amontonasen en el fondo las cartas de los bancos. No esperaba buenas noticias del sector. Pero ayer vi al buzón congestionado y me lancé a la aventura de rebuscar la otra llave. La encontré enseguida, sorprendentemente. Y fue abrir el buzón y encontrarme de sopetón con un buen puñado de felicitaciones navideñas. Ha pasado poco más de un mes, y pocas veces me ha mordido la nostalgia, muy pocas, como abriendo esos christmas.


miércoles, 30 de enero de 2013

Fórmula


Nietzsche + Bloy = Cioran


Miércoles y domingos


Me llama una señora amabilísima para invitarme a dar una charla. Le suelto mi speech. Bien. Me dice que me lee. Se lo agradezco. Que me lee de verdad, no como otros que dicen que me leen y no lo hacen. Ah. Me repongo. Le cuento una sabrosa anécdota sobre el particular. Un señor presentaba a Begoña García González-Gordon. La retrató, justamente, como una extraordinaria columnista. Bien. Dijo que no se perdía ni uno solo de sus artículos. Que lo primero que hacía cuando se levantaba los sábados era buscar el artículo de Begoña y saborearlo con el desayuno, etc. Como hacía medio año que Begoña había dejado de escribir columnas en el periódico, fue un momento de mucho azoramiento en la sala. Mi interlocutora celebra la sabrosa anécdota. Y añade, recreándose en la suerte: "Fíjate si te leo que sé que antes salías los miércoles y que ahora los domingos..."


martes, 29 de enero de 2013

"Y se cayó"


Carmen va corriendo por el pasillo, retransmitiendo sus juegos, dándole a la imaginación... y lo que se da es un gran costalazo. Contra lo que yo esperaba y hubiese hecho, ella no llora. Constata en voz alta: "Y se cayó".

No vengo, ojo, a contar más cosas de mi niña, que luego me riñen, sino a admirarme de los poderes curativos de la narración. El costalazo tremendo, al formar parte de un cuento, se hace menos real, y Carmen lo incorpora a su juego y lo saca de alguna manera de sus costillas. Bien podríamos estar ante una de las razones más serias y más antiguas para narrar. 

De una manera más cínica podemos atribuir la taumaturgia a los poderes de la tercera persona: como hablaba de otro, no le dolió tanto como si el batacazo se lo hubiese dado el "yo", con el ego por medio, emblandeciendo y sensibilizándolo todo. 

lunes, 28 de enero de 2013

Perucho es mucho


Iba leyendo sin demasiada emoción el libro de Juan Perucho El duque de Portland sale a la calle (Pamiela, Pamplona, 1988). Las postales culturalistas me dejan doblemente indiferente: por postales y por culturalistas. Sin embargo, el poema en prosa "El país de la fábula" me entusiasmó. No sé si podrá leerlo todo el mundo con el mismo estremecimiento, porque creo que tiene uno que sentir que allí es donde le gustaría habitar:


EL PAÍS DE LA FÁBULA 
I- Paisaje 
Hay colinas soleadas con bosques que el viento acaricia suavemente y con ruiseñores entre las ramas. Ríos de agua plateada donde poder bañarse. Los animales, parlantes. 

II- Clima
 
Es preferible una larga primavera, aunque con súbitas y cortas irrupciones de frío y calor para no encontrar a faltar demasiado el invierno y el verano. 

III- Lengua
 
Son diversas, y con precisas y enjoyadas etimologías. Las lenguas se usan según conveniencia de cada caso y según el vestido que se lleva puesto. 

IV- Etnia de los habitantes
 
Aparecen como gente no demasiado rara, pero con la continua asistencia de gnomos, moros y elfos. A veces, un personaje podría ser simplemente un aire estremecido y perfumado. 

V- Pesos y medidas
 
Es un hecho totalmente indiferente. 

VI- Religión
 
Impera la católica, apostólica y romana, pero con un gran sentido del misterio y de lo sobrenatural, y con una liturgia muy erudita y, naturalmente, en latín. 

VII- Las ciudades
 
Son amables para el forastero, y con un trazado de calles sorprendente y cambiante.  
VIII- Gobierno 
Los cargos honoríficos y acatados con reverencia.  
IX- Las fuentes de energía 
Totalmente mágicas. 

X- Mobiliario
Está al cuidado de las damas, las cuales son bellas, femeninas y especialmente aptas para el amor cortés. 
 

XI- Indumentaria
 
Se tiene un gran sentido de la dignidad y de la elegancia. Perfumes quintaesenciados y eróticos.  

XII- Monumentos
 
Son extraordinarios.  

XIII- Diversiones públicas
 
Fiestas que recuerdan los Carnavales Venecianos. Lujo y belleza. Candelabros. Espejos sin fondo. Máscaras y músicas rumoreantes. La gente iría a estas fiestas como en un sueño. 

Yo me apunto. Y cuando ya creía que el libro me había dado con creces lo que había ido a pedirle, me di con el poema "Requiem aeternam dona eis, Domine". Me hizo recordar con intensidad el sentimiento que tuve en la iglesia de La Puebla de don Fadrique, lugar de mi abuelo paterno y su familia, que abandonó de niño. Hace pocos años lo visité y fue una ocasión extrañamente emocionante, sobre todo en la iglesia, que pensé inefable. Anoche  Perucho la describía a la perfección:
[…] 
Miro la eclesiástica 
estructura de la nave 
y el pequeño confesionario 
traspasado por extintas 
voces de la familia. 
Me apoyo en silencio 
en un arco de la iglesia.

Talmente fue así.

sábado, 26 de enero de 2013

A propósito de A propósito de Abbott


Ya me temía yo que haría el ridículo con mis celos por la fama del libro de Chris Bachelder. Lo hice. El libro está muy bien, con mucha gracia, aciertos literarios de incuestionable calidad y dos o tres momentos de poesía auténtica y dos de verdadera perspicacia conyugal que podrían estudiarse en cualquier curso de orientación familiar o prematrimonial: el de los cariños descoordinados, pero qué importa ("En el que no se guarda rencor", p. 195), y el de la posesión del mal humor, inteligente a más no poder ("Abbott acapara el Mal Humor", p. 47). Además me da pistas valiosísimas de lo que tendría que hacer (y no haré) si quisiera tener éxito con mi próximo dietario sacado del blog (éste libro también nació en un blog): el uso de la tercera persona le da un sabor ficcional que funciona y una distancia, hay unas gotas de picante sexual muy oportunamente esparcidas  y, sobre todo, Bachelder no se desparrama en crítica literaria ni política ni, vade retro, en ascética o teología, sino que se centra en el tema, en este caso, en la paternidad y en las relaciones conyugales. 

Tras remitir, sobre todo, a esos dos pequeños capítulos citados, aquí los recortes del barbero del Rey de Suecia:


[Ha hecho una cabriola para entretener a su hija, pero...] Sin embargo, a los treinta y siete años, quizá en el punto medio de su vida, la única que tiene, Abbott sabe que ha intentado dar su última voltereta.
[Tras hacer alguna tarea doméstica] Intento esbozar un sincero sermón al estilo de Franklin: casi cualquier tarea, por repulsiva que pueda resultar al principio, puede, si se aborda con Ingenio y se ejecuta con Laboriosidad, producir sentimientos de Satisfacción y Placer.
*
[Tras una mini excursión a ver un tractor en el campo de al lado, frustrada por la imposible, ilógica logística de los bebés] El tractor es un sueño imposible.
[Él es profesor] En cada una [de sus camisas] hay una mancha de tinta, la insignia de su gremio. [Lo cual tiene un inconfundible hálito chestertoniano, ¿no?]
[Abbott descubre una serpiente en un montón de leña, que es frase hecha en USA para significar sorpresa desagradable inesperada] No puede dejar de jadear. De nuevo, lo real le deja atónito.
*
[Ante un problema cualquiera de su hija] Uno de ellos dirá que aquello es preocupante. El otro, que no hay nada de lo que preocuparse. Abbott todavía no sabe cuál de los dos será.
Deja el periódico [recién comprado] en el mostrador… donde se quedará hasta que se recicle. 
Abbott corta el césped y se lo pasa bien en secreto. 
*
… pero su mujer se le acerca y le pone la mano en el pecho. Esa mano es cálida y pequeña. Y ejerce una presión que no pesa, pero que tampoco es liviana.
La histeria de su mujer le inspira una intensa sensación de calma rayana en el aletargamiento. Lo cual implica que su matrimonio funciona.
Su mujer sigue: “Un día tonto, ya sabes cómo son”. Él dice: “Sí, lo sé, lo sé”. No sabe a qué se refiere su mujer. Cree que podría referirse a varias cosas, y cree que todas ellas le parecen bien.
Sabe que todos los días nacen once mil niños en Estados Unidos. Ningún otro acontecimiento tan habitual recibe el calificativo de milagroso.
Cruza el campus, y el día es tan hermoso que se da cuenta.

viernes, 25 de enero de 2013

Io sono un poeta o sono un imbecile


La duda es de Stecchetti, pero creo que pone el dedo en la llaga, y lo hinca. Al poeta sólo la poesía le puede salvar. ¡Si no, ay! Normalmente, rodeado de amor, de amigos, de rutinas deliciosas, no me doy tanta cuenta del peligro. Pero basta darse una vuelta por Madrid, para verlo (verse) clarísimo. Nada más que por eso vale la pena el viaje.

No quiero que suene dramático, eh. Siempre nos quedará la misericordia.  

jueves, 24 de enero de 2013

Una prosa, que es un poema, de Cioran


Un copo perdido a merced del aire es una imagen de vanidad más desgarradora y simbólica que un cadáver. Igualmente, un insólito perfume nos pone más tristes que un cementerio, o una indigestión nos vuelve más pensativos que un filósofo. ¿Y no es cierto que, más aún que las catedrales, nos vuelve más religiosos la mano de un mendigo que, en una gran ciudad en la cual nos hemos perdido, nos muestra el camino a seguir?

Sí, quizá empiece demasiado grandilocuente, aunque lo de la indigestión es capaz de arreglarlo todo. Pero ese arranque retórico hacía falta para alcanzar rápido la temperatura para el maravilloso final: es el mendigo, su mano —con la que pide— la que nos da, y no cualquier cosa, sino el camino a seguir, y nos habíamos perdido, y en una gran ciudad. El honor de las catedrales se salva por el "aún". Y nos volvemos también nosotros más religiosos leyéndolo. ¿No habrá sido el cínico Cioran, el descreído, el sempiterno suicida, el mendigo cuya mano nos ha señalado el camino?


miércoles, 23 de enero de 2013

Ajedrez


Hay libros que se leen en diagonal, como se desliza un alfil letal. 

Otros a saltos, como el caballo, haciendo cabriolas, digo, calas. 

También los hay que se leen de un tirón, como una torre. 

Menos, pero otros, como la reina: en todas direcciones. Son los más valiosos. 

Aunque no hay que despreciar al peón, que, poco a poco, humilde y lento, avanza. Cuando llega al final resulta que rinde un fruto memorable, decisivo.

El rey, si se me permite la indiscreción, es la lectura esencial, un paso cada día, de la Biblia. 

martes, 22 de enero de 2013

¡Voy a proder!


Me tengo que morder la lengua para que el blogg no se me convierta en un muestrario de admiraciones a la creatividad lingüística de Carmen. Hoy no voy a evitarlo, porque, además de la admiración, quizá nos pueda servir un poco a todos. 

Los hechos. Estoy sentado leyendo, y necesito subrayar algo. Mitad por entretenerla, mitad por conseguir un rato de silencio, mitad por pereza, reto a Carmen, con poca esperanza: "¿A que no puedes buscar mi abrigo y encontrar un lápiz en uno de sus bolsillos?". Acepta el envite y sale corriendo. En la puerta me dice: "¡Voy a proder!" Me extraña la equivocación, pero añade, como si, al ver mi cara de desconcierto, tuviese que explicarme lo evidente, "Voy a probar si puedo que sí". 

O sea, Carmen había encontrado un nuevo verbo, comprimiendo 'probar' y 'poder'. El hallazgo es tan meritorio en lo lingüístico como en lo psíquico. La mayoría de las veces las cosas no salen, no porque no queramos, como dice el tópico, sino porque no probamos. Probar es poder. Yo desde ahora lo tengo claro: ¡Voy a proder!

Por cierto, prudo. 


lunes, 21 de enero de 2013

"Y así te la quitas ya de encima..."


Todos los consejos ascéticos animan a ir a misa muy de mañana. Yo he sido siempre de misa vespertina. ¿Por qué esa heterodoxia (relativa, claro está)?, me he preguntado muchas veces. Y me he contestado muchas cosas: una pizca, por qué no, de rebeldía; algo de biorritmos, que los míos por la mañana ni están ni se les espera y se animan y cuánto por la tarde-noche; otro pellizco de procrastinación… La razón de fondo la descubrí, sin embargo, el sábado cuando me animaron a ir a misa por la mañana con este argumento: "Y así te la quitas de encima..." Lo había oído miles de veces, pero esta vez le vi el brillo blasfematorio. ¡Quitarse la misa de encima!, Dios me libre. Fui por la mañana, porque nos venía mejor y porque no podemos ser supersticiosos ni en un sentido ni en el otro, pero tenía en un bolsillo una nueva jaculatoria ("la misa, siempre encima") y otra razón para dejarla por la tarde, si se puede, coronando el día. 




domingo, 20 de enero de 2013

Justo a tiempo


Los Reyes Magos me trajeron un e-book. Entre sus múltiples utilidades, excelente para leer Platero y yo a los niños por las noches, porque puedo hacerlo con la luz a oscuras, y cabe la posiblidad de que se duerman un poco antes. Carmen me ve llegar con el invento y no parece muy convencida: "¿Es eso un libro?" Sí, uno moderno. "¿Y cómo se pasan las hojas?". Tocando con el dedo. "Ah". Pero no suena convencida. O sea, que Carmen ha llegado a ser de los que vemos el invento como muy chulo, pero no talmente como un libro. Por los pelos, pero lo suyo es aún el libro de papel. Es una tontería, pero me hace ilusión. 


sábado, 19 de enero de 2013

Apretándome el cinturón (planto)

Entrada dedicada a los que de verdad lo pasan mal, 
de alguien que, porque tiene que ir haciendo algunos 
ajustes, se acuerda de ellos a cada momento. 



¡Con todos los años que he tenido para vivir la pobreza como virtud, haber tenido que llegar a ahora para vivirla como necesidad! 
*
Con el nacimiento de los niños, me preguntaba a veces: "¿Pero de qué charlábamos antes?" El otro día le pregunté a Leonor: "Cuando no hablábamos de dinero, ¿de qué hablábamos?"
*
Parece que fue ayer cuando sufría mucho por pedir estipendios por mis artículos y mis lecturas. Ahora ya no hay sufrimiento: si no me pagan, no puedo, sencillamente. 
*
El dinero no da la felicidad; aunque en sueños… 


viernes, 18 de enero de 2013

Arte de insultar


En el arte de insultar mis hijos sólo pueden ir para atrás, como irán a fuerza de palabrotas, los pobres. Ahora tienen un único insulto: "¡Malo!", pero qué puede haber peor que decirle a nadie, ni qué, a fin de cuentas, más exacto. Uno se siente directamente interpelado.
*
Cuando Carmen se enfada conmigo, ya sabe dónde duele más, y añade al "malo" algo tremendo: "¡Leonor no es tu mujer!"
*
Por suerte, antes de que me hunda en la inquietud, añade: "Leonor es mi mujer", y yo, que creí que no había nada más allá de la maternidad, descubro cada vez que lo dice, porque Carmen no falla, que todavía más es el matrimonio. Y quedo encantado, como es lógico.
*
Además a Carmen los enfados le duran muy poco. Y a Enriquito todavía menos.


jueves, 17 de enero de 2013

C. R. al rescate


Es Claudio Rodríguez el que acude, como hizo otras veces. En el libro que recoge poemas laterales, borradores, textos rechazados e inéditos, me encuentro unos versos, en el poema "Peso de lo humano", que calman casi del todo mi miedo a no encuentrar nunca jamás otro hilo argumental, como en El pábilo vacilante, que le dé espesor narrativo a estas notas al paso del blogg. Canta C. R., y me reconforta:
Mirando el tiempo y el monte 
y la alondra en el tapial 
y el trigo alto (los ojos 
que sienten la libertad). 
Situando en cada sitio 
las cosas, con ese azar 
que no se inventa, que nace 
de la esperanza total.
Amén. 


miércoles, 16 de enero de 2013

Cuestión


El año del embarazo de Carmen y de su nacimiento batí mi marca de libros leídos. Las condiciones, como dicen los atletas olímpicos, ayudaron. Durante el embarazo, Leonor tenía un sueño eterno, y yo vivía como un marqués, con ella al lado, dormitando, y yo leyendo y oyendo música. Luego, cuando Carmen era muy bebé, no podíamos salir, y yo seguía leyendo, con otra música al lado, pero igual de bien. Tengo una marca imbatible. 

Los años siguientes dejé de apuntar los libros, ¿para qué? 

Este año, sin embargo, me estoy viendo posibilidades de batir otro récord, el de mínimos, que también tendría su aquél; y he empezado a llevar la sencillísima contabilidad. Y aquí viene la duda. En estos primeros quince días ya le he dado dos vueltas correctoras a mi libro inédito de aforismos. ¿Lo cuento o no cuento como libro leído y vuelto a leer? Mejoraría mucho la estadística, claro, pero la cuestión es más importante, creo. ¿No es el secreto (a voces) de la lectura el contacto enriquecedor con otra persona? Eso lo veo claro y nadie que apuntase un año con cuántos amigos toma café y de qué habla contabilizaría el que se toma mientras se afeita ante el espejo del cuarto de baño y lo que piensa. Y, sin embargo, en el acto de releerse y corregirse, hay un filo de sorprendente desdoblamiento que casi, casi me atrevería a afirmar que estoy verdaderamente leyendo...

Como el objetivo es batir marca de mínimos y poder llorar un poco, haciéndome el héroe,  allá por diciembre, no lo voy a apuntar (aunque la cuestión de fondo queda en el aire).

lunes, 14 de enero de 2013

Angustiosa


Contra mi naturaleza y mis prejuicios, de la comedia El chef (Daniel Cohen, 2012), me interesó mucho más la tragedia latente. Esa vocación arrolladora del joven aspirante a cocinero, que le lleva a fracasar una y otra vez, que lo incapacita para cualquier solución de compromiso, que lo convierte en un tipo impertinente e inoportuno y que está a un tris de llevarse por delante su relación sentimental me parece, bromas propias de la comedia aparte, una cuestión muy seria y verdadera, realmente angustiosa.


domingo, 13 de enero de 2013

Mayo del 68


Qué gracia —en todos los sentidos de la palabra— que en mayo del 68 mis jovencísimos padres, tan conservadores, estuviesen haciendo el amor y no la guerra ni la revolución (ni siquiera la sexual). Yo soy la prueba.


sábado, 12 de enero de 2013

Fragmento de carta



[Mucho más elegante que yo, Andrés cita en su blog autor y lugar de esta foto
que también ilustra su blog hoy, con dos maravillosos pecios de Sánchez Ferlosio.
—He aprendido la lección y ya siempre citaré mis fuentes.—]

[…]


Por supuesto, no eres el primer amigo que me comenta lo de los sarpullidos que le provocan mis comentarios políticos ni que por eso se aleja de Rayos y truenos por temporadas. No te preocupes por eso. Yo lo entiendo bien. Tampoco te hagas la mala sangre de guardar silencio por amistad. Y como a veces argumentar es tan pesado como innecesario, siempre puedes comentarme: "No" o "No, no" o, incluso, "¡No!". Yo, al verlo, volveré a repensar lo dicho con el empuje de tu autoridad y el contraste de tu desacuerdo. Cada discrepancia de un lector inteligente sirve para eso, y eso es mucho. 

[…]

viernes, 11 de enero de 2013

Amanecer


Las telarañas 
con un baño de plata
en las chumberas. 

Carmen y Enrique


Cómo me gustaría encontrarme ahora con el equipo médico aquel del parto, que esperaba que echase, después del trago, unas lagrimillas de emoción. Lo digo porque estas Navidades, con Carmen ya mayorcita y parlanchina, me iba emocionando cada dos por tres.

***

Ha salido extremista. Come o fruta —plátanos y manzanas, sí, pero también kiwis, chirimoyas y papayas— o chucherías. Nada del centrismo y el consenso de las pechuguitas de pollo y de tortillilla francesa.

***

Estuvimos viendo belenes por el Puerto, y en la lenta cola de entrada por una casa de Hermandad había una cabeza de Cristo coronado de espinas muy realista. Carmen la miró y me preguntó por qué le habían pegado. Le expliqué que era el Niño del pesebre, ya mayor, y todo lo que pude. La cola no avanzaba y al rato Carmen me informó que la cabeza del Cristo le hablaba. Di un respingo. Recibir locuciones es una gran gracia para la Iglesia, pero muy exigente con la persona que las recibe. Atemorizado le pregunté: "¿Qué te dice, Carmen?". "Que le han pegado unas gentes muy malas, y que les tenemos que reñir". Respiré tranquilo. Eso no lo diría el Señor, tan bueno.

***

Leonor ve cómo le suelta un cate a Enriquito, y ella ve que lo ve. A los dos minutos se acerca a su madre y le pregunta con voz sibilina: "¿Y tú…, qué le vas a contar a los Reyes?"

***

Tanta pillería tiene sus ventajas. A Enrique, sin embargo, no hay manera de reñirle. Siempre se cree que es juego. Le dices: "¡No!" y él, divertidísimo, encantado con una atención exclusiva, por fin, replica: "¡Sí!, y lo vuelve hacer, riéndose". Hay dos opciones: o rendirse o darle un cate, que ha de ser fuerte, porque con el que ya valdría para levantarle ampollas al amor propio de Carmen, éste bestia se parte de risa, como si fuesen cosquillas. Pero casi siempre cogemos por la calle de en medio y terminamos aceptando que es un juego, y un juego divertido, y nos reímos con él. A ver qué educación les dejamos a estas criaturas. 

jueves, 10 de enero de 2013

Caramelito


Leonor me ofrece un caramelo de menta para la garganta, contándome que se los ha regalado un compañero de la bodega, porque la oyó toser. Declino el amable ofrecimiento. Pero insiste. El compañero es tal, primo de cual, familia de todos los tal-cual. Ah, ya, pero no me duele la garganta. Le ha regalado el paquete entero. ¿No me apetece? No, pero como estoy leyendo mucho a Antal Szerb, tengo algo más despierta la psicología paralela. ¿Quién sabe si tanto afán por compartir conmigo el dichoso caramelito de menta no es una manera de exorcizar el galante regalo? No es tan extraño, me digo, o, si lo es, también soy raro, porque —cambiando un poco la letra de la soleá de Tejada—: "El amor se hase estos líos. / Lo digo por esperiensia, / porque a mí m'a sucedío". El caramelo, malo no estaba.

martes, 8 de enero de 2013

Apretón de manos


Insisto a mis alumnos, como un obseso, en que den en las entrevistas de trabajo, sobre todo, y en la vida, además, una mano firme, seca, fuerte, y no ese trapo blando y a menudo mojado, que da la gente por ahí. Por eso me ha llamado tanto la atención la mano de uno de los mantenedores de mi instituto. Nos la hemos dado para desearnos buen año 13 y él no ha apretado nada, pero porque no lo necesitaba. Siendo una mano hecha al trabajo, no transmitía esa sensación informe de cosa gelatinosa, sino todo lo contrario. He notado, al tacto, intensamente, hasta qué punto el trabajo, si hecho con tesón, es ya una virtud moral. 


lunes, 7 de enero de 2013

Vagón de cola


En la complaciente adolescencia llegué a pensar que mi rey era Baltasar por antirracismo, ¡qué disparate! Luego, hasta anteayer, creí que era un privilegio de primogénito. Siendo también el rey mago de mi padre, yo lo había heredado. 

Y así estaba yo, convenciendo durante la cabalgata a Carmen de que su rey favorito era Baltasar. Ella, más práctica, me decía: "No, son los tres", dándome una lección, de paso. 

Y allí, de pronto, viendo llegar e irse a la comitiva, la comprensión. Baltasar es mi rey porque es el último. Siendo un alma la mía con motor diésel, tardo muchísimo en coger velocidad de crucero. Por eso, el punto álgido de mi Navidad, es la Epifanía y, dentro de ella, el rey que cierra la cosa. También en Semana Santa, aunque yo procesiono en frío, el Domingo de Ramos, en la Amargura, mi devoción llega a máximos en la Veracruz, el Viernes Santo. Mi mes favorito de verano es, por supuesto, septiembre. 

Y por el mismo motivo, mi mejor amor es el último, que es Leonor. 

sábado, 5 de enero de 2013

Aforismos de Mitos y flautas


Que Sergio Fernández Salvador es un excelente poeta, lo sabía. Se me había pasado que es un aforista grande. Véase: 


Los burros no viven, esperan. 
* 
Lo que más sentiría perder es la capacidad de sentir, aunque no lo sentiría. 
* 
TURISMO INTERIOR 
Los viajes son los mejores libros, me dice un alumno que le dice su abuela. Interesante vuelta de calcetín -más que de tuerca- al lugar común de que un libro es el mejor viaje. Lo deseable es que ambos, libro y viaje, lo sean a uno mismo. 
* 
PERO ABRIR OTRA 
Volver una página es cerrar una puerta. Acaso para siempre. 
* 
UNA POÉTICA 
Crear es creer.  
* 
Matrimonio: amar y guardar la ropa.


viernes, 4 de enero de 2013

Que el cielo caiga sobre nuestras cabezas


Excusando mi caos ante un amigo, le escribí que con los niños de vacaciones en casa y Leonor en el trabajo, "el cielo había caído sobre mi cabeza". Sin intención, había dado con la frase justa, gracias a mis intensivas lecturas de Astérix de antaño. Aúna el desbarajuste de la caída, el lamento egoistón de la cabeza propia, pero sobre todo la maravilla azul del cielo desplomándose en mil pedazos, fuegos artificiales del revés. Por carácter y destino, los galos, tan amantes del follón, dieron con esa descripción del apocalipsis tan poco apocada, que se balancea entre lo terrible y lo esperanzador. Yo me la pido, incluso para el Apocalipsis verdadero: ya puestos a que caiga algo sobre mi cabeza, que sea el cielo. 


jueves, 3 de enero de 2013

Solitario



Montando un libro mío de aforismos, he recordado a mi abuela, que se hacía trampas en el solitario. Lo interesante es que ella era de una moralidad estricta. Resultaba pasmoso, por ejemplo, el rigor de shabbat con el que vivía las fiestas de guardar, cruzada de brazos sin coser, que le encantaba, y sin cocinar, calentando la comida apenas. Pensaría —pienso— que en el solitario no engañaba ni a Dios ni a los hombres, sino sólo a sí misma,  y que eso creaba un espacio exento a las normas… Las hondas y amenas disquisiciones éticas a que eso podría dar lugar no tienen, sin embargo, nada que ver con mis textos, aunque en la penumbra silenciosa de mi despacho me lo parezcan. Si hago trampas, engaño al lector o lo intento. Por él y por el solitario, he borrado un montón de frases falsas y casi todas las traídas —y ésas cuestan mucho más— de otros libros.