sábado, 29 de marzo de 2014

Asombro


Me sigue asombrando aún que mis grandísimas ambiciones resulten siempre tan pequeñitas frente a mis sencillas vocaciones de toda la vida. 


viernes, 28 de marzo de 2014

Reciclar


Yo soy aquel que escribió un poema (un tanka) sobre el momento de tirar la basura. Era un correlato objetivo sobre el paso del tiempo y fue hace nada. Anoche, que refrescaba, Enriquito se empeñó hasta extremos alarmantes de cabezonería en salir conmigo al contenedor. Tanto se empeñó que le puse un abriguito sobre el pijama, y se vino, de mi mano, charlando los dos serios y satisfechos de la vida, del viento, de la noche, del valor, de lo que significa ser hombres. Por simetría y justicia, tendría que hacer otro poema, pero apenas lo cuento. Se canta solo. 



jueves, 27 de marzo de 2014

Multitudinaria intimidad


Escritor autobiográfico, soy preguntado a veces por la cosa de mi intimidad expuesta. Ése no es el problema, sino que la intimidad de uno no es solitaria, sino la de otros, casi una muchedumbre. La intimidad de todos es lo que justifica la escritura de la intimidad de cada cual, pero hay que andarse con cuidado de no quedar a mitad del camino, con la intimidad de un puñado de íntimos expuesta. He ahí el problema, que como mínima nos deja la alegría palpable de saber que la soledad no existe, que estamos extremadamente entrelazados. 

miércoles, 26 de marzo de 2014

La leyenda continúa


Ayer, durante el café que tomé para tranquilizarme, tuve suerte. Salí del instituto un segundo, con tanta prisa, que parecía que estaba escapándome; pero en el árbol de al lado de mi mesa, cantaba un pájaro. 



Y pasó como con aquel monje que arrobado se llevó tres siglos pendiente de los trinos. En mi caso, al volver, no noté nada raro, sino que yo no era el mismo, que es lo más raro. 



martes, 25 de marzo de 2014

En el silencio terrible


En el silencio terrible del Cosmos 
quedará una última lámpara encendida. 
Pero tan tenue, 
tan pobre 
que buscaré a tientas, por entre los papeles revueltos, 
al fondo de los armarios, 
por el sollado (donde corren ratas inmundas), 
el pequeño crucifijo de plata 
—el pequeñito, el milagroso crucifijo de plata que tú me diste un día 
en una cinta negra. 
Y por él mis labios convulsos llorarán 
viciosos del divino contacto de la plata fría... 
De la plata clara, silenciosa, divinamente fría, muerta. 
Y entonces la postrera luz se apagará del todo.

Mario Quintana, El aprendiz de hechicero (1950). V. O.  

lunes, 24 de marzo de 2014

Hoy estamos a hoy


En la puerta de la Fundación Alberti, una niña dijo, para bochorno de su madre, "la Fundación Er Betí". Estábamos en El Puerto de Santa María. Y aunque me reí, pensé que la poesía tiene un problema. También la educación. 
*
La presentación de La luz de hoy fue, por compensar, muy educativa. Ángel habló de lo mucho que le ha dado la poesía, aunque no da cosas que se tocan. Al rebufo y al margen, lo resumí retóricamente: "Pocas cosas que se tocan, pero muchas que nos tocan". 
Explicó magistralmente la cita de Alberti que abre el libro: "Hoy estamos a hoy". La magia del verbo estar, que le da, por contraste con el verbo ser, una provisionalidad vertiginosa que, a su vez, nos instala más en el hoy de hoy. 
*
El carpe diem tiene que ver más con la madurez que con la juventud, que no necesita agarrar nada, dijo también. 
*
Pero no todo fueron topos y Albertis, sino que también citó a Woody Allen y aquel chiste de las viejecitas en el asilo protestando de lo mala que estaba la carne y de la poca que ponían. La vida se nos va entre quejarnos de ella y querer más. 
Nos contó Ángel cuánto le gusta el soneto, y sugirió que quizá tenga que ver con el número de versos. Oyéndole se me ocurrió que tal vez tenga que ver  con su disposición. Al ser cuatro estrofas, da sensación de cuadrada simetría, que es engañosa porque las dos últimas se acortan un 25 %. Eso produce un efervescente efecto de aceleración, que le da al molde clásico una paradójica agilidad. ¿Puede ser?
*
Leyó el poema Sixteen. Fue escrito en COU, en el instituto, informó. O sea, que el poema tiene treinta años. Yo, al primer golpe, me avergoncé de haberle destacado en su libro último un poema que no es nada último. Enseguida se me pasó, porque ya había dicho en mi presentación que en este libro hay un cambio en la voz de Ángel Mendoza, que ya no hace elegías, sino biografía, porque todo le encaja en su vida. Además, están las correcciones sabias a las que habrá sometido al poema, que me encantaría estudiar. Y, finalmente, el tiempo que el poema ha estado en las bodegas es un mérito por sí mismo, que le ha dado empaque, o solera, por ponernos autóctonos. 
*
La mesa enorme del salón de actos de la Fundación se iba llenando de post-its verde limón en los que Á. M. traía apuntado lo que iba a decir. Se quedaba sin espacio, parecía una playita albertiana de juguete con tantas olitas.  
El invierno más dulce de la vida, quiso ser el final de la lectura. Aunque la impresión que nos llevamos es que de invierno nada, como mucho otoño, por la retoñá

domingo, 23 de marzo de 2014

Hilde Domin


Mientras Ignacio Peyró (Dios se lo premie) nos ultima el próximo acomodo en la Red tras Suma Cultural, se me van acumulando reseñas que no escribo. Me incomoda porque el bien es expansivo y tanto me pesa que no me compensa el tiempo que le gano a este impasse

Uno de los libros que se me está quedando atrás es Hilde Domin en la poesía española, de Antonio Pau. Merece la pena por la propia poesía de Domin, por su amor a España y al español, por la prosa de Pau... Pero tiene un interés añadido de inmenso valor, que hoy quisiera subrayar. Es la biografía marcada de una mujer que abortó. [Véase el poema que nos trae Inma Moreno en comentarios.] Resulta prodigioso el inmenso pudor y respeto con que nos lo cuenta Pau, sin hurtar nada a la verdad, aunque con un velo. Esa es otra lección. Si alguien quiere tratar de entender la cicatriz que deja el aborto en una madre, este libro: dos sensibilidades exquisitas (Domin y Pau) nos muestran lo esencial. Aquella paloma con las alas rotas que ella encontró en El Rastro, un Espíritu Santo de alguna iglesia, y que compró y del que ya no se separó nunca es un icono luminoso y desgarrado. 

En un plano más anecdótico, una curiosa casualidad. Cuando su marido, Erwin Palm, que pretendía ser poeta desde antes, leyó los primeros poemas de Hilde, la insultó y se marchó de la casa dando un portazo. En ese portazo, ella vio la confirmación de que había escrito un auténtico poema. Lo cual me trajo inmediatamente a la memoria a Miguel d'Ors:


 […]
Pero me atrevería 
(aun sabiendo que el arte es tan inexplicable como la vida misma 
y que también en él donde menos se piensa 
salta la maravilla) 
a suponer, con todos los según 
y los quizá que el caso necesita 
(y más en este tiempo que tiene como dogma 
que no hay que tener dogmas), que si un verso te incita 
a llamarle cretino y dejarlo plantado 
detrás de un buen portazo, 
                                           ahí está la Poesía.

¿Lo habría leído d'Ors en Hilde Domin? ¿Habrá sufrido algún portazo d'Ors o sólo los metafóricos de las puertas que se le iban cerrando? 

sábado, 22 de marzo de 2014

Icono



El pino a veinte metros de la playa ha plantado cara al viento de Poniente, que, aunque la fama se la lleva el Levante, carda la lana. Es un viento largo, constante, obsesivo, cargado de salitre. Ha pagado el pino un precio grande por su valor. Y, sin embargo, qué verdor único el de las ramas que su propio sacrificio resguarda. Los altivos eucaliptos, a pesar de ser más grandes y de estar atrás, no han podido salvarse como este pino. Aunque me gustaría que fuese mi escudo heráldico, es mucho más: un icono. 

viernes, 21 de marzo de 2014

Arribar


Me da muchísima vergüenza cuando me dicen que estoy muy ocupado. Y no porque no lo esté, sino porque suele ser para excusarme de hacerles caso, siendo quienes me lo dicen indefectiblemente más importantes que lo que tanto me ocupa y, desde luego, infinitamente más delicados. Y todavía más: me avergüenza por la poca sustancia de mis ocupaciones. "Ha tenido fama de arribista. Es lo peor que puede decirse de un arribista que no ha arribado", apunta o punza Pla. Y de esta fama mía de activista, de activista que no activa, activista objetivamente sin activos, ¿qué decir? ¿No es aún peor? 

Gracias a esas reflexiones, que no conseguía desactivar en toda la tarde, acabé, a pesar de un sinfín de minúsculas complicaciones y perezas enormes, llegando a misa. Con poca rectitud de intención, me decía, para empujarme en la penúltima carrera del día: si se trata de arribar, más Arriba no se puede llegar, eso desde luego. 




jueves, 20 de marzo de 2014

Signo de la edad


Yo soy ya mis circunstancias. 

[Y justo el día que anoté este aforismo, se publica mi último artículo de Misión, que mandé hace unos meses —justo después de mi viaje a Lisboa— y que demuestra que los aforismos no son ocurrencias sino decantaciones.]

miércoles, 19 de marzo de 2014

Versos de ida y vuelta


Explicando a mis alumnos la necesidad de rematar todas las negociaciones profesionales, aunque salgan mal, quedando tan amigos, les hice esta observación: "Y nosotros, que somos de pueblo, más; y más vosotros, que siendo de Puerto Real, sois mucho más de pueblo que yo, que soy del Puerto de Santa María". 

Pretendía ser una broma, pero se me pusieron todos muy mustios, dando cabezadas y diciendo es verdad, acallando las pocas voces de protesta que surgían de una esquina. La falta de autoestima de los puertorrealeños es abrumadora.

Yo me quedé planchado y me sentí en la obligación de entonar la loa del pueblo que me da de comer. Como no remontaba, les conté que mi primera novia fue de allí y que aquello me hizo hacer uno de mis primeros poemas preadolescentes, torpemente becqueriano: 

¿Por qué cuando voy al otro Puerto, 
para mí el único Puerto Real 
veo un paisaje vivo a la ida y muerto, 
muerto al regresar?

Les gustó muchísimo, lo que trajo a mi memoria que a la interesada no le interesó nada, en su momento. Lo que trajo a mi teoría, después de repasar el poco caso que mis musas han hecho siempre de mis versos transidos, que la poesía es, irremediablemente, para todos, para el lector que pasa, mi semejante, mi hermano. Las enamoradas celosas de su intimidad instintivamente recelan de los versos. Lo que demuestra que ignoran mucho menos de poesía de lo que ellas presumen, presumidas. 




martes, 18 de marzo de 2014

Todas, Jesús


Pasamos bajo la Virgen del Rosario que preside la entrada de Rota, villa de la que es patrona. Carmencita nos pregunta por qué todas las vírgenes ponen a sus niños 'Jesús'. Tras la sorpresa, le explico que es el mismo Niño. No le convence en absoluto que tantas madres tengan un mismo hijo y me improvisa una letanía, que me emociona: "Hay la Virgen del Carmen, la Virgen del cole, la Virgen María, la Virgen del Rosario...". 



Pienso que mi hija ha detectado el invariable eje cristocéntrico de toda la multicolor devoción mariana, pero no puedo evitar una respuesta más devocional: "Son nombres distintos para la misma madre. Una explosión nominativa de cariño. Exactamente como yo contigo, que te llamo Carmen, princesa, guapa, Lupita, cariño, pequeña, Carmenciña, chavalina, Cordelia..."





lunes, 17 de marzo de 2014

La primavera


El sábado también vi la primera golondrina de este año. Y me quedé mirando arriba, y pasó otra. Por la noche, en el dormitorio, la primera mosca. No sé si coincidió por compensar, pero me alegró igual.


sábado, 15 de marzo de 2014

viernes, 14 de marzo de 2014

Espíritu de la escalera


Ernesto Sáenz de Buruaga es un tonto profesional. Lo digo, asumiendo el riesgo de equivocarme (ojalá) y sin ánimo de ofender, con una intención mera y doblemente descriptiva. Por un lado, lo es y, por otro, parece uno de sus indudables méritos para ser un profesional de éxito. Tiene el tópico siempre a mano, blandiendo la blanda obviedad. Que sea siempre a favor de mi línea apenas si lo hace más doloroso. 

Por supuesto, esto lo llevo observando muchas mañanas, yendo al trabajo, circunstancia que bien podría haber enturbiado mi juicio, aunque no lo hace con Carlos Herrera. Pero ayer fue la puntilla. Ernesto S. de B. preguntó a don Ricardo Blázquez, nuevo presidente de la conferencia episcopal, si ser cristiano hoy día puede ser considerado moderno [sic] y progresista [sic]. Preguntó eso. 

Los fantasmas de Dante y de Gómez Dávila, siempre a mi lado, y yo nos temimos lo peor, pero Blázquez respondió muy bien, un poco largo y difuso, pero en el fondo perfecto. Y aquí aparece el espíritu de la escalera, que esta vez no viene a abochornarme con lo que yo no dije, ni siquiera a contradecir al obispo, en absoluto, sino simplemente a dar con una expresión más concisa y cortante, más exacta, más esencial. Por la tarde le leo a Wallace Stevens: "One cannot spend one’s time in being modern when there are so many more important things to be".


jueves, 13 de marzo de 2014

Ora bolas


¡Cómo estoy disfrutando el librito que nuestro amigo Joâo Filho tuvo el detallazo de mandarme desde Brasil! En Ora bolas se recogen anécdotas de Mario Quintana. Ya hablaré del libro, quizá en una reseña para cuando Ignacio Peyró eche a andar su próximo proyecto de revista cultural, que está al caer. 

Por ahora, lo leo y voy riéndome a mandíbula batiente, y mi mujer y mis hijos, que están viendo la tele, se vuelven, entre sorprendidos y envidiosos. Y eso es -pedagógicamente- buenísimo, supongo. Me encantó lo de "Primo Borges". Por lo visto, un poeta brasileño visitó al maestro argentino y se pusieron a hablar de Quintana. Cuando Borges se enteró de que su nombre completo era Mario de Miranda Quintana, dedujo que entonces eran parientes, pues Miranda era un apellido más de entre los muchos de Borges. Se lo contaron a Mario, que no comentó nada digno de mención. Mas cuando murió JLB, Mario Quintana suspiró: "Ha muerto feliz, pensando que era mi primo". 

La salida de Quintana es cándida como una paloma y astuta como una serpiente. No sé en otros sitios, pero como portuense, que en lo social no debe de ser muy distinto que ser porteño, si me perdonan esta megalomanía de dimensiones casi argentinas, sé que eso de regalar un lejano parentesco es detalle del que se siente superior, un gesto amablemente condescendiente. Borges, aunque dejándose llevar por el instinto de clase, lo haría con buena intención, claro, y así lo aceptó Quintana, pero echándole su grano de sal en el momento justo. 

La pena es no saber qué dijo de la poesía de Quintana su pariente (también un poco en lo poético, por cierto). 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Saberme tus bufandas y otras metamorfosis


Misterios de la genética. Mi suegra le pregunta a mi hijo que cuándo va a ir a Madrid a verla y el niño le responde, disculpándose, que Madrid está muy lejos. Oh, la fuerza de la sangre. Y yo también siento que esté lejos, porque  me perderé la presentación del libro y de la película del admirable Alfredo Félix-Díaz. Si siempre es enriquecedor oír los versos recitados por el poeta, aquí, con un acento de ultramar, lo será mucho más. Yo no me lo perdería, tampoco (la fuerza de la sangre) por los presentadores. 



Por suerte, la provincia también ofrece sus encantos y mañana presenta su nuevo poemario en Cádiz Ángel Mendoza, a lo que tampoco podré ir porque los jueves es mi día de niños, pero al jueves siguiente lo hará en el Puerto y haré por ir, entre otras cosas más importantes, porque soy el presentador. 

Por seguir con la tradición de escoger un poema preferido de cada uno de sus libros (1, 2, 3, 4) y, aunque ya habíamos tenido un adelanto inédito, aquí va el mío de este libro, que es una rememoración especialmente feliz del amor adolescente: 


SIXTEEN  
 Me gustaban tus ojos mojados por la lluvia  
y el olor de la ropa después de cada abrazo.  
Esperar, escondido, tu llegada en la tarde  
y la del beso aquél que anunciaba el principio. 

 Me gustaba subirte por los bancos del parque,  
mirarte desde abajo, saberme tus bufandas,  
retrasar los relojes, ir a cafeterías  
donde los camareros nos trataban de usted. 

 Los días del amor son rápidos y pocos,  
me gustaba citar, rememorando a Shelley,  
y tú asfixiabas, triste, la razón de aquel verso,  
y un autobús sin gente me alejaba de ti.




martes, 11 de marzo de 2014

La salida


Cuando leí en d'Ors aquello de "un vuelo ajedrezado de abubilla", me enamoré de la exactitud de la imagen, y añadí por mi cuenta y riesgo un algo de bandera de Fórmula 1 al despliegue de las alas geométricas del pájaro. Todo lo cual me estaba preparando para lo que vi ayer por la mañana muy temprano en el jardín. Dos abubillas se cortejaban juvenilmente, con una alegría contagiosa. Dieron un salto, que parecía de baile, a la par,  y ascendieron volando en círculos vertiginosos dos o tres metros, encaramándose a la luz amarillísima del nuevo día. Construyeron en el aire una columna salomónica perfecta, recta y curva. O un mástil. Sus alas ajedrezadas, tremolantes, volteadas parecían la bandera frenética de Fórmula 1, dando vueltas y vueltas, para que empezara la carrera. 

Como yo salía de casa, me lo tomé como que me daban la salida. 


viernes, 7 de marzo de 2014

... Y Sevilla


La inteligencia es mágica: hace aparecer ante nuestros ojos atónitos, de repente, la realidad. 
*
Tras ese aforismo, no me quedaba más remedio que abrir los ojos con desesperación tratando de ver la realidad. Por amor propio, aunque fuese
*

El día está espléndido y generoso. Tiene la delicadeza de resumírseme él solo en una imagen. En un paso de cebra de la Avenida de la Palmera, una chica con unos ojos azules de agua frágil miraba al sol de frente. 

Tantas ganas de sol teníamos. 
*

Al subir del aparcamiento subterráneo, una sensación intensísima ya conocida. Pensar que mis hijos disfrutarán de Sevilla. Es mi versión del "Pequeño testamento" de d'Ors.  Supongo que es un efecto colateral de lo de Villalón de que el mundo se divide en dos: Sevilla y Cádiz. Les quiero dejar el mundo y me sale Sevilla, me digo, dándome por irrecuperable para la causa del internacionalismo.
A cambio, doy mis primeros pasos por Sevilla leyendo en el móvil una carta escrita en Santiago de Compostela, y me siento mucho menos provinciano. No sé si este cosmopolitismo compostelano tiene mucho fundamento, pero como aliteración es imbatible. 
*
El día está precioso, con una luz que se resiste a dejarnos, y no me extraña. 
*
Qué dulces de recordar 
los amores olvidados.   
(Y a mayor olvido, más.)  
*
Pasa, por cierto, una chica impresionante, muy alta y  ceñida, explicando por su móvil: "No quiere quedar conmigo, porque..." Y uno, que supone que los ojos no le engañan, se pregunta si serán sus oídos los que han tenido una alucinación.
*
El móvil ha animado mucho los recorridos urbanos. Cierto que antes se podrían oír las conversaciones, pero no eran tan frecuentes, ni a un volumen tan alto, ni tan íntimas ni tan desapercibidas del mundo circundante. Los que escuchan en cualquier conversación miran, muy distraídos, alrededor, vigilantes. 
*
Mi iglesia de Sevilla es la Magdalena. Y, contra todo pronóstico, llego a misa. En la cola de comulgar me tengo que reprimir para no ir dando saltos de alegría.
Era la misa por los padres de Aquilino Duque. Para que luego pensemos que estas cosas sólo pasan en los pueblos. Saludo a todos los hermanos Duque muy sorprendido y contento de la casualidad. Y Aquilino se viene conmigo a la presentación del libro de Karmelo Iribarren. 
De camino, sobre las azoteas, aún prendida de la luz de la tarde, ¡joe, la Giralda! 
*
La presentación. 1) Karmelo explica cuánto le gusta Pla y pone como ejemplo la entrada de las habas y los guisantes, de Notas dispersas. Yo doy un respingo en mi silla, porque es también una de mis favoritas. Cualquiera mira a Karmelo, me mira a mí, y cómo va a sospechar tantas afinidades tan concretas. 2) Para que no se me suba a la cabeza, una diferencia sutil, pero muy significativa. Cuenta que conoció a un juez muy simpático pero que no se le iba de la cabeza que ese hombre podía meterle en la cárcel. A mí, que conozco a varios jueces, eso no se me ha pasado nunca por la cabeza, pero le entendía perfectamente, porque me pasa algo muy similar con los inspectores de Hacienda. Y 3) Había confesado Karmelo que no había leído su libro desde que corrigió pruebas. Ahora lo leía y era precioso ver cómo le iba gustando. Quizá alguien del público creyó que era impostada esa sorpresa positiva con sus propias prosas, porque unas adolescentes muy rendidas se reían mucho, pero era una sorpresa auténtica y conmovedora. 
En la cena, desatiendo a Karmelo (muy bien atendido, por otra parte) y me dedico a las hijas de mis amigos poetas. Con B., de Abel Feu, y su amiga, que son adolescentes, hago por fin la buena obra del día y les pongo tarea. Tienen que ver los seis capítulos, seis, de Orgullo y prejuicio: 1, 2, 3, 4 (incompleto), 5 y 6. Pocas cosas más oportunas y necesarias para unas adolescentes postmodernas. Les aseguro muy severamente (el nuevo puesto del IES me ha dado otro empaque) que la próxima vez que las vea les pediré cuentas. 
*
T., una de las hijas monjas de Aquilino, es una inteligencia privilegiada. Estudió Filosofía con entusiasmo y no sé cuántas cosas más. Ahora es la ecónoma de su comunidad. Le pregunto si le da tiempo a leer y me dice: "Tengo muy poco tiempo, pero aprovecho la gripe". Y hay tal cara de ilusión, de alegría inmensa, de pequeña travesura, de delectación intelectual en esa gripe aprovechada, que me emociono. Ha hecho conmigo la obra buena del día. Nada más que por esa gripe tan agradecida y tan feliz ya merecía la pena el viaje a Sevilla. 
*
Me monto muy tarde en el coche de vuelta. No importa. Me imagino que tengo insomnio… y qué suerte entonces tener algo que hacer, en vez de estar dando vueltas en la cama, molestando a Leonor. 

*
En la autopista, se me cruza una rata...

*
Ya en Jerez, enfilando el Puerto, aparece por el horizonte una luna creciente roja. Casi me salgo de la carretera volviendo el cuello para verla. Hubiese entonces resultado exactisímo aquello de "Y su epitafio la sangrienta luna".

Presa del síndrome de Stendhal, me echo a la cuneta y saco una fotografía.



Es mala, lo sé, pero me pasaban rozando otros coches y no se me iba de la cabeza lo del dichoso epitafio. Encima, por el horizonte, a mi espalda veía las luces azules de un coche de policía y, aunque no son inspectores de Hacienda, tampoco quería dar lugar a incómodas preguntas de los agentes de la autoridad ni a mis incomprensibles respuestas stendhalianas. Si me acerco con el ordenador, se ve mejor. Las luces de la derecha son el penal de Puerto 3, lo que también tiene su lirismo. ¿Cómo verían los presos esa luna alucinadamente roja? 



Y acercándome aún más, un cuajarón de luna, que impresiona. ¿O no?

*

Llego a casa tarde (qué silencio cuajado de respiraciones claras y latidos diminutos, por cierto) y mañana me tengo que levantar muy temprano; pero me ha ido tan bien lo de la mentalización del insomnio, que lo intento de nuevo. Me espera una siesta, um, muy larga, me sugiero. Hacía tiempo que no podía darme una siesta así. Qué suerte. 


Solidaridad


Cruza una rata... 
¿También de vuelta a casa? 
Un volantazo.

jueves, 6 de marzo de 2014

Nuevo despacho


Se extraña un amigo de que no haya cambiado nada del despacho de jefe de estudios, ni la disposición de los muebles ni los adornos ni tan siquiera los cacharros de encima de la mesa. Yo, sin embargo, veo que el cambio es radical: 



miércoles, 5 de marzo de 2014

lunes, 3 de marzo de 2014

Olor a yedra fresca


Qué pena la sinestesia, que no se pueda oler la prosa. Os pondré al menos en circunstancias y ya vosotros evocáis solos la sensación. Misa de 10: 30. Quique entra y sale al patio de los jesuitas, muy entretenido en meter hojas en la fuente friísima de la esquina. A la hora de comulgar muy serio se viene a mi lado de mi mano. Y vuelve con su andar ceremonioso. Ya en nuestro sitio, me suelta y se va trotando de nuevo al patio. Yo me llevo entonces las manos a la cara, extendidas y juntas sobre mi nariz, en gesto de oración que visto desde fuera ha de aparecer un tanto beato... ¡Y tanto: beatus ille: me llega un intenso y leve, feliz y mojado, verdísimo, con algo amargo y casi con burbujas como una tónica, un punzante olor a yedra fresca! De la mano de Quique se ha venido a mi mano. Y rezo, por fin, emocionado, beato por partida doble: así quisiera yo dejar en los demás un olor a Cristo, tras mi roce de ahora —casi, ay, jugando, distraído, sin duda— con Él!