martes, 17 de junio de 2014

A Dafne ya los brazos le crecían


Impresiona a Carmen que el sol (y la luna) la sigan y persigan. Va en coche y lo dice cada dos por tres, asomada a la ventana. A mí en general me sale el piropo: "No me extraña, Carmen, no son tontos los planetas ni las estrellas, yo te seguiría igual a todas partes". Otras veces recuerdo con nostalgia que yo también me fijaba con asombro. Ayer, sin embargo, pensé en Dafne, perseguida por Apolo, y vi que la escena mitológica está fundada sobre ese delicioso efecto óptico. Lo cual, siendo tan poca cosa, le da a la fábula y al laurel y al sol y a los sombras y a Apolo y a Diana un encanto mayor. 


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