domingo, 31 de agosto de 2014

Deudas



Nada más noble que tener muchas deudas, aunque hay quien se lo toma en el sentido comercial, y tampoco es eso. Deudas impagables, me refiero. Un ejemplo, Cristóbal Serra, también en esto: 

DEUDAS EN VOZ ALTA 
 
Debo al puerto de Andratx, de la costa de poniente de la isla, un montón de experiencias interrumpidas pero nunca olvidadas.  
Le debo sobre todo una casa cercana al mar, desde la que contemplé años y años el faro de la escollera y aquella agua ancha de la boca del puerto, que, entre brisas, tenía pureza y misterio de verdadero mar.  
Disfrutaba de un cantón, que tenía ventana, en donde podía entregarme a la lectura y a la contemplación. Madame Rebours, que era muy dada a los motes, tenía en su casa -bautizada con el nombre inglés The Den- un banderín prendido en la pared, con este verso de Baudelaire: 'Hombre libre, amarás el mar'.  
Yo, que no quise ser menos que la francesa, puse mi banderín en mi chiribitil, donde la maroma y la nasa convivían con el palangre y la mesa repleta de libros. El mote fui a encontrarlo  en Montaigne: 'La libertad y el ocio, mis cualidades dominantes'. A Montaigne lo había leído mucho en los meses de postración y padecimiento, y lo tenía tan subrayado que daban grima aquellos dos tomos de Garnier.  
Otras deudas que tengo que enumerar:  
El primer salpicón de la ola ligera. 
Haber desayunado los días de mi juventud con el oreo de la brisa en la frente...  
Haber sentido el contacto, tibio o frío, de la espumilla venerable del mar que rodea místicamente las cortezas barquichuelas.  
Dar toquecitos a la medusa temblorosa los días reciales de temporal, cuando la rada amanece sembrada de sombrillas violáceas.  
Sentir en el tuétano septiembre y la caída de la hoja caduca.  
Apreciar el color gris turbio del puerto que el coletazo de la palometa perturba.  
Esperar con el novilunio a que pique la dorada, ese pez reluciente, que el pescador tiene por muy ladino.  
Arrancar todos los años la nacra que se resiste a ser arrancada.  
Oler, en el crepúsculo, el rancho que los marineros guisan en el anafe.  
Desagarrar de la roca la lapa y ver cómo la ola traviesa la arrebata, porque no eres todo lo perito que hay que ser.   
Descubrir el terciopelo rojinegro del erizo de mar y sus verdes sombríos, entre púa y púa, que parecen arrancados de una tela de Teotocópuli.  
[....]

Lo que me llevó a recordar, por mi cuenta y riesgo, el faro de Cádiz, que veía desde la terraza de casa de mi padre, parpadeando como una estrella morosa. Algo tiene que significar que los pinos hayan crecido hasta tapar aquella vista del faro. Desde la terraza de mis padres ahora sé que el faro está tras la masa verdinegra del pinar, latiendo igual que antes, más de mar y nada más. Eso es un símbolo. Y cuando lo veo desde la orilla, imperceptiblemente, vuelvo a la terraza de casa de mis padres. Me lleva a puerto. 

sábado, 30 de agosto de 2014

Multiplicación




Begoña y Benito vinieron a la cena de casa con su botella de vino de regalo (suya en toda la extensión de la palabra) y, sobre todo, con el regalo mismo de su llegada. Pero la amistad es multiplicadora, y ya avanzada la noche, Benito nos pidió un segundo de silencio. Se oía el piar multitudinario de unos pájaros trasnochadores, justo encima de nuestras cabezas, en la copa ancha del ciprés macrocarpa del porche. "Son abejarucos", dictaminó. "Qué curioso, estarán agrupándose para cruzar ya el Estrecho". Y nos hacía un regalo de brillantes colores. 

A la noche siguiente, leyendo tarde en el jardín, volví a oírlos, y qué emoción. La noche cerrada, con poca luna, se me abría en colores invisibles, deslumbrantes. Para celebrarlo, aunque solo, abrí la botella de vino, y brindé por la amistad, por la luna nueva, por los abejarucos, por la brisa y hasta por Li-Po. 

Comprobé por la mañana que todo era exacto, que no había sido el sueño de dos noches de verano: 




miércoles, 27 de agosto de 2014

La mano abierta


La mano abierta sobre el pecho pone 
como una disciplina, el caballero. 



Mi artículo de la aristocracia de intemperie ya lo he enlazado por activa (twitter) y por pasiva (aquí), pero ayer, en la conferencia de mi hermano Jaime, vi que el final de este soneto de Manuel Machado (hasta entonces algo tópico para mi gusto es la síntesis perfecta de lo que quise decir y quiero ser: mano abierta, pecho, disciplina. Así que reincido.


Qué bonito relacionar esta mano abierta con la de Gaya

sábado, 23 de agosto de 2014

Pasarlo bien


Al menos el lenguaje no me engaña. Cuando "lo paso bien" tengo una aguda conciencia de que lo paso, esto es, de la fugacidad del tiempo en fuga irrevocable... 

He de aprender a vivir con eso, todavía. Y a disfrutarlo. Este verano estoy teniendo mucho campo para entrenarme, por fortuna. Como Leonor está de vendimia, con unos horarios de emergencia nacional, me ocupo yo mucho de los niños. Y qué bien, de verdad, me lo estoy pasando. Tanto, que ya dobla el verano su última esquina.

Ayer, a cuenta de todo esto, se me ocurrió un apotegma que no valdrá mucho como poesía, pero que sí sirve para cerrar el próximo tomo de mi diario, que estoy preparando estos días, y por eso, perdón, tanta intermitencia en Rayos y truenos. No consigo estar, a la vez, mirando atrás, corrigiéndome, y hacia adelante, avanzando. Ya me pasó las otras veces: o recopilo o esparzo. Pero me despisto y me voy por las ramas. Mi lema es éste:


Como de la vid el vino, 
de la vida viene el himno. 

jueves, 21 de agosto de 2014

El combate del siglo


Autoestima vs. Autocrítica

Es un combate trabado, confuso, marrullero, como demuestra la paradoja de que yo esté tan satisfecho, ay, de ir a muerte con la autocrítica.



miércoles, 20 de agosto de 2014

sábado, 16 de agosto de 2014

"Papá, enfadado"




Por Carmen García-Máiquez

Tate


"El revolucionario busca la utopía del futuro (que no será) y el reaccionario, la utopía
del pasado (que nunca fue)". Este aforismo de Tomás Salas me ha regalado un argumento potente para defender mi castigado conservadurismo, tan combatido de un lado, más masivo, y de otro, más selecto. El conservadurismo busca defender lo que es (todavía). Aunque sólo sea por la ontología, he caído ahora, es lo más sólido. 

El otro día en Twitter un buen amigo me calificó de reaccionario, y lo soy tan poco, al menos de talante, que no me atrevía a reaccionar y recordarle que soy conservador. Al final, me vino bien, porque, en el tuiteo cruzado, se me recomendó leer a Nelson Rodrigues, y ahí estoy ahora, encantado, con O reaccionário. 


viernes, 15 de agosto de 2014

Poema final de Lo que dejan los días de Pablo Núñez




CERTEZA 

La conclusión después de todo este comienzo, 
tras escuchar historias y proyectos, 
quejas, opiniones; 
después de haber leído lo posible  
—el tiempo ha sido breve todavía— 
después de haber estado solo ante la sombra y el regreso.


Una vez que me paro ante el espejo 
—las voces en la calle anuncian el verano— 
y comprendo que ya tengo la certeza, 
entonces —digo, después de todo esto— 
puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, 
que es difícil saberlo. 

jueves, 14 de agosto de 2014

Hilo de esperanza


Cada vez transcurre menos tiempo desde que hago cualquier cosa o la digo o la pienso y termino dándome cuenta de que era otra tontería. 


miércoles, 13 de agosto de 2014

Entrevista


Qué bien suena en portugués, y qué ojo tan fino ha tenido nuestro amigo brasileño, Joâo Filho, para traducir lo más importante: 

Quando viajo sempre esqueço algo. Ao sair de casa, o que mais lamento é o que estou esquecendo e não sei o que é exatamente. Porém, o que não faltaria NUNCA em todas as minhas viagens seria minha mulher. Não ‘tô tirando onda. Pois com ela a casa vem junto e, ainda que seja viajando, não gosto de sair de casa.

lunes, 11 de agosto de 2014

Tres trasnoches


El verano, la estación de la luna. Me encanta trasnochar y he encadenado tres trasnoches seguidos, gloriosos.

El primero, 
empezamos a ver la serie de la BBC, Esposas e hijas, y nos pusimos a encadenar capítulos como frikis hasta las tantas, Leonor y yo. 

El segundo, una cena con amigos. Es rotativa, a escote entre todos, y cada año en una casa. Esta vez tocó en la nuestra, y vi que no soy tan misántropo como presumo, sino muy casero. Aquí, con mi wi-fi; mis niños saludando a todos y durmiendo luego, muy tarde; sin tener que conducir de vuelta…; fue la mejor "salida" de mi verano. 

El tercer trasnoche, anoche, solitario. Leonor se acostó pronto porque hoy comienza la vendimia en Jerez y ella vuelve al lagar. Yo me di un baño de luz de luna en el jardín. Para no distraer la mirada, en vez de leer, escuché esta conferencia. A la luz de una candela a la luz de la luna y a la luz de una farola:


Luego la luna tuvo sus ataques de timideces y jugó a esconderse entre las ramas: 


Al final me acosté, aunque tardé en dormirme por Stendhal y su síndrome. Esta mañana, Leonor, desde la bodega, me ha mandado esta foto, quizá porque se ha maliciado mi juerga lunera de anoche y ha querido mostrarme que la luna también se apiada de los que no trasnochan. 


domingo, 10 de agosto de 2014

Impresión


Cuando el sacerdote alza la Hostia consagrada tengo la impresión de que cuelga de ella. 

Me gustaría mirarle a los pies. 


viernes, 8 de agosto de 2014

Libres e Iguales (Dos dúos)



Ayer fui a la lectura del manifiesto Libros e Iguales en el oratorio de San Felipe y mañana publicaré mi artículo en el Diario sobre el acto. Un artículo, como corresponde, más sesudo, público y más aséptico. Hoy sólo dos cosas que ni me cabrían ni tal vez interese contar en el artículo. 

La alegría de que fuese en un oratorio, que falta nos hace, aunque esté desacralizado. Y esa mezcla de la historia de España (la cuna de nuestro constitucionalismo, desde luego) con el Sagrado Corazón, que presidía la lectura. 

Y qué chocante que el aplauso más fuerte de la noche, sin lugar a dudas, fuese a Ramón Arcusa, el del Dúo Dinámico, que se levantó a hacer una pregunta. Allí vibró el aire. Lo que me induce a comentar dos subcosas.
El peso de lo mediático y del espectáculo entre los ciudadanos libres e iguales podría desmoralizar  a cualquiera. ¿Qué pensarían Cayetana Álvarez de Toledo y Arcadi Espada?  

Pero a la vez, sin embargo, quizá operase una poderosa fuerza subconsciente y telúrica. Con el aplauso entregado y largo y hondo y alegre y repicante al Dúo Dinámico, ¿no se estaría aplaudiendo una época en la que España no era discutida ni discutible? Eso seguro que no lo pensaron Cayetana ni Arcadi, pero aquí lo dejo. 

miércoles, 6 de agosto de 2014

Montiel por Szymborska


En la solapa de Placer adámico (Universidad Complutense, Madrid, 2012), el poeta Jesús Montiel (Granada, 1984), al que hay que seguir la pista, se reconoce discípulo de Miguel d'Ors. Bravo. Pero en el primer poema, la sombra tutelar es Wislawa Szymborska. Lo interesante es que no es sólo la sombra, también es su luz lo que tiene este poema. Podía pasar (y creo que no exagero) por uno de la premio Nobel, y no por uno cualquiera, por uno de sus mejores. ¿O me equivoco?

VISITA AL MUSEO 

Niños terrícolas del siglo treinta:
  

mirad lo que llamaban los antiguos un bosque. 
Entonces las especies vegetales 
brotaban a su antojo de la tierra, 
se hermanaban formando laberintos 
rebosantes de vida. 
Los árboles crecían, se estiraban 
como sueños borrachos de tormenta 
y en sus copas el viento cantaba con el pájaro. 

—la extrañeza les abre la boca y la mirada—  

mirad lo azul que entonces era el cielo 
—se escuchan expresiones de sorpresa— 
la belleza del campo amanecido. 
Observad las estrellas coronando la noche, 
flotando como adornos navideños 
de un altísimo abeto. 

Mirad un hombre de hace nueve siglos 
absorto en la visión de unas montañas. 
—¿Qué fulge en su mirada? ¿Qué luz hay en sus ojos?- 

Es lo que los antiguos llamaban el Asombro

sábado, 2 de agosto de 2014

Que trabajen otras


También trabajarán otros (otras) en mi próximo acto público. Haré, como G.K.C., de M.C., pero qué bien o, mejor dicho, mejor: 


viernes, 1 de agosto de 2014

Que trabajen otros


Ayer, paseando por el espigón del río, que se adentra en el mar como una espada de la Reconquista de las largas, —y la imagen será manida, pero es exacta— me sorprendió ver el vuelo de las golondrinas sobre las olas, prácticamente surfeando. Recordé otras golondrinas y otros días marinos. Quizá están tan bruñidas y son tan saladas por esa querencia marinera suya, que les desconocía y no tienen otros pájaros. Les hacen razias desde tierra a las temibles gaviotas. Y el negro se ve mucho más limpio que el blanco, el mundo al revés. Y hace años, sin saber que tiraban a las aguas, las llamé en un poema los delfines del aire

Para la entrada de hoy basta traerlas aquí y dejar que sus gráciles garabatos rubriquen (oh, el rojo de su pecho) la entrada.