lunes, 2 de febrero de 2015

Ojos y olfato


Seguía a Carmen, que se adentraba osadamente en los bosques, para que no se perdiera del todo. Me agaché al cruzar un paso espeso y entonces lo vi. A la retama ya le apuntan sus florecillas blancas. Desde el coche había visto algún almendro florecido. En Cádiz, a diferencia de la estepa del Alto Duero, la primavera no tarda. Será lo único que no tarda aquí. Y es tan bella y tan dulce cuando llega como allá. La puntualidad no empece. 




Pensé en la exactitud de esos cuentos que narran el hallazgo de un tesoro en medio del bosque. Qué diáfana metáfora de mi hallazgo de ayer. Y sólo me quedó la muy leve tristeza de que es mucho más romántico descubrir la retama en flor gracias al olor, como todos los años, que verla venir, como éste. Esos botoncitos blancos no huelen todavía, ni acercándose. Y el olfato, tan olvidado el pobre, para los asuntos del alma, tiene mucho que decir. 

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