domingo, 14 de junio de 2015

Mi reino por un caballo


A lo mejor descubro un Mediterráneo, lo que sería bueno porque significaría que voy encaminado. ¿Se ha dicho ya que la búsqueda desesperada de un caballo por parte de Richard III puede tener ecos paulinos? Tras el descenso a los infiernos que describe Shakespeare, justo tras ese monólogo de Ricardo con tintes diabólicos sobre su conciencia perdida, viene el desorden de la batalla final y la agónica petición de un caballo, que bien podía ser el deseo imposible —quizá subconsciente— de una repentina conversión, que no llega. 

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