lunes, 3 de octubre de 2016

Hojitas nuevas


Cuantos más años cumplo, más me emociona la retoñá. Esto es, el esplendor del campo y los jardines en estas fechas, como una segunda primavera, más dulce, tal vez. Este año, encima, viene con alegría incorporada. De mi inolvidable estancia en Santiago de Compostela me traje varias semillas de araucaria de cola de pato y de una flor llamada de cruz de Santiago. Todavía estoy a la espera. También me traje un acebo muy pequeño que llegó muy maltrecho del viaje en avión, en taxi, en tren, en coche y en la bolsa de plástico todo el tiempo. Creí que lo perdía y todo el verano he estado viendo cómo se ponía más y más marrón y triste. Me entristecía porque me hacía ilusión que Santiago enraizara en el Puerto y por el amigo (recién hecho allí) que me lo regaló. Pasaban los meses y no me atrevía a decirle nada por si la esterilidad era completa.

Un nuevo milagro de la retoñá ha venido a salvarnos, al acebo y a mí. Ha echado unas hojitas nuevas, de ese verde tan tímido con que arrancan y yo sé que las hojas nuevas son un signo de vida.


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