sábado, 2 de diciembre de 2017

Omnia in bonum!


Anoche, cuando el camarero, cansado de nuestra tertulia interminable, me quitó, con pasos sigilosos y un magistral movimiento de muñeca, el whiskicillo que llevaba, apenas, por la mitad, cortando además por lo sano, lógicamente, la posibilidad de pedirnos otros, me dio muchísima rabia.

Sin embargo, esta mañana, con un dolor de cabeza que me atraviesa de oreja a oreja, doy gracias al cielo por la destreza de bailarín, que Dios le pague, de aquel alma bendita.


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